Diferencia entre revisiones de «Reino chimú»

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Conquista Inca de los chimues
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En el libro ''Comentarios Reales de los Incas'' Capítulo XXXII ''Van a conquuistar al rey Chimú, y la guerra cruel que se hacen" y Capítulo XXXIII ''Penitencia y aflicciones del Gran Chimú, y comos se rinde este'' se narra la conquista incaica del reino chimú:
 
''{{cita|Cap.XXXII.En los ejercicios que hemos dicho gastó el Inca pachacutec seis años, los cuales pasados, viendo sus reinos prósperos y descansados, mandó apercibir un ejército de treinta mil hombres de guerra para conquistar los valles que hubiese en la costa, hasta el paraje de Cassamarca, donde quedaban los términos de su imperio por el camino de la sierra. Aprestada su gente, nombró seis incas de los más esperimentados, que fuesen coroneles o maeses de campo del ejército y consejeros del príncipe Inca Yupanqui, su hijo. Al cual mandó que fuese general de aquella conquista , porque como discípulo de tan buen maestro y soldado de tan gran capitán como su tío Cápac Yupanqui, había salido tan práctico en la milicia que se le podía fiar cualquiera empresa, por grande que fuese; y a su hermano, a quien por sus hazañas llamaba mi brazo derecho, mandó que se quedase con él a descansar de los trabajos pasados. En remuneración de los cuales, y en testimonio de sus reales virtude, le nombró por su lugarteniente, segunda, personasuya en la paz y en la guerra, y le dió absoluto poder y mando en todo su imperio. Apercibido el ejército, caminó con el primer tercio el príncipe Inca Yupanqui por el camino de la sierra, hasta ponerse en la provincia Yauyu, que está en el paraje de la Ciudad de los Reyes, y allí esperó a que se juntasetodo su ejército, y habiéndolo juntadocaminó hasta Rímac, donde estaba el oráculo hablador. a este príncipe heredero Inca Yupanqui dan los indios la honra y fama de haber sido el primero de los Reyes Incas que vió la Mar delSur y que fue el que más provincias ganó en aquella costa, como se verá en el discursdo de su vida. El curaca de Pachacamac, llamado Cuismancu, y el de Runahuánac, que había por nombre Chuquimancu, salieron a recibir al príncipe con gente de guerra, para le servir en aquella conquista. El príncipe les agradeció su buen ánimo, y les hizo mercedes y grandes favores. Del valle del Rímac fue a visitar el templo de Pachacámac; entró en el, sin murmullo de oraciones ni sacrificios más de con las ostentaciones que hemos dicho hacían los incas al Pachacámac en su adoración mental. luego visitó el templo del Sol, donde hubo muchos sacrificios y grandes ofrendas de oro y plata, visitó el ídolo Rímac, por favorecer a los yuncas, y por cumplir con las capitulaciones pasadas, mandó ofrecerle sacrificios y que los sacerdotes le consultasen el suceso de aquella jornada, y habiendo tenido respuestaque sería próspera, caminó hasta el valle que llaman los indios Huamán y los españoles la Barranca, y de allí envió los recaudos acostumbrados , de paz o guerra, a un gran señor llamado Chimu, que era señor de los valles que hay pasada la Barranca hasta la ciudad que llaman trujillo, que los más principales son cinco y han por nombre parmunca, Huallmi, Santa, Huanapu y Chimu, que es donde está agora Trujillo, todos cinco hermosísimos valles, muy fértiles y poblados de mucha gente, y el curaca principal se llamaba el poderoso Chimu, del nombre de la provincia donde tenía su corte. Este se trataba como Rey, y era temido de todos los que por las tres partes confinaban con sus tierras, es a saber, al levante, al norte y al sur, porque el poniente dellas está en la mar. El grande y poderoso Chimu, habiendo oido el requerimiento del Inca, respondió diciendo que estaba aprestado, con las armas en las manos, para morir en defensa de su patria, leyes y costumbres, y que no quería nuevos dioses, que el Inca se enterase desta respuesta, que no daría otra jamás. Oída la determinación del Chimu, caminó el príncipe Inca Yupanqui hasta el valle de parmunca, donde el enemigo le esperaba. El cual salió con un buen escuadrón de gente a escaramuzar y tentar las fuerzas de los incas; peleó con ellos mucho espacio de tiempo, por les defender la entrada del valle, mas no pudo hacer tanto que los enemigos no le ganasen la entrada y el sitio donde se alojaron, aunque con muchas muertes y heridas de ambas partes. el príncipe, viendo la resistencia de los yuncas, por quer no tomasen ánimo por ver poca gente de su ejército, envió mensajeros al inca, su padre, dándole cuenta de lo hasta allí sucedido y suplicándole mandase enviarle veinte mil hombres de guerra, no para los trocar con los del ejército, como se había hecho con las conquistas pasadas, sino para abreviar la guerra con todos ellos, porque no pensaba dar tanto espacio a los enemigos como se había hecho con los pasados, y menos con aquellos, porque se mostraban más soberbios.
