Diferencia entre revisiones de «Luis Alberto de Herrera»

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En [[1908]], desde [[Washington D. C.|Washington]], comenzó su vocación antiintervencionista. Así lo escribe al Ministro de Relaciones Exteriores de la época, desde su cargo de secretario de la delegación uruguaya:
{{cita|Washington, diciembre 15 de 1902. Excmo. Señor Don Germán Roosen. Ministro de Relaciones Exteriores. Montevideo, Señor Ministro: [[Theodore Roosevelt|Su Excelencia]] el señor [[Presidente de los Estados Unidos]] acaba de dirigir su mensaje al nuevo Congreso. Se trata de un meditado documento al que solo me referiré en lo que nos es pertinente;: esto es, a las declaraciones que contiene sobre política internacional. Las traduzco enseguida para exacto conocimiento de V.E. Dicen así:
 
“''Es“Es de desear seriamente que todas las naciones de Sud América, tomen el rumbo que algunas de entre ellas ya han tomado con evidente éxito y que invitaran a sus playas el comercio, perfeccionando a la vez sus condiciones materiales y reconociendo que la estabilidad y el orden son los requisitos a todo desarrollo dichoso. Ninguna nación independiente de América tiene motivo para abrigar el más leve temor sobre una agresión de los Estados Unidos. Importa a cada cual imponer el orden dentro de sus propias fronteras y pagar sus obligaciones justas a sus acreedores extranjeros. Cuando esto hagan pueden estar ellas persuadidas a que, sean fuertes o débiles, nada tienen que temer de la intervención exterior. Mas y más la creciente independencia y complejidad de la política internacional y de las relaciones económicas, da incumbencia a todos los poderes civilizados y ordenados del mundo para insistir en la buena política del globo''”globo”.
{{cita|Washington, diciembre 15 de 1902.
 
En otro párrafo se hace referencia al Tribunal de Arbitraje de La Haya, manifestándose el deseo de que todas las diferencias internacionales que puedan surgir en el futuro se diriman por medios pacíficos. Lo indudable, señor Ministro, es que en el párrafo trascripto se avanza una grave advertencia a los países de Sud América. Ahí se dice, a las claras, que las nacionalidades latinoamericanas están expuestas a una intervención de fuerza de parte de los Estados Unidos, cuando el desorden interno haga presa de ellas, más propiamente hablando, cuando los Estados Unidos juzguen que es llegado el caso de proceder así. Por supuesto que siendo tantas las tentaciones y encontrando cimiento en el motivo revolucionario, no importaría contrariedad asumir ese papel pacificador y de tan desastrosas consecuencias para la soberanía de los intervenidos. Se trata, pues, de un paso altamente significativo. El gobierno de Estados Unidos, por primera vez hace a la faz del mundo una declaración tan radical y amenazadora. No es ella otra cosa que un nuevo inciso de la ventajosísima [[Doctrina Monroe]], cuyas proyecciones van aumentando con los años, a medida que aumentan las energías y voracidades del país que las creócreo. Queda constatado oficialmente que Estados Unidos se atribuye derechos jugosos de tutor, de inflexible tutor, sobre las naciones del Sud América. Entrego al la apreciación de V.E. tan arriesgada y pasmosa innovación internacional. Saludo a V.E. con mi consideración más distinguida. Luis Alberto de Herrera.<br />
Excmo. Señor Don Germán Roosen. Ministro de Relaciones Exteriores. Montevideo, Señor Ministro: [[Theodore Roosevelt|Su Excelencia]] el señor [[Presidente de los Estados Unidos]] acaba de dirigir su mensaje al nuevo Congreso. Se trata de un meditado documento al que solo me referiré en lo que nos es pertinente; esto es, a las declaraciones que contiene sobre política internacional. Las traduzco enseguida para exacto conocimiento de V.E. Dicen así:
<ref> Carta de Luis Alberto de Herrera a el Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay, German Roosen. Antiimperialismo Herrera y los Yankis, de Ricardo Rocha Imaz</ref>}}
 
“''Es de desear seriamente que todas las naciones de Sud América, tomen el rumbo que algunas de entre ellas ya han tomado con evidente éxito y que invitaran a sus playas el comercio, perfeccionando a la vez sus condiciones materiales y reconociendo que la estabilidad y el orden son los requisitos a todo desarrollo dichoso. Ninguna nación independiente de América tiene motivo para abrigar el más leve temor sobre una agresión de los Estados Unidos. Importa a cada cual imponer el orden dentro de sus propias fronteras y pagar sus obligaciones justas a sus acreedores extranjeros. Cuando esto hagan pueden estar ellas persuadidas a que, sean fuertes o débiles, nada tienen que temer de la intervención exterior. Mas y más la creciente independencia y complejidad de la política internacional y de las relaciones económicas, da incumbencia a todos los poderes civilizados y ordenados del mundo para insistir en la buena política del globo''”.
 
