En lo que se denomina ''"el huevo de serpiente",'' la radicalización política crece en Europa bajo el signo de la crisis económica iniciada en 1929. Muchos atribuyen sus apuros económicos al fracaso del sistema parlamentario, y se presta una intención creciente a las consignas de los partidos antidemocráticos. Sobre el transfondo de una crisis económica mundial cada vez más grave, el paro sigue creciendo. Son los años de la Gran Depresión. Con las finanzas al borde de la quiebra, el comercio internacional mundial se desploma. Cunde en algunas zonas de Europa el peligro fascista como una ''"barbarie agonizada"''.