Despachados los mensajeros, aprietó la guerra por todas partes el inca, en la cual se mostraban muy enemigos del poderoso Chimu los dos curacas, el de Pachacámac y el de Runahuánac, porque en tiempos atrás, antes de los incas, tuvo guerra cruel con ellos sobre los términos y los pastos y sobre hacerse esclavos unos a otros, y los traía avasallados. Y al presente, con el poder del inca, querían vengarse de los agravios y ventajas recibidas, lo cual sentía el gran Chimú más que otra cosa alguna, y hacía por defenderse todo lo que podía.
La guerra anduvo muy sangrienta entre los yuncas, que por la enemistad antigua hacían en serviciode los Incas más que otra nación de las otras; de manera que en pocos días ganaron todo el valle de parmunca y echaron los naturales dél al de Huallmi, donde también hubo reencuentros y peleas, mas también poco pudieron defenderloy se retiraron al valle que llaman Santa, hermosísimo en aquel tiempo entre todos los de la costa, aunque en éste casi desierto, '''por haberse consumido sus naturales como en todos los demás valles'''. los de Santa se mostraron más belicosos que los de Huallmi y Parmunca: salieron a defender su tierra; pelearon con mucho ánimo y esfuerzo todas las veces que se ofreció pelear; resistieron muchos dias la pujanza de los contrarios, sin reconocerles ventaja, hicieron tan buenos hechos que ganaron honra y fama con sus propios enemigos; esforzaron y aumentaron las esperanzas de su curaca, el gran Chimu. El cual, confiado en la valentía que los suyos mostraban y en ciertas imaginaciones que publicaba, diciendo que el príncipe, como hombre regalado y delicado se cansaría presto de los trabajos de la guerra y que los deseos de amores de su corte le volvieran aína de regalos della, y que lo mismo haría de la gente de guerra el deseo de ver sus casas, mujeres, y hijos; cuando ellos no quisiesen irse, el calor de su tierra los echaría della, o los consumiría, si porfiasen a estarse quedos. Con estas vanas imaginacionesporfiaba obstinadamente el soberbio Chimu en seguir la guerra, sin acceptar ni oir los partidos que el Inca le enviaba a sus tiempos. Antes, para descubrir por entero su pertinecia, hizo llamamiento de la gente que tenía en los otros valles de su estado, y como iban llegando los suyos, así iba esforzando la guerra, más y más cruel de día en día. Hubo muchos muertos y heridos en ambas partes,cada cual dellos hacía por salir con la victoria; fue la guerra más reñida que los incas tuvieron hasta entonces.Mas con todo eso, los capitanes y la gente principal de ´Chimu, mirándolo desapasionadamente, holgaron que su curaca abrazara los ofrecimientos de paz y amistad que hacía el Inca , cuya pujanza entendían que a la corta o a la larga no se podían resistir. Empero, por acudir a la voluntad de su señor,sufrían con esfuerzo y paciencia los trabajos de la guerra, hasta ver llevar por esclavos sus parientes, hijos, mujeres y no osaban decirle lo que sentían della.
