Diferencia entre revisiones de «Asedio en la Antigua Grecia»

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==Las armas incendiarias==
 
[[Archivo:Greekfire-madridskylitzes1.jpg|thumb|400px|Uso del fuego griego, según un manuscrito bizantino.]]
arrojaron popo y '''perritos bailarines'''que le gustaban a '''mario'''
Una arma tan primitiva como el fuego no dejó de representar durante toda la [[Antigüedad]] un papel importante en la guerra de asedio, porque la madera continuó siendo un material esencial en la arquitectura civil e incluso pasó a formar una parte esencial en la composición de los puntos más expuestos de las fortificaciones (puertas, caminos de ronda y empalizadas diversas), y también debido a los perfeccionamientos que se produjeron en las armas incendiarias para terminar con los sistemas de protección imaginados por los defensores.
 
A menudo se limitaba a crear inmensas hogueras, calculando con atención la dirección del viento. Los asaltantes lanzaban [[brea|pez]] y [[azufre]] sobre ella para activar la combustión, mientras que los asediados creaban frente a sus edificaciones pantallas de piel fresca y lanzaban contra la hoguera agua, tierra y vinagre (cuyas cualidades como [[Agente extintor de incendios|extintor]] eran muy apreciadas por los antiguos). También se supo desde muy pronto cómo actuar a distancia y con mayor precisión. Desde las [[Guerras Médicas]] se utilizaban flechas forradas de estopa encendida. Durante la [[Guerra del Peloponeso]] se pusieron a punto una especie de ''lanzas-antorcha'' de las que [[Tucídides]] nos ha dejado una detallada descripción, que se probaron contra el atrincherado ateniense de [[Delio]], en el invierno del [[años 420 a. C.|424 a. C.]] dice Tucídides:
{{cita|[...] los [[Beocia|beocios]]...utilizaron una máquina que venció. He aquí cómo era: tras haber cortado en dos una larga viga, la vaciaron por completo y unieron con exactitud las dos partes para hacer una especie de tubo; en el extremo suspendieron, mediante cadenas, un caldero, dentro del cual penetraba, desde la viga, un pico de fuelle de hierro que hacía escuadra; el resto de la madera también estaba revestida de hierro en gran parte de su longitud. Empujaban desde lejos las máquinas, con carros, contra la muralla en los sitios en donde había más sarmientos y madera; después, cuando estaba cerca, introducían grandes fuelles en el extremo de la viga que estaba en su lado y los accionaban. El aire, que llegaba con presión al caldero, lleno de carbones encendidos, de azufre y de pez, encendía una gran llama; lo que prendía fuego a la muralla, tanto y tan bien, que nadie podía permanecer en ella; los hombres la abandonaron y huyeron y, de este modo, se conquistó el muro.<ref>Tucídides, ''[[Historia de la Guerra del Peloponeso]]'', iv, 100, 1-4.</ref>}}
 
Estos procedimientos se perfeccionaron y se diversificaron a partir del siglo IV&nbsp;a.&nbsp;C., teniendo a menudo los asediados cada vez más y mejores medios para destruir las obras de carpintería que los asaltantes levantaban delante de sus murallas. Se inventaron entonces numerosos tipos de ''erizos'' incendiarios, de concepto análogo al que describe así [[Eneas el Táctico]]:
{{cita|Preparad dos garrotes semejantes a manos de mortero, pero mucho mayores; en ambos extremos clavad clavos de hierro, unos pequeños, los otros grandes y, en el resto del garrote, por todo su contorno, arriba y abajo, pequeños paquetes de virulentos productos incendiarios. El objeto debe tener el aspecto de un rayo tal y como es representado. Hay que lanzarlo contra la máquina que avanza, preparándolo de tal manera que se quede clavado a ella y que, como está fijo, el fuego sea persistente.<ref>Eneas el Táctico, ''Poliorcética'', xxxiii, 2.</ref>}}
 
Las recetas de los productos incendiarios fueron refinándose.<ref> M. Mercier: ''Le feu grégois. Les feux de guerre depuis l’antiquité. La poudre à canon''; J. R. Partington: ''A history of Greek fire and gundpower'' (pág. 141).</ref> Eneas recomendaba utilizar «una mezcla de pez, azufre, estopa, incienso en polvo y serrín de pino».<ref>Eneas el Táctico: ''Poliorcética'', xxxv.</ref> Tras las expediciones de Alejandro se usaron a veces fuegos líquidos, como el [[asfalto]] o el [[betún]] líquido. En el [[siglo III]], [[Sexto Julio Africano|Julio el Africano]] preconizaba incluso el empleo de un fuego «autónomo», que era un anuncio del [[fuego griego]] inventado por [[Calínico]] de [[Heliópolis]] hacia el [[668]]-[[673]]:
{{cita|A mediodía, a pleno sol, se tritura en un mortero negro, a partes iguales, azufre natural, sal gema, ceniza, piedra del cielo y pirita. Después se añade jugo de moras negras y asfalto de Zante sin secar, todavía líquido (cada uno de estos productos a partes iguales), para conseguir un producto que se parezca al hollín. Después se le añade al asfalto una pizca de cal viva. Se debe triturar cuidadosamente a mediodía, a pleno sol, protegiéndose la cara, puesto que se inflamará súbitamente. Una vez que se haya producido, hay que recubrir el producto con un recipiente cualquiera de cobre, para poder conservarlo así listo en un bote, sin exponerlo nunca al sol. Ahora, si deseáis incendiar el equipo de vuestros enemigos o cualquier otro objeto, lo untaréis por la noche, a escondidas; cuando salga el sol, todo arderá<ref>Sexto Julio Africano, ''Cestes'', ii, 11</ref>}}
 
Sin embargo, [[Arquímedes]] lo haría mejor todavía si es cierto, como dicen autores tardíos, que en el [[años 210 a. C.|211&nbsp;a.&nbsp;C.]] lograra incendiar los [[armada romana|navíos romanos]] que participaban en el sitio de Siracusa utilizando espejos para captar el fuego del cielo.<ref>W. E. Knowles Middleton: ''Archimedes, Kircher, Buffon and the burning-mirrors'' (pág. 533-543).</ref>