Diferencia entre revisiones de «Cantabria»

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La causa de ''Carlos V'', además de contar con la dirección de los tradicionales grupos privilegiados que veían peligrar su posición social (los ''antiguos linajes''), se alimentaba por su base de un campesinado depauperado que se rebelaba contra un régimen político que no resolvía su situación y que atacaba hábitos tradicionales que aquellas gentes vinculaban a sus modos de vida comunitarios. La amalgama ideológica de tan heterogéneo movimiento la pondrá la [[Iglesia]] más reaccionaria, que igualmente se sentía agredida por un reformismo secularizador.
 
La precariedad del control de la recién creada [[provinciaProvincia de Santander]] ([[1833]]) por parte de la burguesía liberal, llevará a ésta a “preparar” las elecciones de los nuevos Ayuntamientos formados en [[1835]] para asegurarse su adhesión, como afirma el propio [[Gobernador civil]] en una carta dirigida al [[Ministerio de Fomento]] en enero de [[1836]]. Se inician así, desde los mismos orígenes del Estado liberal, las prácticas clientelares que asegurarán la pervivencia del sistema, sustituyendo el inmovilismo social –o la oposición abierta- mediante la adulteración y el pucherazo. Se tejen de ese modo redes de intereses que, por toda Cantabria, recaban el apoyo político a los candidatos a cambio de favores administrados por los ''caciques'' locales, movidos más por afinidades personales e intereses particulares que por líneas programáticas de la política nacional. Funcionamiento del sistema liberal [[isabelino]] que continuará, perfeccionado, bajo la [[Restauración]].
 
El fin de la guerra civil tras la derrota carlista en [[Ramales de la Victoria]] a manos del general [[Espartero]] ([[1839]]), iniciará un período de relativa estabilidad gubernamental que posibilitará el crecimiento económico. Para [[Santander]] significará el fin de la coyuntura crítica que se arrastraba desde finales del XVIII y la continuidad de la prosperidad comercial de la ciudad, alcanzándose el cénitcenit del sistema mercantil a mediados de siglo. Sin embargo esta calma era más aparente que real. La [[Monarquía constitucional]] se sustentaba en las facciones más moderadas del liberalismo, aliadas con los sectores tradicionalistas más pragmáticos (los grandes propietarios que se habían beneficiado de las medidas desamortizadoras). El régimen, por tanto, poseía un carácter híbrido en el que la soberanía era compartida a partes iguales por la [[corona]] y la [[nación]], lo cual confería a la reina poderes considerables en detrimento del [[parlamento]]. Ello, sumado a la existencia de un voto restringido a los grupos más pudientes del país, alejaba la integración de amplias capas de la población en el sistema, en absoluto democrático. Además, la marginación política de los sectores progresistas del liberalismo les llevó a apoyarse en el ejército (pronunciamientos) para acceder al gobierno (como durante el [[Bienio Progresista]], [[1854]]-[[1856]]).
 
En Cantabria, a partir de la década de los 40 se perfilan los grupos o tendencias políticas erigidos en soporte y beneficiarios del nuevo Estado: [[Progresistas]] (entre quienes destacan Flórez Estrada, Arguindegui, Trueba Cosío, José María Orense o Fernández de los Ríos) y [[Moderados]]; estos últimos, de mayor vigor, englobaban a liberales conservadores y antiguos absolutistas, descollando nombres como los de Viluma de la Torre, Montecastro, Hoz o Isla Fernández. Conformaron organizaciones de precaria estructura organizativa, constituyendo grupos locales movidos más por afinidades e intereses que por líneas programáticas, por lo que fue habitual la permeabilidad entre ellos. Mediada la centuria será la [[Unión Liberal]] -ensayo ''centrista''- el partido hegemónico, caracterizado por la estabilidad, la transacción y la "desideologización"; logrará una fuerte implantación y una organización eficiente y poderosa, gracias a su identificación con el grueso de la élites locales y su cultura política clientelar y deferencial.
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Sin embargo, el auténtico motor del sector pecuario en Cantabria habrá de ser la demanda urbana. Cruzado el ecuador del siglo [[XIX]], el crecimiento de las ciudades era notorio a nivel nacional; en nuestra región, el de [[Santander]] era más que evidente, tras más de un siglo de boyante economía mercantil. Ello había generado una importante demanda de productos alimentarios –tampoco debemos olvidar la proximidad de otro importante foco urbano: [[Bilbao]]-. Este mercado pronto hará sentir su fuerza de gravedad sobre las zonas rurales más próximas, impulsando la especialización vacuna, primero cárnica y luego lechera, acelerada por la crisis agraria finisecular y el cambio de estrategia inversora de la burguesía santanderina. A ello colaboró también la importación de especies vacunas foráneas –a destacar la [[vaca frisona|frisona]] holandesa-, mejor orientadas hacia la producción de leche que las autóctonas – [[vaca tudanca|tudanca]]-. Prueba del temprano éxito de esa reorientación es la aparición y pujanza, con el cambio de siglo, de numerosas ferias ganaderas a lo ancho de todo el territorio regional, como las de [[Torrelavega]], [[Solares]] u [[Orejo]].
 
