Diferencia entre revisiones de «Matanzas de Paracuellos»

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En la madrugada del 7 de noviembre, el puesto de consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid había recaído en el joven [[Santiago Carrillo]]. Tenía 21 años y era el secretario general de las [[Juventudes Socialistas Unificadas]], una organización que contaba con 30.000 militantes en julio de 1936 y que constituía el resultado de la fusión entre las juventudes del PSOE y las del PCE. Carrillo provenía de las [[Juventudes Socialistas de España|socialistas]], alineadas con el ala izquierda del partido, liderada por [[Francisco Largo Caballero|Largo Caballero]]. Sin embargo, cuando se hizo cargo de la consejería, Carrillo había solicitado ya (el mismo día 6 de noviembre), junto con muchos de sus compañeros de la dirección de las JSU, el ingreso en el PCE, algo que desconocían en el PSOE.
 
Ya la célebre [[Causa General]] franquista mencionó a Carrillo en relación con las matanzas. En el capítulo 7 de ''Causa General. La dominación roja en España. Avance de la información instruida por el Ministerio Público'', ''Cárceles y asesinatos'',<ref>{{enlace roto|[http://www.causageneral.com/07.htm Causa General. La dominación roja en España. Avance de la información instruida por el Ministerio Público. Capítulo 7]|http://www.causageneral.com/07.htm}}</ref> Carrillo aparece mencionado una única vez, como consejero de Orden Público y responsable del nombramiento de Segundo Serrano Poncela como delegado de Orden Público, responsable a su vez del Consejo de la Dirección General de Seguridad, al que se le atribuye la responsabilidad de las matanzas. También en el Anexo 4, relativo a ''Las checas'', Carrillo es definido como presidente, junto con Serrano Poncela del Consejo, el cual procedió a las extracciones de presos, los cuales fueron asesinados por las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia<ref>{{enlace roto|[http://www.causageneral.com/04A.htm Causa General. La dominación roja en España. Avance de la información instruida por el Ministerio Público. Anexo IV. Las checas]|http://www.causageneral.com/04A.htm}}:{{cita|Disuelta la «checa» de Fomento, sus miembros se reparten. con autorización del Gobierno, parte de los fondos obtenidos en los saqueos, a razón de treinta mil pesetas cada "juez" de la "checa". sus mismos individuos formaron inmediatamente un Consejo de policía , presidido por los comunistas Santiago Carrillo y Segundo Serrano Poncela, a cuyo cargo quedó de un modo exclusivo el orden público en la Capital abandonada por el Gobierno rojo. El referido Consejo de Orden Público repartió a sus miembros entre las diversas cárceles de Madrid, y tras una brevísima selección, que ya había sido comenzada por el disuelto Comité de Investigación Pública, fueron extraídos de las prisiones, entonces abarrotadas, varios millares de presos de todas las edades (incluyendo menores de edad), profesiones y condiciones sociales, que fueron asesinados por las Milicias de Vigilancia improvisadas por el Gobierno rojo en Paracuellos del Jarama, Torrejón de Ardoz y otros lugares próximos a Madrid, donde reposan los restos de estas víctimas. Las órdenes que sirvieron para realizar estas extracciones aparecen firmadas por las autoridades rojas de orden público.}}</ref> (en relación con ello, el propio Carrillo afirmó que la imputación por parte del régimen franquista acerca de su culpabilidad se produjo sólo cuando fue elevado a la secretaría general del Partido Comunista de España, en la década de 1950, veinte años después de las masacres<ref>En una [http://www.elmundo.es/papel/2005/08/26/opinion/1851750.html entrevista] de Borja Hermoso publicada en el diario ''[[El Mundo (España)|El Mundo]]'', el 26 de agosto de 2005:{{cita|'''Pregunta'''.- En una entrevista, usted dijo que la matanza de 2.000 personas en Paracuellos no había sido tanto drama, en una guerra en la que morían miles y miles. Me pareció un poco cruel como frase...<br/><br/>'''Respuesta'''.- Y es normal que se lo pareciese. Usted no vivió aquella guerra, ni aquella época; felizmente para usted, vivió otra. Y no puede imaginarse lo que era Madrid. Y le voy a decir algo: la verdad es que, de lo de la matanza famosa de Paracuellos, a mí nadie me imputó eso hasta que no me convertí en secretario general del PCE, qué casualidad, ¿verdad? Y sin embargo, para ser sincero y para intentar zanjar de una vez esta cuestión, he de decir que yo no sabía ni que existía un pueblo llamado Paracuellos hasta mucho después de que se produjera la matanza. Yo no tuve nada que ver con aquello.}}</ref>). Pese a que S. Carrillo en muchas ocasiones ha negado su implicación en esta y otras muchas matanzas, informes procedentes de diferentes desclasificaciones acaecidas en Rusia muestran su implicación directa en unas ocasiones e indirecta en otras. Carrillo no ha podido desmentir estos últimos informes en los que se muestra a un joven impetuoso y decidido a poner fin a cuantas más vidas mejor sin pararse a pensar si son soldados, civiles, hombres, mujeres o niños. Este mismo ímpetu le permitió de igual manera quitarse de en medio diferentes competidores en su carrera política.
