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''''''Texto en negrita'''''Texto en cursiva''''':''Este artículo se refiere al Imperio romano hasta su disolución en Occidente, no a su continuación en Oriente conocida como [[Imperio Bizantino]].
¿Fue el Cristianismo el causante de la caída del Imperio Romano?
 
INTRODUCCIÓN
La influencia del Cristianismo, y la asunción de los valores cristianos por los habitantes del Imperio Romano ha sido un acontecimiento relevante en la historia de la humanidad. El que dichos valores fueran la causa de la caída del Imperio es una cuestión que ha sido largamente debatida y estudiada por los historiadores y sociólogos de los últimos siglos.
La religión, todas las religiones han ejercido una enorme influencia en la sociedad y en la formación de una cultura determinada, hasta el punto que, como recalca Emile Durkheim casi todas las instituciones sociales han nacido de la religión. Por ello, la religión contribuye decisivamente en la creación de la cultura de una determinada civilización, de una forma de vida, de una cosmovisión.
La cosmovisión cristiana influyó enormemente en toda la organización social del Imperio, y la forma de ver la vida los cristianos difería sustancialmente de la cosmovisión romana, pero determinar que Cristianismo fuera o no el causante de la caída de la gran organización romana es un asunto muy complejo y que necesitaría una extensión y profundidad muy por encima a las intenciones de este trabajo ya la capacidad de su autor
Parece fuera de duda que los principios cristianos dejaron una profunda huella en la sociedad de su tiempo, e incluso, la decadencia del Imperio que comenzó en el siglo II coincidió con el crecimiento y la extensión del Cristianismo. Parece asimismo claro que Roma había basado su poder en la guerra y en la fuerza de sus legiones, mientras el Cristianismo predicaba la mansedumbre y la humildad, lo que lleva a pensar que la religión cristiana destruyó los principios en los que se basó El Imperio. Pero una cosa es la posible influencia, que se dió, y otra, que fuera la causa determinante de su caída
Para poder situar mínimamente el tema es preciso localizarlo describiendo someramente el entorno: el Imperio Romano y el Cristianismo por lo que repasaremos el nacimiento del Cristianismo, su proceso de expansión por el Imperio, las razones por las que logró una posición tan influyente, y las causas que fueron debilitando a la sociedad romana hasta determinar su caída.
Una cosmovisión nueva, la cristiana, surgió en el seno de otra muy acendrada y fuerte, la del Imperio. En una primera fase chocaron, pero pasados unos decenios lograron convivir en una buena armonía durante varios cientos de años. La organización de la Iglesia de los cristianos, se basó en la del Imperio, se aprovechó de su universalidad, su lengua, de sus comunicaciones, y se contagió de su pragmatismo.
 
El IMPERIO ROMANO
En la época del nacimiento y expansión del Cristianismo, a principios del siglo II, el Imperio Romano, alcanzó su máxima extensión territorial, dominaba y controlaba la parte más rica y culturalmente avanzada de la tierra. La población se componía de ciudadanos romanos, habitantes de las provincias y esclavos. La cifra total de habitantes de imperio en esa época podría aproximarse a los 120.000.000 de personas.
No se puede dudar de la importancia del Imperio Romano en el momento del nacimiento Cristo. De hecho Roma dominaba el mundo civilizado, sus legiones controlaban toda Europa y la cuenca del mediterráneo, su organización administrativa funcionada como una máquina perfecta y su cultura y su lengua era usada por las clases dirigentes. Cuando surge el Cristianismo, el Imperio romano tenía casi ocho siglos de vida y se hallaba en el momento de mayor extensión, esplendor y fuerza, al menos en el aspecto externo.
 
