Diferencia entre revisiones de «Abimael Guzmán»

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== La Otra Historia ==
Gonzalo, de nombre oficial Abimael Guzmán Reynoso. Nació el 4 de diciembre de 1934 en Mollendo, capital de la provincia de Islay, departamento de Arequipa (Perú), la misma región donde nació José Carlos Mariátegui. Fue hijo natural de Abimael Guzmán Silva y de Berenice Reynoso, que fallece en 1939. Sus primeros años los pasa en Mollendo, donde cursa la educación primaria, residiendo allí hasta los 12 años. En 1946 viaja a Lima, continuando sus estudios en el colegio Dos de Mayo del Callao. Un año después, en 1947, regresa a Arequipa y se matrícula en el colegio religioso de La Salle. En este centro se convertiría en un alumno destacado, llegando a ser el primero de su promoción en el 3º y 4º curso de secundaria y el segundo en el 5º curso. A los 19 años ingresó en la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa (1953), estudiando derecho y filosofía, carreras que concluyó con dos brillantes tesis: Acerca del Estado democrático-burgués y Acerca de la teoría kantiana del espacio, respectivamente. Muchos tiempo después diría Gonzalo sobre estos años: “Me gusta la ciencia, en mis tiempos iniciales, universitarios, me matriculé en abogacía porque debía tener una profesión, pero me gustaba la filosofía y me aboqué a ella y en la filosofía descubrí la ciencia, me dediqué bastante a estudiar cuestiones de matemáticas, de física; la física me parece una ciencia extraordinaria, bien puesto está cuando se dice que es "aventura del pensamiento". El problema de la ciencia está en que los científicos, cuyo punto de partida es materialista, son buenos mientras se mantienen dentro de la ciencia, pero cuando quieren ir hacia la filosofía u otros terrenos, si no son materialistas desbarran en idealismo, hasta a Einstein le ha pasado eso. Me gusta la ciencia, me parece una cosa extraordinaria; esta afición por la ciencia se puede ver en la tesis que hice para el bachillerato en filosofía, es un análisis del tiempo y el espacio en Kant desde el punto de vista del marxismo, utilizando la matemática y la física, me gustaría volver a leerla, porque no hay tiempo ahora para volver a estudiar todo eso, pero no tengo ni un ejemplar”. Diversos testimonios aseguran su indiscutible talento como estudiante de filosofía y leyes: “Fue uno de los mejores estudiantes de una época que se caracterizó por tenerlos brillantes… Era un teórico del más alto nivel… Creo que, en el Perú, su nivel está al lado de Mariátegui.” Así lo describe el conocido doctor en filosofía, Miguel Ángel Rodríguez, profesor principal de esta Universidad en aquella época. Posteriormente, en 1958, tiene lugar su incorporación a la actividad política, afiliándose como militante de base al Comité Regional de Arequipa del Partido Comunista del Perú. En 1959 obtuvo el puesto de profesor de matemáticas en la Universidad de San Agustín, donde había sido sobresaliente estudiante, siendo reconocido como un gran docente. A partir de aquí inicia una fructífera carrera en la docencia universitaria. En 1962 acepta la invitación que le hiciera el prestigioso antropólogo Efraín Morote Best -elegido ese mismo año rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (Ayacucho)- para incorporarse como catedrático a dicha Universidad, que había reiniciado sus actividades en 1959 y se había convertido en un centro de atracción para prestigiosos docentes de diversas universidades del país: “Efraín Morote Best puso vida y pasión, energía, voluntad y talento en la tarea de construir y desarrollar la Universidad de Huamanga, alcanzando las metas que se había propuesto y convirtiendo dicha institución en un ejemplo no repetido en el Perú en lo referente a educación superior universitaria. En esta tarea no estuvo solo, fue acompañado por un brillante conjunto de profesionales e intelectuales que destacaran en sus especialidades a nivel nacional y en el extranjero. En la Universidad de Huamanga, durante el rectorado de Morote Best, concurrieron especialistas nacionales y extranjeros de la más alta calificación, que fueron motivados e incorporados a compartir y plasmar un ideal universitario gracias a la orientación, personalidad, entusiasmo, dedicación y ejemplo vivo que fue, como maestro universitario, Efraín Morote Best”. De la capacidad intelectual y de sus extraordinarios méritos como profesor, ha dado cuenta el propio Efraín Morote, poco antes de fallecer, en 1988 en un reportaje realizado por El Diario: “Pocas veces el Perú ha visto un hombre de la inteligencia y talla del Doctor Guzmán. Junto con su elevado intelecto, era una persona sencilla, llena de virtudes, de ideas sólidas y convencida de los cambios revolucionarios que le deparaban al Perú, una personalidad como ninguna otra, digna de aprecio.” Otro testimonio valioso lo da el ensayista y escritor, Miguel Gutiérrez, que trabajó como profesor en la Universidad