Diferencia entre revisiones de «Francisco de Quevedo»

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Vuelta la Corte a Madrid, arriba a ella Quevedo en [[1606]] y reside allí hasta [[1611]] entregado a las letras; escribe cuatro de sus ''Sueños'' y diversas sátiras breves en prosa; obras de erudición bíblica como su comentario ''Lágrimas de Jeremías castellanas''; una defensa de los estudios humanísticos en España, la ''España defendida''; y una obra política, el ''Discurso de las privanzas'', así como lírica amorosa y satírica. Se gana la amistad de [[Félix Lope de Vega]] (hay numerosos elogios a Quevedo en los libros de ''Rimas'' del Fénix y Quevedo aprobó las ''Rimas humanas y divinas'', de Tomé Burguillos, [[heterónimo]] del Fénix), así como de [[Miguel de Cervantes]] (se le alaba en el ''[[Viaje del Parnaso]]'' del alcalaíno y Quevedo corresponde en la ''Perinola''), con quienes estaba en la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento; por el contrario, atacó sin piedad a los dramaturgos [[Juan Ruiz de Alarcón]], cuyos defectos físicos le hacían gracia (era pelirrojo y jorobado), siendo él mismo deforme, así como [[Juan Pérez de Montalbán]], hijo de un librero con el que Quevedo tuvo ciertas disputas. Contra este último escribió ''La Perinola'', cruel [[sátira]] de su libro misceláneo ''Para todos''. Sin embargo, el más atacado sin duda fue [[Luis de Góngora]], al que dirigió una serie de terribles sátiras acusándole de ser un sacerdote indigno, homosexual, escritor sucio y oscuro, entregado a la baraja e indecente. Quevedo, descaradamente, violentaba la relación metiéndose hasta con su aspecto (como en su sátira [[A una nariz]], en la que se ensaña con el apéndice nasal de Góngora, pues en la época se creía que el rasgo físico más acusado de los judíos era ser narigudos). En su descargo, cabe decir que Góngora le correspondió casi con la misma violencia. Por entonces estrecha una gran amistad con el grande [[Pedro Téllez-Girón (III duque de Osuna)|Pedro Téllez-Girón, el Gran Duque de Osuna]], al que acompañará como secretario a Italia en 1613, desempeñando diversas comisiones para él que le llevaron a Niza, Venecia y finalmente a Madrid, donde se integrará en el entorno del [[Duque de Lerma]], siempre con el propósito de conseguir a su amigo el Duque de Osuna el nombramiento de virrey de Nápoles, lo que al fin logrará en 1616. Vuelto a Italia de nuevo con el Duque, éste le encargó dirigir y organizar la Hacienda del Virreinato y desempeña otras misiones, algunas relacionadas con el espionaje a la [[República de Venecia]], aunque no directamente, como se ha creído hasta hace poco, y obtiene en recompensa el hábito de Santiago en 1618.
 