LA COSMOVISION ROMANA
 
A. Disciplina
Desde su nacimiento Roma tuvo que afrontar dificultades enormes que logró vencer con una gran disciplina. Esta era inculcada por el padre, y luego por el maestro, y posteriormente por el ejército. La vida era dura. Los disminuidos y las hembras podían ser abandonados al nacer Se les enseñaba desde que nacían que su familia era una unidad militar al mando absoluto del paterfamilias, que tenía un poder omnímodo sobre vida y hacienda. En la casa hacía los sacrificios a los dioses, y en el nombre de éstos daba órdenes e impartía castigos inapelables e irrebatibles. La domus, la casa más que un hogar era un fortín.
B. Religiosidad
La religiosidad , que es un sistema de ideas cuya objeto es expresar el mundo en la que crecían todos los niños tenía como meta inculcarles una disciplina basada en la obediencia al padre, la fidelidad al marido, la fecundidad, el respeto a la Ley y a la autoridad, el valor hasta el sacrificio en la guerra y firmeza y aceptación de la muerte. A los dieciséis años, se incorporaban al Ejército, donde la disciplina y el trabajo eran extremadamente duros. Los varones sanos eran bien acogidos para que trabajasen y cuidasen de de las tumbas de sus mayores y de hacer sacrificios a los dioses por ellos. La religión, perseguía la realización de una serie de acciones prácticas para la salvaguarda de las instituciones básicas para ellos, que eran la familia el Estado.
En el aspecto religioso, la cultura romana era muy tolerante, hasta el punto de asumir e incorporar los dioses de los pueblos conquistados. Como siempre el sentido práctico prevaleció. En unos dominios tan extensos y variados, vieron que era conveniente estar abiertos a las muy diferentes creencias que cada pueblo conquistado tenía como propias. En el fondo estaban convencidos de todas la divinidades eran las mismas, si bien se las adoraba con diferentes nombres y ceremoniales. Asimismo, eran muy conscientes, como cualquier buen gobernante de la utilidad de la religión para regir a los pueblos, porque todas impregnan a sus creyentes de unos valores morales muy útiles para los gobernantes. Así cada ciudad del Imperio conservaba sus propias divinidades y cultos.
C. Pragmatismo
Vivían patriotismo basado en la preservación de la libertad de su ciudad Roma, la prosperidad de la República, y después en el honor y la religión. Toda su organización tenía un profundo contenido pragmático. La desobediencia y la cobardía eran castigadas con crueldad, y el valor y el tesón muy recompensados y prestigiados.
Es preciso enfatizar que en el ejército, institución fundamental en la cosmovisión romana, primaba como en todas sus instituciones el sentido práctico, por lo que el valor sin utilidad era considerado absurdo e inútil. Se cuidaba de manera continua el adiestramiento de las tropas para conseguir el máximo de resultados con las mínimas bajas y esfuerzo. Las legiones estaban diariamente de maniobras. Se entrenaba a los soldados y a los oficiales para largas marchas – podían hacer 30 kilómetros diarios -, portar todas sus armas y enseres de cocina, herramientas para fortificación y provisiones para varios días – quizás mas de 30 kilos. Estaban entrenados para formar en orden de batalla en un corto espacio de tiempo, y para construir y deshacer un campamento – que era como una ciudad fortificada- al acabar o comenzar cada jornada. Todo estaba establecido y ensayado, desde las empalizadas, los fosos, las calles y la ubicación de cada dependencia. Las legiones romanas han sido un ejemplo de unidades de combate vencedoras durante siglos.
La organización de la sociedad del Imperio Romano, en la época en la que surgió el Cristianismo, estaba presidida por el pragmatismo en todos aspectos. Como hemos dicho más arriba, en el Imperio Vivian unos ciento veinte millones de personas, de muy diversas procedencias, extracciones, costumbres y usos, repartidos en varios continentes, Europa, África y Asia. En general el gobierno era prudente y sencillo. Se respetaban las costumbres y las religiones de todos los pueblos. Existía un procurador, equivalente a un gobernador, representante del emperador en cada región, al frente de cada una de las provincias de las numerosas que componían el Imperio. En cada ciudad se nombraba un Prefecto, con cierta similitud con la un alcalde actual.
Los servicios públicos estaban muy bien organizados para su época. Disponían de un sistema de comunicaciones completo y eficaz. Todo estaba presidido por el genio romano, buen organizador, positivo, práctico y útil a la comunidad. Los romanos no tenían reparos en asimilar e incorporar a su acervo cuanto veían de útil y provechoso en cualquier pueblo, comunidad o persona de cualquier lugar o extracción.
D. La lengua común
Un elemento cohesionador de la cultura fue la lengua latina que se preocuparon de extender. El latín era el idioma que se usaba en la administración y poco a poco fue imponiéndose en los ambientes cultos e influyentes de todas las provincias. Los romanos eran muy conscientes de la influencia de la lengua como aglutinadora de una cultura común y por ello se ocuparon de extenderla en todos sus territorios. También el griego fue asumido como la lengua científica y filosófica en todos los rincones del Imperio
 