de Huamanga. El literato narra en uno de sus libros (La Generación del 50: un mundo dividido): “Qué otra cosa se puede decir de Abimael Guzmán… Su trabajo paciente y anónimo a lo largo de más de 20 años, su indiferencia frente a la fama barata por la que se desviven tantos intelectuales, y una vida austera, todo este comportamiento, toda esta actitud configura a un intelectual diferente, de nuevo tipo, abrasado por una única y absoluta pasión-llama, fuego, hoguera, lumbre, combustionada por el desarrollo crítico y radical del pensamiento. ” En tono más completo añade el escritor Gutiérrez: “Yo lo conocí, y ahora lamento no haberme acercado más a él, no haberme hecho su amigo, entre el 68 y 70 cuando trabajaba como profesor en la Universidad San Cristóbal de Huamanga.” El ensayista cuenta su impresión respecto a una de las conferencias dictadas por el Doctor Guzmán en dicha Universidad: “Desde luego, llegué a mitad de la conferencia, con un auditorio totalmente repleto. Yo detestaba (hasta ahora detesto) la demagogia y el academismo. Pero apenas pude acomodarme de pie y prestar atención me sentí sobrecogido por una forma de exposición desconocida para mí; no había nada de demagogia ni de fatuidad academicista y mucho menos histrionismo en los gestos y la voz. Pronto comprendí que el suyo era un pensamiento situado, con una definida situación de clase. Su discurso, que apelaba a la razón antes que al sentimiento, era incisivo, irónico, sarcástico, y me hizo recordar a Lenin y a Engels en su Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Y asimismo, sin caer en la canalización, tenía la virtud de hacerse comprender; después lo escuché hablar en el local del Frente de Defensa del Pueblo para un auditorio de masas pobres que tenían sus casuchas en las laderas de los cerros, e igualmente Guzmán llegaba a ellos sin ninguna dificultad.” En Ayacucho se intentaba configurar un nuevo tipo de universidad, estrechamente vinculada a las masas populares del ámbito rural, y el joven profesor Guzmán fue uno de los que acudiría a la llamada del antropólogo Efraín Morote, que años después expresaba así su filosofía científica: “Las ciencias sociales son ciencias altamente comprometidas y sus labradores sirven, explícita o implícitamente, las causas del inmovilismo, de la reforma o del cambio, debiendo anotarse que el inmovilismo es una forma de necrofilia con cada vez más escasos adictos y que el reformismo es una costurería/remendataria de ineficacia probada. Yo, desde luego, me defino por el cambio. No puede ser de otra manera si vivo en el país en el que vivo; un país injustamente desdichado pero en cuyo brillante futuro confío”. Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga La repercusión social que alcanzó la Universidad en la región andina de Ayacucho fue muy grande. En los años sesenta y setenta, más de la mitad de los estudiantes matriculados en la UNSCH procedían de las provincias pobres de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac, concentrándose el 40% de los mismos en la Facultad de Educación, en la que impartía docencia Gonzalo. Gonzalo continuaría en Ayacucho la militancia política que asumiera en Arequipa, incorporándose al Comité Regional de Ayacucho del PCP, en el que integraría una célula de intelectuales. Al mismo tiempo se convierte en uno de los principales impulsores del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), creado en 1961 por iniciativa de la juventud comunista de la universidad huamanguina. En poco tiempo el FER de Gonzalo se convertiría en la organización estudiantil con mayor apoyo e influencia de la UNSCH. En la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Gonzalo impartiría cursos de Ciencias Sociales, desempeñando desde 1963 el cargo de delegado de esa cátedra en el Consejo Ejecutivo de la Universidad. Más tarde se trasladó a la Facultad de Educación, donde alcanzó una gran influencia. En estos años estudia quechua para favorecer su interés de acercarse al campesinado y a su problemática. De esta etapa diría años más tarde Gonzalo: “Luego mi viaje a Ayacucho por razones de trabajo y por un tiempo corto a mi entender, un tiempo corto que duró años, pensaba que iba a ser un año, porque así estaban las circunstancias, pero uno se propone y la clase dispone, la masa y el pueblo hace de uno muchas cosas. Ayacucho me sirvió para descubrir al campesinado; entonces Ayacucho era un pueblo muy pequeño, mayormente campo, si uno va a las barriadas, incluso hoy, hay campesinos y si uno sale un cuarto de hora ya está en el campo. Ahí también empecé a entender al Presidente Mao Tsetung, avancé en comprender el marxismo; la contienda entre marxismo y revisionismo ha tenido mucha importancia en mi formación”. Desde 1964 Gonzalo desempeña el cargo de Director del Ciclo Básico de Estudios Generales. Ese mismo año de 1964 contrajo matrimonio con Augusta La Torre, alumna de la Universidad, con la que no tuvo descendencia.
 
