Diferencia entre revisiones de «Lengua propia»

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No existe una definición conocida de lengua propia que permita distinguirla por ejemplo de [[lengua vernácula]]. Suelen ser definiciones políticas realizadas ''ad hoc'', como la de Declaración de la Unesco que, pese a ser apoyada por el Gobierno español, su definición no se corresponde con la realidad lingüística española{{añadir referencias}} ni con lo que realmente implementan los textos legales autonómicos. En términos puramente funcionales, lo único que permite distinguir a la «lengua propia» es la capacidad de legitimar políticas institucionales favorables a las lenguas así calificadas.{{añadir referencias}} Estas políticas variarán en intensidad en unos sitios u otros.
 
Los partidarios del modelo monolingüe en catalán, a partir del II Congreso Internacional de la Lengua Catalana (1986), dieron carta de naturaleza al concepto lengua propia, como forma de resolver el [[conflicto lingüístico|conflicto]] y recuperarse del [[diglosia|estatus desfavorable]] que ellos atribuyen a la considerada como lengua propia frente a las que no lo son.<ref>Eduard Voltas. ''La guerra de la llengua'', Ed. Empúries, Barcelona: 1996</ref> Para esta postura el [[bilingüismo]] siempre es una situación transitoria de sustitución de la ''lengua propia'', por lo que, a su juicio, deben arbitrarse medidas de [[discriminación positiva]] que inviertan el proceso.<ref>Albert Branchadell, ''La normalitat improbable'', Empúries, Barcelona, 1996.</ref> En general, esta ha acabado siendo la postura predominante dentro de la [[sociolingüística]] catalana y valenciana y se plasmó en el Manifiesto «Per a un nou estatut social de la llengua catalana»<ref>[http://www.cercat.com/lincaweb/htm/bases.htm «El Manifiesto Per a un nou estatut social de la llengua catalana»]</ref> (1997), respaldado por numerosas figuras y que reivindicaba «la oficialidad única» para la lengua catalana aportando como principal argumento que es la «lengua propia».
 
Por el otro lado, el concepto encontró críticas desde muy pronto. La primera crítica pública al concepto de «lengua propia» y a sus consecuencias probablemente fue el [[Manifiesto de los 2.300]] (1981). Posteriormente, hubo filólogos que se mostraron también muy críticos, como [[Gregorio Salvador]],<ref>Gregorio Salvador, ''Lengua española y lenguas de España'', Ariel, Barcelona, 1987.</ref> y también lingüistas vascos y catalanes como [[Jon Juaristi]],<ref>Jon Juaristi, ''Vestigios de Babel'', Siglo XXI, Madrid, 1992.</ref> Xavier Pericay,<ref>Xavier Pericay, [http://www.ciutadansdecatalunya.com/autors/SinglePosting.php?ArticleID=52 Historia de una infamia], ''El Noticiero de las Ideas'', núm. 23, julio-septiembre 2005.</ref> Ferran Toutain o, más recientemente, Irene Lozano.<ref>Irene Lozano, ''Lenguas en guerra'', Madrid, Premio Espasa de Ensayo 2005.</ref> También el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras se ha referido en términos muy críticos.<ref>Francesc de Carreras, [http://www.elpais.es/articulo/cataluna/verdadera/normalizacion/catalan/elpepiautcat/20030501elpcat_24/Tes/ La verdadera normalización del catalán], ''El País'' (Cataluña), 1-V-2003</ref> Especialmente reseñable para fijar estas posiciones fue el Manifiesto del Foro Babel.<ref>[http://www.forumbabel.net/babelt007.htm Documento sobre el uso de las lenguas oficiales en Cataluña]. Publicado en 1997, apareció poco antes de la aprobación de la nueva ley del catalán (1/1998).</ref> Todos ellos, con diversos matices, han elaborado la crítica al concepto. En general, todos ellos coinciden en que la expresión «lengua propia» sugiere a los hablantes que su opción va más allá de la decisión personal de hablar una u otra lengua —algo que la ley garantiza—, y que esa decisión lleva implícita su adhesión a un proyecto identitario. Siempre según estos autores, «lengua propia» constituiría una categoría ideológica, no científica, que no tendría consistencia empírica fuera del ideario nacionalista.