EL CRISTIANISMO
En el entorno cultural descrito, surge el Cristianismo como una religión, o secta muy vinculada a la religión judía.
Bajo el reinado de Tiberio, Jesús comenzó su vida pública. Su doctrina humilde y sencilla fue calando poco a poco durante los primeros decenios de su existencia, siendo una religión marginal y durante alguna etapa perseguida. Sin embargo lentamente fue extendiéndose y llegó a tener una presencia mayoritaria en el Imperio, tanto en las élites dirigentes como en el pueblo llano.
 
LA COSMOVISION CRISTIANA
La cosmovisión cristiana se basaba en un nuevo ideal de vida basado en una felicidad eterna. Las razones por las que extendieron son variadas y se podrían resumir citando a E.Gibbon por el inflexible e intolerante celo de los cristianos, que fue heredado de la religión judía, pero sin su espíritu insociable y adusto. Los nuevos cristianos eran perseverantes y abiertos a todos, porque su obligación era transmitir su fe a la mayor cantidad posible de personas. Su única intolerancia era la de no admitir otros dioses.
A. Vida futura y eterna
Un elemento básico de su doctrina era la inmortalidad del alma y una vida futura donde se podría conseguir una felicidad eterna, si se era fiel a los preceptos del evangelio. Además se vaticinaba una vida atroz a los no creyentes, o no cumplidores de los preceptos. Poseían los dones de hacer milagros, de curar a los enfermos, y llevaban una vida austera y sana.
B. La iglesia
Mención aparte merece la buena organización de la Iglesia. Esta se inspiró en la organización romana, se basó en su estructura organizativa, tomo su lengua y fue asumiendo poco a poco atribuciones y responsabilidades que las civiles no ejercían. La Iglesia instituyó un sistema de premios y castigos muy eficaz, que posibilitó el mantenimiento de una gran cohesión entre los fieles. La sede central enseguida se trasladó a Roma, desde allí se difundió por todo el Imperio. Su base social eran los humildes, pobres y desheredados, mientras las élites dirigentes tardaron siglos en tomar conciencia de su expansión
En cada comunidad la celebración del acto más importante del culto, la consagración o misa, fue confiada a los ancianos (presbíteros). Desde el siglo II se inició la organización jerarquizada de la estructura comunitaria, con la elección, entre todos los fieles de la comunidad, de un episcopo (obispo), que dirigía la vida religiosa de la célula y conservaba su unidad contra desviaciones y deserciones. El obispo tuvo a los presbíteros como cuerpo consultivo, y a los diáconos como auxiliares. Obispos, presbíteros y diáconos constituyeron el estamento sacerdotal consagrado, el clero, dentro de cada comunidad.
Sin embargo, en algunos momentos, los cristianos sufrieron persecuciones. Las razones de que un pueblo tan tolerante con todas las religiones como el romano persiguiera a los cristianos pueden ser varias. Por un lado, los cristianos reclamaban la posesión exclusiva de la ciencia divina acusando a los demás cultos de impíos. Además, en determinados momentos, se decía que atacaban la constitución religiosa del Imperio. Les causaba extrañeza que los cristianos no siguieran a los héroes antiguos divinizados y adoraran a un Dios desconocido, un humilde carpintero judío que murió de la manera más afrentosa, y al que los propios judíos no aceptaban. Además veían peligrar la seguridad del Imperios con los cristianos porque éstos renunciaban a su familia y a su patria para unirse entre ellos con unos lazos muy fuertes. De todos modos, procedieron con cautela y con cierta moderación. No los persiguieron en los primeros años, ni lo hicieron de manera continua.
C. Rechazo de las costumbres romanas
 