En 1965 Gonzalo llevaría a cabo el primero de sus viajes a la República Popular China, participando en las charlas que se dictaban en la escuela Político-Militar de Shangai, dirigida por Mao Tse-tung, para la formación de los comunistas latinoamericanos. El segundo de sus viajes a este país lo realizaría Gonzalo en 1969. La importancia que estos viajes tuvieron en la formación intelectual y política de Gonzalo fue enorme, contribuyendo, entre otras cosas, a mejorar su comprensión sobre la figura de José Carlos Mariátegui, fundador del Partido Comunista del Perú y uno de los intelectuales más relevantes del país andino:
 
“Para mí es ejemplo y recuerdo imborrable, una gran lección; y un gran paso en mi formación, el haberme formado en la más alta Escuela de marxismo que ha tenido la Tierra”
 
“Mi estadía en China ha sido una experiencia imborrable. También he estado en otra ocasión, cuando la Gran Revolución Cultural Proletaria comenzaba, solicitamos se nos explicara el Pensamiento Mao Tsetung, según entonces se decía; nos han enseñado nuevamente y eso me ayudó a comprender más o un poco más, mejor diría. Hay una cosa que parece irónica, he comenzado a apreciar y valorar a Mariátegui al entender al Presidente Mao Tsetung; como él nos exige aplicar con creatividad, volví a estudiar a Mariátegui y comprendí que teníamos un marxista-leninista de primera línea, había analizado a fondo nuestra sociedad. Parece irónico, pero es verdad”. La reivindicación de la trascendencia histórica y vigencia de José Carlos Mariátegui sería una de las constantes en el pensamiento de su etapa de profesor universitario. Eran años de una gran efervescencia intelectual en la universidad peruana y fueron muchos los que acudieron al apasionante debate que estaba desarrollándose para el esclarecimiento del proceso histórico y de la naturaleza económica y social del país andino. Pero este apasionante debate no tenía solamente una vertiente intelectual. El Perú de finales de los sesenta se dirigía rápidamente hacia una situación objetivamente revolucionaria, y la correcta comprensión del carácter de la sociedad se vislumbraba como una necesidad perentoria para aquellos que pretendían abocarse a la transformación social. De los términos en los que se resolviera ese debate dependía el rumbo político que la revolución debía adoptar. Igual que había sucedido en otras ocasiones, las exigencias políticas de la lucha de clases darían lugar a los mayores avances en el ámbito de las ciencias sociales. Se discutía si el Perú era un país capitalista, predominantemente capitalista, semifeudal, neocolonial, semicolonial, etc. En este contexto, el redescubrimiento del amauta –como se conocía también a Mariátegui- por Gonzalo adquirió gran repercusión. Efectivamente, en sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Mariátegui definió al Perú como un país semifeudal y semicolonial, conceptualización que Gonzalo retomaría para desarrollarla, aplicando al caso peruano el concepto maoísta del Capitalismo Burocrático. Y este redescubrimiento de Mariátegui a la luz del pensamiento de Mao Tse-tung le permitió comprender como el amauta, de hecho, había anticipado ya hacía mucho tiempo esta trascendental tesis de Mao:
 
