Diferencia entre revisiones de «Estado Trujillo»

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Ana Enriqueta Terán y Ramón Palomares.
 
 
Para algunos estudiosos es el más completo escritor nacido en tierras trujillanas,
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conducta, siempre sumida por la entrega incondicional a su pueblo.
 
 
Hombre prominente y probo, conquista el sitial que hoy le corresponde debido a su exquisitez
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dejó inédito.
 
 
Su obra cuentística está recogida en sus libros "Hombres y tierra mágica" (1982) y "Muerte por agua" (2005).
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(De la Guerra y la Ternura, 2004)
 
 
 
 
SOLEDAD Y MUERTE DEL HÉROE
 
 
Entre danzas de cuervos,
 
con miles de banderas desteñidas,
 
rosas marchitas,
 
pálidas mujeres, cóndores eunucos,
 
cenizas de huracanes
 
y un espantoso aire glacial,
 
el héroe navega hacia la muerte.
 
 
 
Es mayo triste en Bogotá
 
y únicamente el invierno le sonríe
 
en los besos de la hembra,
 
en la Euterpe de la noche setembrina.
 
Adiós, adiós, a esos senos de loba subyugada,
 
al manantial de miel quiteña,
 
a esos ojos de sol chupándose el mar al mediodía.
 
Adiós, adiós en medio de la herida desgarrante
 
a la dulce amada que lo había tornado en ave fénix.
 
Algunos ven caer sus duros párpados,
 
rodar sus lentas lágrimas sobre las piedras,
 
como la lánguida canción del apátrida
 
después de haber procreado la ciudad.
 
 
En el cuartel de antaño alfombrado de victorias,
 
los soldados juegan a las cartas,
 
y en las calles los niños son tocados por el hombre solitario.
 
Un ave transita el horizonte
 
y arroja espumas, desiertos y espejismos.
 
 
¡Londres, Londres –musita el héroe ya decrépito-
 
devuélveme el esplendor de aquellos tiempos!
 
¡Ah, qué ruta tan inmensa,
 
qué largo y terrible el Magdalena!,
 
y él cargado de fiebres y visiones,
 
de cristales opacos, lunas tuertas,
 
picachos devorados por las nieves
 
en ese viaje sin auroras.
 
 
Un barco le espera en Cartagena
 
y junto a la costa el General Montilla,
 
pero desde hace un verano es cadáver
 
y Londres se le exilia en el milagro.
 
 
Después viene la flor ensangrentada,
 
el cóndor destrozado,
 
el ave lira mutilada,
 
en el llanto que atraviesa selvas y ríos,
 
con la profunda congoja de Berruecos.
 
¿Para qué el Támesis, Madrid, Lima,
 
las muchedumbres y los claveles de Caracas,
 
la música y el amor tras las batallas?
 
El día ha terminado
 
y no hay finas telas para su mortaja.
 
 
Sólo la soledad y el esplendor le esperan,
 
en el valle, en el reino de la muerte.
 
 
 
 
 
AQUELLOS DÍAS LEJANOS
 
(Fragmento)
 
 
V
Hubo la cita en el invierno y me presentaron a los héroes.
 
Vi a Alejandro, hermoso príncipe de veintiún años, conquistando a toda Persia.
 
Vi las más bellas mujeres rasgándose las vestimentas de tul en una danza de la
 
maravilla y la poesía.
 
Pero el hijo de Filipo díjome que era infeliz.
 
Y hablé con César y éste me confesó su soledad.
 
Napoleón, ebrio de amargura en Santa Elena, negose a narrarme sus victorias
 
y su gloria.
 
Y al fin, cortando las espesas nubes, divisé a Bolívar.
 
Y a gritos que estallaban en el cielo, le exigí el relato de lo eterno.
 
Y Bolívar, mi padre, con tono melancólico, expresó: Mirad mis ojos tristes
 
porque los hombres jamás aprenden la lección de la vida.
 
Y desapareció, fragmentándose en espejo de colores.
 
== Economía ==