La actitud de las sociedad romana y sus principales dirigentes en relación con el Cristianismo fue haciéndose desconfiada y hostil. Los romanos adivinaban en los cristianos, pese al acatamiento formal de las leyes imperiales, una condena moral de sus costumbres, una rebeldía íntima contra la vida pagana. Además sentían amenazado el orden social por la nivelación fraternal de señores y esclavos en el seno de las comunidades cristianas.
La conducta individual de los cristianos confirmaba esta alarma: rehusaban el servicio militar, consideraban escandaloso el lujo indumentario, negaban la obediencia a las leyes que consideraban injustas. La nocturnidad de sus reuniones secretas en las catacumbas era pretexto para acusarles de los más odiosos crímenes. Además, los cristianos se negaban a hacer sacrificios a sacrificar a los dioses nacionales.
Mientras el Imperio iniciaba su desmoronamiento, triunfaba la nueva concepción religiosa de la vida, aportada por el Cristianismo.
D. Nuevo ideal de vida
El Cristianismo proclamaba un nuevo ideal de vida que en muchos aspectos invertía los valores asumidos hasta entonces, se sustituía el ideal heroico del guerrero, que era el soporte de una sociedad basada en la fuerza, por la moral cristiana sustentada en el amor a todos los hombres. El Cristianismo no era propiamente una religión: venía a negar la religión, en el sentido de las religiones anteriores, como compendios de creencias supersticiosas. Era una nueva cosmovisión, cultura o forma de vida. El Cristianismo hablaba de un Dios personal y vivo que creó el mundo de la nada y con quien un hombre puede relacionarse directamente. Esto provocó una confrontación directa con la cosmovisión del Imperio.
La difusión del Cristianismo se vio favorecida por el mismo carácter universal del Imperio, por el cosmopolitismo que la paz romana facilitó, comunicando entre sí las grandes ciudades, allanando los contactos culturales entre las provincias más alejadas del Imperio. Y también porque el politeísmo romano implicaba una tolerancia religiosa.
La consolidación del Cristianismo tuvo lugar en el año 313 con Edicto de Milán, cuando Constantino decreta la libertad de culto para la Iglesia Católica. Se restituyó a la Iglesia todos los derechos civiles y religiosos y de todos los bienes que le habían sido robados. Ni que decir tiene que con la conversión del emperador unos años más tarde, la Iglesia floreció, se extendió y llegó a tomar una posición dominante en todo el Imperio Romano trascendental en la formación de la cultura y los valores de la sociedad occidental.
 
CAUSAS DE LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO
La caída de Roma, es uno de los temas más apasionantes de la Historia y ha suscitado las más varadas opiniones. Las razones que se aducen por unos y otros son muy variadas y las más importantes podrían resumirse en las siguientes:
Algunos sostienen que fue la decadencia moral lo que llevó a Roma a su extinción, otros, como Voltaire consideraron que cualquier creación humana tiene un ciclo evolutivo, que nacen, crecen y terminan, al igual que lo que ocurre con cualquier organismo vivo.
Según Gibbon el derrumbe se produjo por la mano férrea con que se gobernó, necesaria para un extenso territorio, pero que quitó libertades a los habitantes, que ya no sentían como patria a su tierra romana. Además los militares se habían acostumbrado a largos períodos de paz, durante el siglo II, durante los cuales fueron perdiendo su valor y espíritu combativo
Así, el clero predicó virtudes como la paciencia y la pusilanimidad y se denigro las virtudes activas de la sociedad y acabó con los restos del espíritu militar.
Sin embargo, ninguna de estas explicaciones sirve para sostener cómo el imperio de Oriente siguió su existencia.
Algunos historiadores ponen el énfasis en la necesidad que tuvo Roma de reforzar sus ejércitos con fuerzas extranjeras., o sea, aceptar a los godos como federados, desdibujándose la identificación de fuerzas aliadas y enemigas. Los miembros de las clases senatoriales, se negaron a entregar para el servicio del ejército a los hombres que trabajaban para ellos, prefiriendo compensar con dinero su aporte al ejército. Con ese dinero se reclutaron soldados bárbaros y se pagaron los subsidios por la ayuda de Alarico, que acrecentaba su poder. Esto diferenció a Oriente de Occidente ya que el primero nunca dependió de los godos, para luchar contra sus enemigos externos
El estado actual de la ciencia. histórica da pábulo a las hipótesis más opuestas sobre la «caída» del Imperio romano de Occidente: según la opinión de Otto Seek, fue consecuencia de la destrucción sistemática de las minorías directoras; para Max Weber, de la excesiva concentración de la propiedad; para Barbagallo, los gastos que exigían la Corte y la numerosa administración imperial ocasionaron una crisis económica de la que no se recobró la sociedad romana; E. Konermann cree que la reducción del ejército, de la que serían responsables Augusto y Adriano, fue fatal para el Imperio al producirse las invasiones; para F. Lot el Imperio hubiese muerto de esclerosis, aunque las invasiones no hubiesen acaecido; en cambio, Piganiol y Mazzarino piensan que el Imperio fue destruido por las invasiones. Si a esta copiosa y desconcertante galería de interpretaciones se añaden las teorías elaboradas por la teología y la filosofía de la historia, desde san Agustín hasta Toynbee, los dispares resultados incitan a considerar la legitimidad de esas exégesis.
Así, más que morir, el Imperio se desvanece, El mecanismo administrativo pasó en las provincias, muy simplificado, al servicio de los reyes germánicos o de los obispos. Las oficinas imperiales de Rávena fueron utilizadas por Odoacro y por Teodorico. La legalidad imperial se continuaba en el emperador romano de Constantinopla. El proceso socioeconómico que había originado la crisis política siguió su regresión hacia la economía natural de los siglos VI y VII, indiferente a la escena incruenta y banal de la que Odoacro y Rómulo Augústulo fueron protagonistas.
 