“El párrafo [de Mariátegui] transcrito plantea que en el Perú se desarrolla el capitalismo, pero un capitalismo sometido al control del imperialismo norteamericano, principalmente, no un capitalismo que permita una economía nacional y una industrialización independiente; sino todo lo contrario, un capitalismo en función de la metrópoli imperialista que no consiente una verdadera economía nacional que sirva a nuestra nación, ni una industrialización independiente, implicando que ambas exigen previamente el quebrantamiento del dominio imperialista. Así, Mariátegui no niega el desarrollo del capitalismo en el país, sino que precisa el tipo de nuestro capitalismo; un capitalismo en un pueblo semifeudal que vive en la época de los monopolios y de la reacción política, un capitalismo que a medida que se desarrolla acentúa nuestra condición semicolonial; un capitalismo que engendra una burguesía compradora ligada al imperialismo norteamericano. En síntesis, un capitalismo burocrático desde el punto de vista de Mao Tsetung. Esta es la comprensión válida y vigente que Mariátegui tuvo del carácter de la sociedad peruana; los Estudios e investigaciones posteriores sólo han confirmado y precisado las acertadas tesis sustentadas por nuestro fundador”. [José Carlos Mariátegui] En 1969 tuvieron lugar los sucesos de Huanta. En junio de ese año, el gobierno militar del general Velasco Alvarado promulga el decreto 006 que atacaba los beneficios de la educación gratuita. Esto provocó un importante movimiento de protesta, cuya dirección es ejercida por el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho, que había surgido unos años antes, precisamente, para defender la Universidad ante los intentos gubernamentales de llevar a cabo recortes presupuestarios. La lucha por la gratuidad de la enseñanza, dirigida por el PCP de Gonzalo, alcanzó en la localidad de Huanta una gran trascendencia, incorporándose a ella los campesinos. La violenta represión desatada por el gobierno militar contra campesinos, profesores y estudiantes –el propio Gonzalo sería encarcelado- no pudo derrotar el movimiento, por lo que el denostado decreto fue finalmente retirado.
 
En 1970 Gonzalo fue nombrado Director de Personal Académico Administrativo y de Servicios de la UNSCH. Mientras, otro destacado profesor comunista, Antonio Díaz Martínez, accedía a la jefatura del departamento de Bienestar Estudiantil. La presencia de ambos en estos importantes cargos directivos expresaba el prestigio e influencia crecientes que habían conseguido en la universidad huamanguina.
 