 
Cap.XXXIII. Entre tanto que la guerra se hacía tan cruel y porfiada, llegaron los veinte mil soldados que el príncipe pidió de socorro; con los cuales reforzó su ejército y reprimió la soberbia y altivez de Chimu, trocada ya en tristeza y melancolía por ver trocadas en contra sus imaginadas esperanzas, porque vió, por una parte, doblado el poder de los incvas, cuando pensaba que iba faltando, por otra, sintió la flaqueza de animo que lossuyos mostraron de ver el nuevo ejército del enemigo, que como mantenían la guerra días había, más por condescender con la pertinencia de su señor que por esperanza que hubiesen tenido de resistir al inca, viendo ahora sus fuerzas tan aumentadas desmayaron de golpe, y los más principales de sus parientes se fueron a Chimú (Chanchán) y le dijeron que no durase la obstinación hasta la total destruición delos suyos, sino que mirase que era ya razón aceptar los ofrecimientosdel Inca, siquiera porque sus émulos y enemigos antigüos no enriqueciesen tanto con los despojos que cada día les ganaban, llevándose sus mujeres y hijos para hacellos esclavos; lo cual se debía remediar con toda brevedad, antes que el daño que fuese mayor y antes que el príncipe, por su dureza y rebeldía, cerrase las puertas de su clemencia y mansedumbre y los llevase a fuego y a sangre. Con esta plática de los suyos (que más le apareció amenaza y reprehensión que buen consejo ni aviso), quedó del todo perdido el bravo Chimu, sin saber dónde acudir a buscar remedio ni a quien pedir socorro; porque sus vecinos antes estaban ofendidos con su altivez y soberbia que no obligados a ayudarle, su gente acobardada y el enemigo pujante. Viéndose pues, tan alcanzado de todas partes, propuso en sí de admitir los primeros partidos que el príncipe le enviase a ofrecer, mas mo pedirlos él, por no mostrar tanta flaqueza de ánimo y falta de fuerzas. Así, encubriendo a los suyos esta intención, les dijo que no faltaban esperanzas y poder para resistir al Incay salir con honra y fama de aquella guerra mediante el valor de los suyos. Que se animasen para defender su patria, por cuya salud y libertad estaban obligados a '''morir peleando''', '''y no mostrasen pusilanimidad''' , que las guerras tenían de suyo ganar unos días y perder otros, que si al presente les llevaban algunas de sus mujeres por esclavas, se acordasen cuántas más habían traido ellos de las de sus enemigos, y que él esperaba ponerlas presto en libertad; que tuviesen ánimo y no mostrasen flaqueza pues nunca sus enemigos en lo pasado se la habían sentido, ni era razón que al presente la sintiesen; que se fuesen en paz y estuviesen satisfechos, que cuidaba más de la salud de los suyos que de la suya propia. Con estos flacos consuelos y esperanzas tristes, que consistían más en las palabras que en el hecho, despidió el gran Chimú a los suyos, quedando harto afligido por verles caidos de ánimo; mas, con todo el mejor semblante que pudo mostrar, entretuvo la guerra hasta que llevaron los recaudos acostumbrados del Inca, ofreciéndole perdón, paz y amistad, según que otras muchas veces se había hecho con él. Oído el recaudo, po mostrarse todavía entero en su dureza, aunque ya la tenía trocada en blandura, respondió que el no tenía propósito de aceptar partido alguno.; mas que por mirar por la salud de los suyos, se aconsejaría con ellos y haría lo que bien las estuviese. Luego mandó llamar sus capitanes y parientes y les refirió el ofrecimiento del Inca y les dijo mirasen en aquel caso lo que a todos ellos conviniese, que, aunque fuese contra su voluntad, obedecería al Inca por la salud dellos.
Los capitanes holgaron mucho de sentir a su curaca en alguna manera apartado de la dureza y pertinencia pasada, por lo cual, con más ánimo y libertad, le osaron decir resolutamente que era muy justoobedecer y tener por señor a un príncipetan piadoso y clemente como el Inca, que, aun teniéndolos casi rendidos, los convidaba con su amistad.