COMENTARIOS FINALES
En mi opinión, el Cristianismo influyó de una manera decisiva en la vida social del Imperio, y fundamentalmente a partir del siglo III. Esto coincidió con la época de declive y desintegración de Roma, y lo hizo de manera positiva., puesto que rellenó el vació que iban dejando por inacción las instituciones romanas. Impulsó una nueva forma de conducta y unos valores, que pervivieron al Imperio y han llegado a nuestros días.
Lo que es evidente es que las razones apuntadas anteriormente, como la decadencia moral y la disipación de las costumbres, la pérdida del sentido del Honor y la disciplina del ejército, la dificultad de dirigir unos territorios tan extensos y distantes, los enemigos exteriores, la caída de la natalidad, el decaimiento de la conciencia cívica, e incluso, lo que es normal en cualquier obra humana, que tiene un final por la imperfección y las pasiones de los gobernantes.
Comparto con Gibbon que lo realmente admirable es lo que duró y los beneficios que aportó a la comunidad, aunque discrepo con él en cuanto a la influencia negativa del Cristianismo que a mi juicio supuso más ventajas que inconvenientes. En opinión de Indro Montanelli, el Imperio Romano se fue deshaciendo roído por sus males internos. El Cristianismo no destruyó nada, se limitó a llenar el vacío que la organización del Imperio iba dejando.
Roma cumplió una importante misión, que fue la de reunir las civilizaciones que la habían precedido, la griega, la oriental, la egipcia, la cartaginesa, fusionándolas y fundiéndolas en toda Europa y la cuenca mediterránea con un idioma común. Creó el Derecho y organizó la sociedad según unas normas prácticas y duraderas.
En resumen, en el siglo I de nuestra era, dos cosmovisiones muy diferentes coincidieron y en una primera fase se enfrentaron. Sin embargo, ambas fueron adaptándose y lograron convivir durante varios siglos, e incluso lo hicieron en buena armonía. La organización de la Iglesia se sustentó en la organización y cultura romanas; en su equilibrio entre el respeto a las peculiaridades de cada pueblo y el sentido universal de su alcance, utilizando una centralización descentralizada; en una lengua, común como elemento aglutinador y facilitador de las comunicaciones, y en el pragmatismo como denominador común. Fue la Iglesia la que aprovechó, incorporó y copió los elementos básicos organizativos del Imperio.
En mi opinión, dos cosmovisiones aparentemente muy distintas, se encuentran, se enfrentan y a partir del siglo III, doscientos años después conviven y se complementan; fue una buena simbiosis
 
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