 
Autores desvinculadosclaramente identificados con los movimientos deel izquierdasfranquismo, como [[Ricardo de la Cierva]] (hijo, además, de un asesinado en Paracuellos), acusan a Santiago Carrillo de haber ordenado las matanzas.<ref>{{cita|[...] creo que quedan claras dos cosas: la tremenda responsabilidad de Santiago Carrillo en la decisión y ejecución de las represiones contra la quinta columna en Madrid; [...].|(Cierva 1994: 227)}}</ref> Tales acusaciones son habitualeslugar encomún todos losentre círculos de historiadoresla excepto en los deextrema izquierdaderecha,<ref>Como puede verse en la Fundación Francisco Franco ([http://www.generalisimofranco.com/noticias2/D170405.htm El «asesino de Paracuellos» ha experimentado el terror]), en minuto ditigal ([http://www.minutodigital.com/noticias/edit081005.htm El genocida Carrillo nuevamente ensalzado]), o en las consignas de los responsables de un intento de agresión a Santiago Carrillo ([http://www.libertaddigital.com/index.php?action=desanoti&cpn=1276249191 Simpatizantes de Falange intentan agredir a Carrillo al grito de "asesino"])</ref> donde la calificación de Carrillo como «genocida» y «asesino» es habitual, así como por parte de periodistas autodefinidos como liberales.<ref>[http://www.libertaddigital.com/index.php?action=desaopi&cpn=27621 Gabilondo, rector Horroris Causa], editorial de [[Federico Jiménez Losantos]] en Libertad Digital, con motivo de la concesión del doctorado ''honoris causa'' por la [[Universidad Autónoma de Madrid]], 19 de octubre de 2005:{{cita|...Santiago Carrillo Solares, [...] aparece como el máximo responsable de la mayor masacre de la historia contemporánea española...}}</ref><ref>Wenceslao Cruz, también de Libertad Digital, con motivo de las beatificaciones de víctimas de la Guerra Civil realizadas en octubre de 2007:{{cita|El máximo responsable de la matanza fue el Delegado de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, Santiago Carrillo, involucrado en el genocidio de miles de personas durante noviembre y diciembre de 1936.|[http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276233657 Una víctima del comunismo será el primer beato cubano]}}</ref> Familiares de los asesinados han acusado también a Carrillo, mostrándose convencidos también de su responsabilidad.<ref>Véase la entrevista con Luisa Soria de Clavería, hija de Arturo Soria Hernández (asesinado en Paracuellos) y nieto del destacado urbanista, que Ian Gibson incluye en su obra y la conclusión del propio Gibson: {{cita|Doña Luisa Soria de Clavería considera a Santiago Carrillo, director de Orden Público en Madrid en aquel momento, como máximo culpable de la muerte de su padre, así como de muchas víctimas más. Tratar de sugerir ante ellasella la posible inocencia de Carrillo resulta tarea azarosa e ingrata. Para ella, Carrillo no tuvo que mancharse personalmente las manos para ser un asesino. 'Su padre, Wenceslao, un socialista de pro, ha llorado de haber engendrado a tal hijo; eso me consta' nos ha dicho.|(Gibson 2005: 33-35)}}</ref> Autores como [[César Vidal]], [[Pío Moa]],<ref>En la bitácora de Pío Moa en Libertad Digital, Presente y pasado, del 16 de noviembre de 2006, [http://www.libertaddigital.com/bitacora/piomoa/comentarios.php?id=1624&num=2 Héroes de la izquierda]:{{cita|... El antiguo líder de las juventudes socialistas [Carrillo] quedará para la historia como uno de los principales responsables de la matanza de Paracuellos...}}</ref> [[Rafael Casas de la Vega]]{{sinreferencias}}, o [[Stanley G. Payne]]<ref>{{cita|La Junta [de Defensa de Madrid] consideró que los miles de prisioneros derechistas encarcelados en Madrid (entre los que se incluía un número inusualmente elevado de oficiales) constituían un gran riesgo para la seguridad y, alentados según parece por los soviéticos, los socialistas [las JSU] y los anarcosindicalistas que dominaban la Junta, junto a los comunistas, acordaron proceder a la «ejecución inmediata» de todos los «fascistas y elementos peligrosos», sin juicio previo mediante asesinatos en masa. En las cinco semanas siguientes y bajo la dirección de Santiago Carrillo, entonces consejero de Orden Público, se ejecutó en grupos a 4.000 personas cuando menos, arrojándose sus cadáveres en las fosas comunes de Paracuellos del Jarama y de otros lugares al este de Madrid. Estos asesinatos en masa sólo terminaron cuando, en diciembre, se nombró al cenetista Melchor Rodríguez nuevo director de Prisiones.