Diferencia entre revisiones de «Oiga»

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Esta última etapa cubre los gobiernos de los presidentes [[Fernando Belaunde Terry]], [[Alan García Pérez]] y los 5 primeros años del gobierno de [[Alberto Fujimori|Alberto Kenya Fujimori]], ''Oiga'' se convirtió en un semanario de análisis, en la revista de más amplia cobertura, nuevamente en formato "estilo Time", que incluyó tópicos familiares y de amenidades, manteniendo una coherente —y al decir de su director "quijotesca"— postura democrática. Colaboraron en esta etapa notables hombres de prensa y letras como Luis Durand Flórez, [[Alfredo Bryce Echenique]], Andrés Townsend, Guillermo Hoyos Osores, Harold Griffiths, Hernán Zegarra, Pedro Planas y otros.
 
Sobre la oposición fiscalizadora de la revista ''Oiga'', existe un artículo interesantísimo, publicado por el periodista ya falleció Pedro Planas Silva, que resume la historia de la revista durante estos años:
 
{{cita|"Parecen tan lejanos esos esforzados años de 1985 y 1986. El seductor verbo de un joven candidato presidencial, recompensado con la Presidencia de la República por remozar la vetusta arquitectura de su partido de origen, portando un ego visiblemente alterado por ese penoso deporte peruano de los aplausos, encuentra a Igartua – como Ulises – amarrado en su poste principista, intentando triturar una a una las múltiples promesas musicales que fluían de la inatacable labia. Y donde otros festejaban una mar plácida y quieta, al grado de zambullirse en las nuevas aguas sin ninguna precaución, Igartua – desde su puesto de alta vigía, allende la arena – advertía aguas movidas y detectaba solitariamente objetos oscuros y engañosos moviéndose a sus anchas, bajo el aparente remanso. Igartua… ¡aguafiestas! Claro que sí: aquel paisaje de postal, que espontáneamente repartía la prensa nacional e internacional, tenía como casi único detractor, a un tozudo y vasco metereólogo, cuyo mérito (pecado, dicen los coyunturales) fue siempre proyectarse más allá del petrificado horizonte captado por la postal. Y así, cuando bramaron los cielos y apareció el intempestivo tsunami estatista de 1987, todos olvidaron la esforzada labor del vigía. Todos se parapetaron en torno al puesto de salvavidas, más, en esa nueva foto de postal, Igartua era visto como uno más… Al caer la popularidad de Alan García (en tendencia proporcionalmente inversa al ritmo inflacionario), la voz de OIGA tiene mayor eco. Sus denuncias, ahora sí son escuchadas y hasta reproducidas. Sus editoriales, son leídos en voz alta y citados con orgullo., Precisamente en esa época, cuando Igartua compartía – gustoso – su rol de atento vigía y de insobornable catón. Por contraste, la actitud hacia OIGA en 1985 y 1986, tuvo caracteres de lectura clandestina, comentario a media voz y hasta hubo editoriales cuya lectura fue negada con orgullo («leo OIGA, pero no leo a Igartua»). Aun quienes estuvimos en el equipo de OIGA en aquellas jornadas, tenemos algo de desmemoriados y nos asombra encontrar, a mediados de 1986, críticas a Ulloa y a D’Ornellas por su perpetua «luna de miel» con García y hasta un valiente artículo de nuestra muy leída «Pandora» (Evelyn Fassio) cuestionando al periodista de «La Ventana de Papel» por reprocharnos a nosotros no tener esperanzas en ese joven presidente que hace tantas cosas buenas por el Perú (¡!). Imaginamos que nadie creerá hoy que la posición de OIGA frente al gobierno aprista obedeció a prejuicios mentales o a escondidas vendettas. «Desafortunadamente, Igartua tuvo razón», era el único reconocimiento que tuvo a bien circular alrededor de 1987 y 1988. En todo caso, que quede en nuestra memoria la campaña casi solitaria que emprendió OIGA en esos años de pletórica «luna de miel». Ahí está el Editorial clave: «Por qué y para qué seremos oposición» (22/4/85). Ahí están los llamados permanentes de Igartua a construir una auténtica «oposición democrática y fiscalizadora»: vano llamado, que fue incapaz de romper el estado hipnótico de nuestra prensa. Ahí están las tempranas advertencias en torno a la «moralización» (predicada por altoparlante desde el 28 de julio) y las primeras campañas de denuncia, aquellas campañas tan demandadas – en su lectura – allá por 1988 y 1989. Ahí está la protesta contra el manejo que realiza Palacio de la información y de los titulares (Edit. «El cerebro político» del 16/9/85), gracias al permiso otorgado por una prensa voluntariamente domesticada (caso peor a si hubiese sido censurada por decreto). Precisamente, ese editorial – que explica con triste realismo la crueldad de los peñascos que habría de lidiar la cada vez más frágil embarcación en la que navegaba el espíritu sanamente inquisidor de OIGA – culmina con esta sensible y desgarradora post data : «En una columna del diario HOY se nos amenaza con quitarle a OIGA el avisaje estatal. ¡No se nos ocurrió que el gobierno comenzaría tan pronto a atentar contra la libertad de prensa! Pero no cambiaremos de línea. Creemos que sin oposición no hay democracia y no estamos dispuestos por lo tanto a plegarnos a la mayoría de la prensa nacional, domesticada por el APRA »".
 
Y así sucedería también, luego, con los avisajes privados. La amenaza – el chantaje – sobre el empresario timorato, sin más óptica que su bolsillo, tuvo exitoso resultado, aun después del intento de confiscar la banca y los seguros (y acaso por el temor surgido desde entonces). Tal política, digna de pupilos de Al Capone, fue estrictamente recogida por la administración actual, como el único medio de doblegar la crítica de OIGA. ¿Hubiese sido preferido acaso, para gozar de los ingresos que trae la publicidad, ingresar entusiasta a la «luna de miel» con García y, luego, sin ninguna vergüenza, encaramelarme con el Fujimorismo anti-García? Si, sin duda hubiese sido más provechoso para las arcas de OIGA. Pero, Igartua sabía que, de rodillas, nunca se hace buen periodismo. Y así, cierra esta etapa, pero con el honor en alto…”.}}
 
El acoso tributario y publicitario por parte del gobierno de Alberto Fujimori contra la revista, mencionado por el periodista Planas, es descrito en la editorial final denominada por Francisco Igartua: ADIOS AMIGOS Y ENEMIGOS, de la siguiente manera:
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La revista ''Oiga'', ya sin la dirección de Francisco Igartua, fue relanzada por última vez por la empresa Publicaciones de Revistas S.A., de propiedad del publicista Oscar Dufour Cattaneo, el [[5 de mayo]] del año [[2000]], hasta su cierre definitivo a finales de diciembre de [[2003]].
 
A partir de 1998, a pedido de Igartua se formoformó un grupo de trabajo, que buscobuscó recuperar la revista ''Oiga'', proyecto que se pudo concretar el [[14 de febrero]] de [[2008]] con el registro definitivo de la marca ante el [[Indecopi]].
 
== Referencias ==