Con este resoluto parecer, dado más con atrevimiento y osadía de hombres libres que con humildad de vasallos, se dio el ppoderoso Chimúpor convencido en su rebeldía, y mostrandoestar ya fuera della , envió sus embajadores al Príncipe Inca Yupanqui, diciendo suplicaba a su alteza no faltase para los suyos y para él la misericordia y clemencia que los Incas, hijos del Sol, habían usado en todas las cuatro partes del mundo que habían sujetado, pues a todos los culpados y pertinaces como él los había perdonado; que se conocía en su delicto y pedía perdon, confiado en la esperiencia larga que da la clemencia de todos los incas, sus antepasados, se tenía; que Su Alteza no se lo negaría, pues se preciaba tanto del renombre amador y bienhechor de pobres, y que suplicaba por el mismo perdón para todos los suyos, que tenían menos culpa que no él, porque habían resistido a su alteza más por obstinación de su curaca que por voluntad propia.
Con la embajada holgó mucho el Príncipe, por haber acabado aquella conquista sin derramar la sangre que se temía; recibió con mucha afabilidad los embajadores; mandólos regalar y decir que volviesen por su curaca y lo llevasen consigo para que oyese el perdón del Inca de su misma boca y recibiese las mercedes de su propia mano , para mayor satisfacción suya.
El bravo Chimu, domado ya de su altivez y soberbia, pareció ante el Príncipe con otra tanta humildad y sumisión, y, derribándose por tierra, le adoró y repitió la misma súplica quecon su embajadorhabía enviado. El príncipe, por sacarle de su aflicción que mostraba, lo recibió amorosamente; mandó a dos capitanesque lo levantasen del suelo, y, habiéndole oído, le dijo que le perdonaba todo lo pasado y mucho más que hubiera hecho, que no había ido a su tierra a quitarle su estado y señorío, sino a mejorarle en su idolatría, leyes y costumbres, y que en confirmación de lo que decía, si Chimu temía haber perdido su estado, le hacía merced y gracia del, para que lo poseyese con toda seguridad, con que echados por tierra sus ídolos, figuras de peces y animales, adorasen al Sol y sirviesen al inca, su padre.
Chimú, alentado y esforzado con la afabilidad y buen semblante que el Príncipe le mostró y con las palabras tan favorables que le dijo, le adoró de nuevo y respondió diciendo que el mayor dolor que tenía era no haber obedecido la palabra de tal señor luego que la oyó. Que esta maldad, aunque ya Su Alteza se la tenía perdonada, la lloraría en su corazón toda su vida, y en lo demás cumpliría con mucho amor y voluntad lo que el Inca le mandase, así en la religión como en las costumbres.
Con esto se asentaron las paces y el vasallaje de Chimú, a quien el Inca hizo mercedes de ropa de vestir para él y para sus nobles; visitó los valles de su estado, mandólos ampliar e ilustrar con edificios reales y grandes acequias que de nuevo se sacaron, para regar y ensanchar las tierras de labor, en mucha más cantidad que las que tenía antes, y se hicieron pósitos, así para las rentas del Sol y del Inca como para socorrer los naturales en años de esterilidad, todo lo cual era de costumbre antigua mandarlo hacer los Incas. Particularmente en el valle de Parmunca, mandó el Príncipe se hiciese una fortaleza en memoria y trofeo de la victoria que tuvo contra el Rey Chimú, que la estimó en mucho, por haber sido la guerra muy reñida de ambas partes y porque la guerra se empezó en aquel valle, mandó se hiciese la fortaleza en él. Hiciéronla fuerte y admirable en el edificio y muy galana en pinturas y otras curiosidades reales. Mas los estranjeros no respectaron lo uno ni lo otro, para no derribarla por el suelo; todavía quedaron algunos pedazos que sobrepujaron a la iñorancia de los que la derribaron, para muestra de cuán grande fue.
Dada la orden y traza de lo que se ha dicho, y dejado los ministros necesarios para el gobierno de la justicia y de la hacienda y la gente de guarnición ordinaria , dejó el Príncipe a Chimú muy favorecido y contento en su estado , y el se volvió al Cozco, donde fue recibido con la solenidad de triunfo y fiestas que de otras jornadas hemos dicho, las cuales duraron un mes. .|[[Inca Garcilaso de la Vega]], ''Comentarios reales de los incas''}}''
 
Los '''chimúes''' surgen al decaer el [[Imperio wari]] entre los [[siglo X|siglos X]] a [[siglo XV|XV d. C]].