|(Payne 2006: 136-137)}}</ref> han secundado tales acusaciones. Incluso historiadores alejados de las corrientes representadas por estos últimos, como [[Guillermo Cabanellas]] se han mostrado de acuerdo, siguiendo el testimonio de [[Jesús de Galíndez]] (véase más abajo),<ref>{{cita|Jesús de Galíndez, [...], denunció valientemente los hechos que se desarrollaban en Madrid, con condena de aquellas falsas libertades que, en definitiva, no significaban sino ejecutar, al margen absoluto de la ley, a detenidos no juzgados. Señala textualmente que es ése, a su juicio, «el borrón que aféa la heroica defensa de Madrid». Menciona la actuación cumplida por el «Consejero de Orden Público, Santiago Carrillo, que daba órdenes de libertad que significaban contraseñas convenidas para sacar a determinados presos de la prisión y matarlos en las afueras de Madrid».<br/><br/>Las ejecuciones madrileñas de noviembre y diciembre de aquel 1936 estuvieron dirigidas por Santiago Carrillo, que tenía por ayudante, en estas siniestras maniobras, a José Cazorla, Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.|(Cabanellas 1975: 813)}}</ref> si bien considerando que fueron los agentes soviéticos los que posiblemente ordenaron las matanzas, siendo Carrillo el brazo ejecutor de la operación.<ref>{{cita|Las matanzas de Paracuellos dle Jarama y Morata de Tajuña, si no fueron ordenadas por los asesores soviéticos, Koltsov entre otros, sí estuvieron inspiradas por los comunistas, los que ya dominaban la represión.|(Cabanellas 1975: 813)}}</ref>
 
No existe sin embargo ninguna prueba documental o testimonio directos que prueben o le acusen de haber ordenado las matanzas, aunque sí documentos o citas de terceras personas que han sido interpretadas por algunos autores como pruebas. El propio Carrillo ha desmentido repetidamente que fuese él la persona que ordenase las matanzas, centrándose en las ''sacas'' de la cárcel Modelo y atribuyéndolas generalmente a grupos de incontrolados operando fuera de su jurisdicción, que interceptaron los convoyes, los cuales contaban con una escolta escasa y poco dispuesta a defender a los presos debido a la crítica situación militar y de estado de ánimo de los defensores de la ciudad.<ref>Así, en una entrevista concedida por Carrillo a los periodistas [[José Oneto]], [[Miguel Ángel Aguilar]] y Pedro Páramo, y publicada el 16 de enero de 1977 en la revista ''[[Cambio 16]]'', nº 266, ''Carrillo habla de Paracuellos. «No fui responsable»'', citada por (Fernández 1983: 51-52), aquel afirmaba: {{cita|Cuando yo tomo posesión el 7 de noviembre de 1936, esa operación (Paracuellos) está ya en su conclusión y yo no hice más que, con el general Miaja, ordenar ya el traslado de los últimos presos. Porque en ese momento las fuerzas franquistas habían llegado a 300 metros de la prisión. Yo no conocía nada de esas cosas que habían sucedido anteriormente, porque yo estaba en el frente de [[Peguerinos]]. En el camino, parece ser, por todo lo que se explica ahora, ese convoy fue interceptado. Y como dice esa gente, los que iban en esa expedición de prisioneros, como sucedió con las anteriores, fueron asesinados. Ahora hay que tener en cuenta, para juzgar aquello, la situación en la que estaba el país. Madrid era una ciudad medio cercada ya el 7 de noviembre, que no tenía ya más que una salida. Y cuando yo tomé posesión de mi cargo ese día, yo no tenía ninguna seguridad de estar vivo a la noche siguiente. Porque teniendo en cuenta que no poseíamos un ejército, que no teníamos más que milicianos, que tapábamos los huecos en el frente más que con un batallón de peluqueros, de albañiles, de jóvenes que no habían cogido un fusil en su vida, todas las posibilidades eran de que al día siguiente las tropas de Franco entrasen en Madrid y nos ejecutasen. Eran momentos de lucha a vida o muerte.<br/><br/>En la noche del 7 de noviembre cuando la quinta columna también actuaba en Madrid, cuando no teníamos fuerzas, yo no tenía ni dos o tres brigadas para asegurar la custodia de esos presos tan perfecta como para garantizar su llegada a Valencia —y no las teníamos porque no las teníamos para dejar Madrid—. Esa noche no teníamos ni artillería antiaérea, ni municiones, porque en la práctica el Gobierno se había marchado con la idea de que Madrid iba a caer. Y esa misma noche fuimos objeto de un gran ataque de aviones que nos hizo pasar a la mayoría de nosotros la noche anterior en el Metro haciendo mítines para mantener la moral de la población y a circular por las calles hasta el punto de que a mí me rompieron a tiros varios cristales del coche y no me mataron de casualidad. Es decir, no tener en cuenta las condiciones en que estaba Madrid en ese momento, las cantidades de mujeres y de niños que estaban muriendo en ese momento en Madrid, el odio que eso creaba que hacía que, aunque hubiese una arbitrariedad en exceso a treinta kilómetros, no tenías tiempo de emocionarte por eso, porque era cuestión de vida o muerte. No comprender eso me parece que es hacer una abstracción de lo que fue la Guerra Civil.}}