Diferencia entre revisiones de «Conquista de México»

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==== Destrucción de naves y conato de deserción ====
{{VT|Juan de Escalante}}
[[Archivo:Van Beecq - Cortés sinkink ships.jpeg|thumb|[[Hernán Cortés]] mandó hundir sus naves («Cortés dio con los navíos al través») grabado de ''Van Beecq''.]]
Después de la partida de los emisarios, Alonso de Grado y [[Alonso de Ávila]] fueron nombrados alcaldes sustitutos de la Villa Rica de la Vera Cruz. Poco después de dicho nombramiento, un grupo inconforme de amigos de Diego Velázquez decidió regresar a Cuba, entre los que estaban fray [[Juan Díaz (capellán)|Juan Díaz]], [[Juan Velázquez de León]], [[Diego de Ordás]], Alonso de Escobar, Juan Escudero, el piloto Diego Cermeño, y los marineros Gonzalo de Umbría y Alfonso Peñate.<ref>López de Gómara, ''op.cit.'' cap. XLI, p.64-65</ref> Ante la situación se celebró un consejo de guerra presidido por Cortés y organizado por el regimiento de la villa con el respaldo de los nuevos alcaldes. Como resultado Juan Escudero y Diego Cermeño fueron sentenciados a morir en la horca, a Gonzalo de Umbría se le cortó parte de un pie, y a los demás se le puso bajo arresto. Cuando los amotinados fueron puestos en libertad, se convirtieron en incondicionales del caudillo.<ref name="Thomas 15" /> Adicionalmente, como medida preventiva para futuras conspiraciones, Cortés mandó barrenar y hundir la mayor parte de los barcos.<ref>Pereyra, ''op.cit.'' cap.IX, p.104-106 Nota: El barrenado de las naves consta en todas las [[crónicas de Indias]], en probanzas y declaraciones de los protagonistas; Antonio de Solís comparó este hecho con Agatocles quemando su flota en Sicilia; López de Gómara comparó a Cortés con Omich Barbarroja quien quebró siete galeotas para tomar Bujía; Prescott evocó a Juliano cuando puso fuego a la flota en el Tigris; pero la leyenda de la «quema de naves» se debe al historiador novohispano del siglo XVI Juan Suárez Peralta, quien en su crónica desfiguró los hechos con total desenvoltura.</ref> A manera de excusa se dijo que las embarcaciones eran «innavegables» y dicha declaración fue respaldada por los seguidores de Cortés.<ref name="Thomas 15" /> de acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, quienes pretendían desertar se vieron obligados a continuar en la empresa. Los que estaban a favor de la aventura, no necesitaban artificios para decidirse: ''Pues, ¿de qué condición somos los españoles para no ir adelante, y estarnos en partes que no tengamos provecho de guerra?''.