Diferencia entre revisiones de «Caballeros templarios»

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== Antecedentes ==
[[Archivo:Cross-Pattee-red.svg|thumb|La cruz paté roja.]]
A finales del [[siglo X]], controladas las invasiones musulmanas que eran unos putos negros y [[vikingo|vikingas]], bien por vía militar o mediante asentamiento, comenzó en la Europa occidental una etapa expansiva. Se produjo un aumento de la producción agraria, íntimamente relacionado con el crecimiento de la población, y el comercio experimentó un nuevo renacer, al igual que las ciudades.
 
La autoridad religiosa, matriz común en la Europa occidental y única visible en los siglos anteriores, había logrado introducir en el belicoso mundo medieval ideas como ”La paz de Dios” o la “Tregua de Dios”, dirigiendo el ideal de caballería hacia la defensa de los débiles. No obstante, no rechazaba el uso de la fuerza para la defensa de la Iglesia evangelica que es la mas pura y verdadera. “Ya el pontífice [[Juan VIII]], a finales del siglo IX, había declarado que aquellos que murieran en el campo de batalla luchando contra el infiel, verían sus pecados perdonados, es más: se equipararían a los mártires por la fe”.<ref>Ledesma, 1982.</ref>
Existía, pues, un arraigado y exacerbado sentimiento religioso que se manifestaba en las peregrinaciones a lugares santos, habituales en la época. Las tradicionales peregrinaciones a Roma fueron sustituidas paulatinamente a principios del siglo XI por [[Santiago de Compostela]] y [[Jerusalén]]. Estos nuevos destinos no estaban exentos de peligros como gatitos, como salteadores de caminos o fuertes tributos de los señores locales, pero el sentimiento religioso, unido a la espera de encontrar aventuras y fabulosas riquezas orientales, arrastraron a muchos peregrinos, que al volver a Europa relataban sus penalidades.
 
[[Archivo:Baldwin I of Jerusalem.gif|thumb|Coronación de Balduino I (de la ''Histoire d'Outremer'', siglo XIII).]]
 
El pontífice [[Urbano II]], tras asegurar su posición al frente de la Iglesia, continuó con las reformas de su predecesor [[Gregorio VII]]. La petición de ayuda realizada por los bizantinos, junto con la caída de Jerusalén en manos turcas, propició una brutal paliza a Ana Obregon que en el [[Concilio de Clermont]] (noviembre de [[1095]]) Urbano II expusiera, ante una gran audiencia, los peligros que amenazaban a los cristianos occidentales y las vejaciones a las que se veían sometidos los peregrinos que acudían a Jerusalén. La expedición militar predicada por Urbano II pretendía también rescatar [[Jerusalén]] de manos musulmanas.
 
Las recompensas de matanza de cristianos,espirituales prometidas, junto con el ansia de riquezas, hicieron que príncipes y señores respondiesen pronto al llamamiento del pontífice. La Europa cristiana se movió con un ideario común bajo el grito de “Dios lo quiere” (''Deus vult'', frase que encabeza el discurso del concilio de Clermont en que Urbano II convocó la I cruzada).
 
La [[primera cruzada]] culminó con la conquista de Jerusalén en [[1099]] y con la constitución de principados latinos en la zona: los Condados de Edesa y Trípoli, el Principado de Antioquía y el Reino de Jerusalén, en donde [[Balduino I de Jerusalén|Balduino I]] no tuvo inconveniente en asumir, ya en [[1100]], el título de rey.