==== CénitCenit y declive mercantil. El despertar industrial ====
Desde la segunda mitad del siglo [[XVIII]], [[Santander (Cantabria)|Santander]] se había convertido en una especie de gran ''colector mercantil'', exportador de granos y [[harina]]s castellanas e importador de artículos coloniales; en todo caso productos no autóctonos, puesto que Cantabria apenas generaba excedentes exportables. El '''comercio''' [[Santander (Cantabria)|santanderino]] no se constituyó, por tanto, en un factor de integración regional. Sí consolidó una experimentada, pujante y cohesionada burguesía de los negocios formada por comerciantes, navieros, comisionistas y banqueros, élite económica que a su vez se instituirá en élite política y social de la nueva provincia.
 
La economía portuaria configuró, no obstante, un sistema mercantil débil e inseguro, sustentado en tres elementos claves: el control del mercado harinero castellano, el del mercado colonial y una política estatal proteccionista. El sistema pareció quebrar cuando el [[Estado]] borbónico no pudo asegurarlos durante el período crítico sufrido entre [[1793]] y [[1833]]. Sin embargo, pasado éste, el circuito pudo reactivarse, gracias a leyes [[preteccionismo|proteccionistas]] respecto a la importación de granos y harinas, el fomento de la exportación, el aumento de la producción cerealística nacional y el estallido de la guerra carlista que, inutilizado el puerto de Bilbao, hizo converger las mercancías en [[Santander (Cantabria)|Santander]]. Fue, en definitiva, un relanzamiento de la actividad comercial desde las mismas bases estructurales.
[[Archivo:Santander.Isla.Magdalena.jpg|right|thumbnail|220px|'''[[Península de la Magdalena]]''' con su [[Palacio de la Magdalena|palacio]]. Un símbolo de la próspera burguesía de Santander.]]
 
Su pleno desarrolló se alcanzará mediada la [[centuria]], momento en el que comenzará a mostrar sus debilidades. Por un lado se atenúa el control del mercado [[Antillas|antillano]], ante la competencia norteamericana y el despertar de la conciencia independentista [[cuba]]na. Por otro el núcleo productor castellano pierde importancia, debido a la reestructuración de los flujos comerciales en el interior de la [[Península Ibérica|península]] gracias a la expansión ferroviaria. El desarrollo de un nuevo centro productor de cereales en [[La Mancha]] abastecedor de [[Cataluña]] y la pérdida de la capacidad productiva castellana, aquejada de falta de transformaciones estructurales, provocaron el descenso de la demanda harinera a través de [[Santander (Cantabria)|Santander]].
 
La consecuencia del declive será la obligatoria readaptación de las bases económicas de la prosperidad burguesa. De hecho, el puerto reorientará tanto el horizonte de sus exportaciones, del mercado antillano al europeo, como el producto de las mismas (el incremento de las salidas de minerales alcanzará el 80% del total de las exportaciones en [[1910]], aunque su valor real fuera menor).
 
Así el capital santanderino se reinvirtió en la explotación de la cabaña ganadera vacuna y en la extracción de los recursos mineros de la región. Entre estos destacarán el [[zinc]], localizado en [[Picos de Europa]] y [[Reocín]] y, especialmente, el [[hierro]] de [[Peña Cabarga]], [[Camargo]] y la zona de [[Castro -Urdiales]] (llegando a ser la segunda provincia productora tras Vizcaya). Pese a que en un principio las empresas extractoras se nutrían primordialmente de capital extranjero (francés, belga, inglés), junto al repatriado de las Antillas, y a que la mayor parte del producto se destinó a la exportación fuera de la provincia, no dejó de impulsar beneficios a la economía regional: la expansión ferroviaria, puestos de trabajo, el desarrollo de Torrelavega como núcleo industrial o la cristalización de una red bancaria. Como perjuicios podríamos señalar los reducidos salarios, las pésimas condiciones laborales (incluido el trabajo infantil), el expolio de recursos no renovables o la degradación de amplios espacios naturales. A largo plazo impulsará la moderna '''industrialización''' de la región (''efecto arrastre'').
 