Caído el grande Osuna, Quevedo es arrastrado también como uno de sus hombres de confianza y se le destierra en 1620 a la [[Torre de Juan Abad]] (Ciudad Real), cuyo señorío había comprado su madre con todos sus ahorros para él antes de fallecer. Los vecinos del lugar, sin embargo, no reconocieron esa compra y Quevedo pleiteará interminablemente con el [[concejo]], si bien el pleito sólo se resolverá a su favor tras su muerte, en la persona de su heredero y sobrino Pedro Alderete. Llegado allí a lomos de su jaca "Scoto", llamada así por lo sutil que era, como cuenta en un [[romance]], y aislado ya de las tormentosas intrigas cortesanas, a solas con su conciencia, escribirá Quevedo nanananananaananaalgunas hahade purazsus mejores poesías, como el soneto "Retirado a la paz de estos desiertos..." o "Son las torres de Joray..." y hallará consuelo a sus ambiciones cortesanas y su desgarrón afectivo en la doctrina [[Estoicismo|estoica]] de [[Séneca]], cuyas obras estudia y comenta convirtiéndose en uno de los principales exponentes del [[neoestoicismo]] español. Completa el número de sus ''Sueños'' y redacta tratados políticos como ''Política de Dios'', morales como ''Virtud militante'' y dos sátiras extensas: ''Discurso de todos los diablos'' y ''La hora de todos''. Tomó parte muy activa en la controversia sobre el patronato de España con dos obras: ''Memorial por el patronato de Santiago'' y ''Su espada por Santiago'', 1628. La cuestión se había suscitado cuando una reforma del ''Breviario Romano'' en el siglo XVII no citó la predicación y enterramiento de Santiago en España, lo que provocó un cruce de cartas y presiones que duró treinta y dos años hasta conseguir su revocación; el asunto se reavivó cuando se pretendió otorgar el patronazgo de España a Santa [[Teresa de Jesús]], lo que acabó por convertirse en una auténtica batalla de intelectuales en pro de una u otro, y Quevedo, bastante misógino, se inclinó por el santo guerrero Santiago. mentiraz
algunas de sus mejores poesías, como el soneto "Retirado a la paz de estos desiertos..." o "Son las torres de Joray..." y hallará consuelo a sus ambiciones cortesanas y su desgarrón afectivo en la doctrina [[Estoicismo|estoica]] de [[Séneca]], cuyas obras estudia y comenta convirtiéndose en uno de los principales exponentes del [[neoestoicismo]] español. Completa el número de sus ''Sueños'' y redacta tratados políticos como ''Política de Dios'', morales como ''Virtud militante'' y dos sátiras extensas: ''Discurso de todos los diablos'' y ''La hora de todos''. Tomó parte muy activa en la controversia sobre el patronato de España con dos obras: ''Memorial por el patronato de Santiago'' y ''Su espada por Santiago'', 1628. La cuestión se había suscitado cuando una reforma del ''Breviario Romano'' en el siglo XVII no citó la predicación y enterramiento de Santiago en España, lo que provocó un cruce de cartas y presiones que duró treinta y dos años hasta conseguir su revocación; el asunto se reavivó cuando se pretendió otorgar el patronazgo de España a Santa [[Teresa de Jesús]], lo que acabó por convertirse en una auténtica batalla de intelectuales en pro de una u otro, y Quevedo, bastante misógino, se inclinó por el santo guerrero Santiago.
 
La entronización de [[Felipe IV de España|Felipe IV]] supuso para Quevedo el levantamiento de su castigo, la vuelta a la política y grandes esperanzas ante el nuevo valimiento del [[Conde Duque de Olivares]]. Quevedo acompaña al joven rey en viajes a Andalucía y Aragón, algunas de cuyas divertidas incidencias cuenta en interesantes cartas. Por entonces denuncia sus obras a la [[Inquisición española|Inquisición]], ya que los libreros habían impreso sin su permiso muchas de sus piezas satíricas que corrían manuscritas haciéndose ricos a su costa. Quevedo quiso asustarlos y espantarlos de esa manera y preparar el camino a una edición definitiva de sus obras que nunca llegó a aparecer. Por otro lado, lleva una vida privada algo desordenada de solterón: fuma mucho, frecuenta las tabernas (Góngora le achaca ser un borrachín consumado y en un poema satírico se le llama ''don Francisco de Quebebo'') y frecuenta los lupanares, pese a que vive amancebado con una tal Ledesma. Sin embargo, es nombrado incluso secretario del monarca, en 1632, lo que supuso la cumbre en su carrera cortesana. Era un puesto sujeto a todo tipo de presiones: su amigo, el Duque de Medinaceli, es hostigado por su mujer para que lo obligue a casarse contra su voluntad con doña Esperanza de Mendoza,<ref>Partida de matrimonio de don Francisco de Quevedo con doña Esperanza de Mendoza, incluida en la [http://www.archive.org/details/coleccindedocu88madruoft Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXXXVIII], pag. 525.</ref> señora de [[Cetina (Zaragoza)|Cetina]], viuda y con hijos, y el matrimonio, realizado en 1634, apenas dura tres meses. En contrapartida, son años de una febril actividad creativa. En 1634 publica ''La cuna y la sepultura'' y la traducción de ''La introducción a la vida devota'' de [[Francisco de Sales]]; de entre 1633 y 1635 datan obras como ''De los remedios de cualquier fortuna'', el ''Epicteto'', ''Virtud militante'', ''Las cuatro fantasmas'', la segunda parte de ''Política de Dios'', la ''Visita y anatomía de la cabeza del cardenal [[Richelieu]]'' o la ''Carta a [[Luis XIII]]''. En 1635 aparece en Valencia el más importante de uno de los numerosos [[libelo]]s destinados a difamarle, ''El tribunal de la justa venganza, erigido contra los escritos de Francisco de Quevedo, maestro de errores, doctor en desvergüenzas, licenciado en bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de vicios y protodiablo entre los hombres''.