Aparte de las personas que lo conocieron de cerca existe la versión de historiadores y estudiosos que han intentado interpretar el fenómeno de la lucha armada a través de la personalidad de Gonzalo. Uno de ellos, es el antropólogo Manuel Jesús Granados que afirma: “Los que conocieron a Abimael Guzmán en cualquiera de las etapas de su vida, lo señalan con un gran número de cualidades personales, las que irían perfilando al futuro líder. A lo ya dicho de su escuchar atento en las conversaciones, su disciplina académica, su trato respetuoso, se podría agregar, como rasgo principal, la lucidez de su pensamiento (el cuidado de los detalles más insignificantes, pues sabía que las cosas pequeñas enmascaran por lo general, los grandes acontecimientos). Sus exposiciones, de gran claridad, eran seguidas por profesores, estudiantes y representantes de los organismos populares… Todos estos rasgos concuerdan con el perfecto dominio personal que demostraba: no se le vio borracho, no se conocían vicios privados. En resumen, era un carácter altamente disciplinado.” (Reproducido del libro Gonzalo, el Mito, de Julio Roldán)
 
El mismo Julio Roldán, investigador social y profesor universitario afirma:
 
“Se dice que el tiempo le alcanzaba para todo, no sólo para hablar y escuchar temas de carácter ideológico, político u organizativo, sino que incluso para tratar problemas personales. Jamás cortaba a sus interlocutores, tenía la paciencias de escuchar todo lo que deberían y querían decir. En las reuniones partidarias o de otro organismo, esta actitud se repetía con mayor razón; mientras otros hablaban, escuchaba, observaba y tomaba apuntes, incluso recuerda un senador de la República; su asombrosa memoria llegaba incluso a corregir en algunas oportunidades a los encargados de tomar apuntes o actas oficiales. Comentan que tenía una capacidad envidiable de resistencia; en algunos casos, pasaba de 10 a 15 días en los eventos, durmiendo sólo un par de horas diarias.” Paralelamente a sus actividades académicas, Gonzalo continuó desarrollando una intensa actividad política, dirigiendo la organización del Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas, el Movimiento Clasista Barrial, el Movimiento Juvenil Popular, la Federación de Barrios de Ayacucho, el Movimiento de Campesinos Pobres, el Frente Revolucionario de Estudiantes Secundarios de Ayacucho, el Movimiento Femenino Popular y el Centro de Trabajo Intelectual Martiátegui. En 1973 se le diagnosticó bosinafilia (falta de pigmentación en la piel) y en 1974, soriasis. En 1975 Gonzalo fue cesado como docente en la UNSCH, pasando a la clandestinidad. Progresivamente le irían acompañando el resto de los profesores del Partido. Viaja, entonces, por última vez a China, junto a los también docentes de esa Universidad y dirigentes del PCP, Antonio Díaz Martínez y Osmán Morote Barrionuevo, hijo del rector Efraín Morote. En 1980 Gonzalo, convertido ya en máximo dirigente del Partido Comunista del Perú y conocido como Presidente Gonzalo, pasa a ejercer la dirección de la Guerra Popular que inicia ese año su partido y que en poco tiempo alcanza una enorme dimensión. La feroz represión desatada por el Gobierno contra la revolución comunista se dirigiría también contra la propia Universidad y sus estudiantes, llegándose incluso a los asesinatos de alumnos y profesores por parte de las Fuerzas Armas peruanas. “Para 1989 era claro que para un sector de las fuerzas armadas la estrategia contra subversiva pasaba por la eliminación de la institución universitaria, por considerarla un nido de subversivos”. El 12 de septiembre de 1992 Gonzalo es capturado por la policía en Lima y desde ese momento permane encarcelado ilegalmente y en aislamiento absoluto tras ser juzgado por una corte militar de jueces encapuchados, proceso que posteriormente sería declarado nulo. Recientemente se ha celebrado un nuevo proceso judicial en el que también se ha vulnerado el propio ordenamiento jurídico del Estado peruano, al impedir al acusado expresarse en juicio público y abierto por el temor a lo que éste pudiera expresar. La condena -decidida de antemano- fue dictada el 13 de octubre de 2006, siendo Gonzalo, el teórico y revolucionario marxista más importante de esta época, condenado a cadena perpetua por el delito de "Terrorismo contra el Estado".
 
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