El impacto ecológico de tal desarrollo pronto se hizo de notar, impulsando una transformación del paisaje cántabro de irreversibles consecuencias. La importante [[deforestación]] que a lo largo de la [[Edad Moderna]] había sufrido la Cantabria oriental (ferrerías, astilleros, fábricas de cañones, expansión de las praderías), se verá potenciada por el impacto de las explotaciones mineras y los centros industriales (relleno de marismas, contaminación fluvial), la especialización lechera (extensión de pastos a costa de bosques) y la irrupción del [[pino]] y el [[eucalipto]] en detrimento de especies arbóreas autóctonas, por su adecuación para la extracción de pasta de papel. De hecho la mayor parte del espacio arbóreo cántabro es producto de una política sistemática de repoblaciones impulsada sobre todo a partir de la Guerra Civil.
 
El crecimiento económico posibilitó completar una '''red viaria''' provincial que en gran medida ha llegado hasta nuestros días, y que ha influido considerablemente en la caracterización económica y demográfica de la región. Esta red se inició con la apertura del camino de [[Reinosa]] a [[Alar del Rey]] en [[1753]], arteria fundamental para el desarrollo de Santander y que comunicaba Cantabria con la meseta castellana. Ya en el [[XIX]] se ampliará conformando un plano que enlazaba la capital con los centros productivos de [[Castilla]] y el valle del [[Ebro]] (La Rioja), más un camino paralelo al litoral que unía a Santander con los principales núcleos y puertos costeros que integraban el importante comercio de [[cabotaje]].
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Era una red que se concentraba en la zona central y que carecía de conexiones entre las diferentes arterias, provocando la marginación de amplios espacios del interior. No se trataba, por tanto, de articular las necesidades comunicativas de la región, sino de reforzar el papel de Santander como gran puerto del [[Cantábrico]].
 
La '''red ferroviaria''' construida en la segunda mitad del [[XIX]] no hará sino ahondar en esas características. Así se estableció una vía entre [[Santander (Cantabria)|Santander]] y [[Alar del Rey]], abierta en [[1866]], que venía a completar el camino de las harinas. Otra horizontal, denominada ''Ferrocarril del Cantábrico'', que unía Santander con [[Oviedo]] y [[Bilbao]], ya a finales de siglo. Y el ''Ferrocarril Económico'' entre [[Astillero]] y [[Ontaneda]], proyectado para fomentar el desarrollo minero de la zona e inaugurado en [[1902]]. Se consolidó de ese modo una red en forma de “T” (trazado longitudinal norte-sur y horizontal paralelo a la costa), en principio sirviendo a los intereses de la exportación de minerales y que iba a marcar el posterior desarrollo de Cantabria, consolidando una nueva polarización regional.
 
Por un lado una ''zona central'' (Reinosa-Torrelavega-Santander) de notable desarrollo industrial completada con un ''eje costero'', polos ambos de concentración poblacional y productiva; y por otro numerosos ''valles del interior'' marginados económicamente y condenados a despoblarse por la emigración. Tal situación se reforzará con el crecimiento industrial –y posterior [[desindustrialización]]- del siglo [[XX]].
 
==== Sociedad en evolución ====
Las transformaciones económicas, institucionales y políticas que Cantabria experimentó desde la segunda mitad del siglo [[XVIII]], tuvieron evidentes consecuencias tanto en su estructura y dinámica sociales como en su vida cultural. El sostenido crecimiento de la población llevó a ésta a duplicarse entre [[1752]] y [[1910]], pasando de 138.200 habitantes a 302.956. Consecuentemente la densidad subió de 26 a 52 habitantes por kilómetro cuadrado, aunque no de forma homogénea. Creció la presión demográfica en determinadas zonas ([[Santander (Cantabria)|Santander]] y su entorno, el canal del [[río Besaya|Besaya]], los centros comarcales, algunos núcleos costeros) despoblándose el resto. Un desequilibrio que no hará sino incrementarse hasta la actualidad.
[[Archivo:Lábaru1.PNG|175px|thumb|right|El [[lábaro cántabro]], propuesta de bandera oficial por parte de numerosos colectivos y ciudadanos.]]
 
Las transformaciones económicas, institucionales y políticas que Cantabria experimentó desde la segunda mitad del siglo [[XVIII]], tuvieron evidentes consecuencias tanto en su estructura y dinámica sociales como en su vida cultural. El sostenido crecimiento de la población llevó a ésta a duplicarse entre [[1752]] y [[1910]], pasando de 138.200 habitantes a 302.956. Consecuentemente la densidad subió de 26 a 52 habitantes por kilómetro cuadrado, aunque no de forma homogénea. Creció la presión demográfica en determinadas zonas ([[Santander (Cantabria)|Santander]] y su entorno, el canal del [[río Besaya|Besaya]], los centros comarcales, algunos núcleos costeros) despoblándose el resto. Un desequilibrio que no hará sino incrementarse hasta la actualidad.
 
El ritmo del [[crecimiento demográfico]] tampoco fue homogéneo, sufriendo evidentes alteraciones: si a lo largo del XVIII el aumento es moderado, en el [[XIX]] se acelera, especialmente en los períodos [[1830]]-[[1860]] y a partir de [[1880]], prolongándose en la siguiente centuria. La deceleración experimentada en las décadas de los sesenta y setenta se explica por las limitaciones que impuso el lento desarrollo de la región: la excesiva presión del trabajo sobre la tierra, sin inversiones que mejoraran la [[productividad]] ni una división del trabajo más racional, se combinó con un creciente impulso de las corrientes migratorias, incidiendo en las tasas de crecimiento demográfico.
 
Los cambios entre la población no fueron sólo cuantitativos. También las [[estructura social|estructuras sociales]] sufrieron importantes alteraciones. A lo largo del [[XIX]] fue desarrollándose una incipiente población urbana alrededor de Santander y su entorno, que contrastaba con la sociedad agraria y [[rural]] predominante en el resto de la región. Esta doble faz se mantendrá durante toda la centuria, aunque la extensión de la [[economía de mercado]] al campo y la expansión de una pujante [[cultura urbana]] provocarán la progresiva desintegración de la tradicional sociedad [[sociedad rural]].
 
En [[Santander (Cantabria)|Santander]], la cristalización de esa nueva sociedad vendrá de la mano de la expansión comercial y el crecimiento económico, reforzando y acelerando tanto las anteriores tendencias de aumento demográfico como la [[diversificación social]] y profesional de la población. La cúpula de esa pirámide en desarrollo la formaba una casta de altos comerciantes integrada por los [[capitalista]]s: grandes almaceneros, inversores, financieros, ferroviarios, propietarios... Bajo ellos crecían unas [[clase media|clases medias]] compuestas por artesanos y trabajadores especializados, caracterizados por un nivel de rentas medio-bajo y una evidente inestabilidad social; junto a ellos el funcionariado civil y militar. Destaca asimismo la todavía escasa presencia de ''profesionales libres'', la imparable pérdida de peso de los sectores tradicionales (agricultores, marineros y pescadores) y los primeros indicios de [[proletariado|proletarización]].
 
Respecto al mundo rural y pese a las dificultades documentales existentes a la hora de establecer una clasificación social del agro cántabro, si podemos negar una visión demasiado homogénea o estática de aquella sociedad. Así podríamos distinguir un ''alto campesinado'' integrado por propietarios acomodados que explotaban sus cabezas de ganado en régimen de [[aparcería]]. Un ''medio campesinado'' con tierras suficientes para subsistir en combinación con otras arrendadas a los grandes propietarios. Y un ''bajo campesinado'' compuesto por minifundistas, colonos, aparceros, renteros y jornaleros con dificultades para subsistir, lo que les obligaría a optar por la [[emigración]] estacional o permanente. Aunque en gran medida era una sociedad cerrada, volcada en el [[autoabastecimiento]] y en la que los intercambios comerciales se hallaban poco desarrollados, no dejaba de existir una proporción de la población dedicada a funciones no vinculadas directamente a la tierra. Entre ellos una variada gama de artesanos (canteros, curtidores, carpinteros...) en su mayoría agricultores a tiempo parcial; el funcionariado local; algunos ''profesionales liberales'' (médicos, cirujanos, abogados o escribanos); y comerciantes, caso de taberneros, vendedores ambulantes y transportistas.