En otro párrafo se hace referencia al Tribunal de Arbitraje de La Haya, manifestándose el deseo de que todas las diferencias internacionales que puedan surgir en el futuro se diriman por medios pacíficos. Lo indudable, señor Ministro, es que en el párrafo trascripto se avanza una grave advertencia a los países de Sud América. Ahí se dice, a las claras, que las nacionalidades latinoamericanas están expuestas a una intervención de fuerza de parte de los Estados Unidos, cuando el desorden interno haga presa de ellas, más propiamente hablando, cuando los Estados Unidos juzguen que es llegado el caso de proceder así. Por supuesto que siendo tantas las tentaciones y encontrando cimiento en el motivo revolucionario, no importaría contrariedad asumir ese papel pacificador y de tan desastrosas consecuencias para la soberanía de los intervenidos. Se trata, pues, de un paso altamente significativo. El gobierno de Estados Unidos, por primera vez hace a la faz del mundo una declaración tan radical y amenazadora. No es ella otra cosa que un nuevo inciso de la ventajosísima [[Doctrina Monroe]], cuyas proyecciones van aumentando con los años, a medida que aumentan las energías y voracidades del país que las creó.
 
Queda constatado oficialmente que Estados Unidos se atribuye derechos jugosos de tutor, de inflexible tutor, sobre las naciones del Sud América. Entrego al la apreciación de V.E. tan arriesgada y pasmosa innovación internacional.
 
Saludo a V.E. con mi consideración más distinguida. Luis Alberto de Herrera.<ref name="HerreraYanquis"/>}}
 
Al pasar el tiempo, Herrera reafirmó sus conceptos, reiterando su admiración histórica por los Estados Unidos, por su pujanza, por su organización interna; admiración que, evidentemente, no corría paralelamente a su pensamiento en materia de política internacional.
{{cita|Ahí está el ejemplo de los Estados Unidos. ¿Qué nación puso jamás tanta base de equidad en sus orígenes? ¿No fueron sus creadores aquellos puritanos que emigraron a las selvas vírgenes en procura de libertad civil y religiosa? ¿No se educó la hermosa prole en el amor al derecho? ¿No se rompe un día y para siempre con la metrópoli por juzgar insoportable atropello el gravamen de algunos peniques impuestos al té y al papel sellado? ¡Deliciosas memorias! Cuando su noticia filtra en las viejas sociedades se esparce por el mundo, con un estupor, la esperanza de asistir al advenimiento, casi maravilloso, de una democracia prístina. [[Alexis de Tocqueville|Tocqueville]] y [[Eduardo Laboulaye|Laboulaye]], deslumbrados, marchan al encuentro de la nueva aurora. En sus honestas paginas flota el alivio de los grandes ensueños cumplidos. En efecto, aquellos peregrinos olvidados de la Europa: extraños de vulgares codicias y a la definición del atentado cívico; trabajadores infatigables; con la plegaria encendida en el espíritu cuando descansa el brazo, austeros; equilibrados, libres del peligro vecinal, nietos y biznietos de quien, en éxtasis de muerte, aconsejara a sus descendientes no probar jamás la fruta del mal de la conquista, esos admirables peregrinos prometían ungirse heraldos de la justicia nacional Sin embargo, ¡Que vuelco enorme han presenciado los tiempos!, como se ha hecho de tortuosa la línea recta bosquejada por los mayores cuáqueros, que infinita distancia separa a Franklin, enviado sereno de una humildad republicana, evangelizador de las virtudes desinteresadas, del imperialista presidente Roosevelt, victimario de pueblos y apóstol de la política del “[[Gran Garrote|big-strick]]” —del garrote— cernida sobre los organismos débiles de nuestro hemisferio.<br /><ref> Fragmento extraído del libro ''El Uruguay Internacional''. De Luis Alberto de Herrera</ref>}}
 
{{cita|Ahí está el ejemplo de los Estados Unidos. ¿Qué nación puso jamás tanta base de equidad en sus orígenes? ¿No fueron sus creadores aquellos puritanos que emigraron a las selvas vírgenes en procura de libertad civil y religiosa? ¿No se educó la hermosa prole en el amor al derecho? ¿No se rompe un día y para siempre con la metrópoli por juzgar insoportable atropello el gravamen de algunos peniques impuestos al té y al papel sellado? ¡Deliciosas memorias! Cuando su noticia filtra en las viejas sociedades se esparce por el mundo, con un estupor, la esperanza de asistir al advenimiento, casi maravilloso, de una democracia prístina.
 
[[Alexis de Tocqueville|Tocqueville]] y [[Eduardo Laboulaye|Laboulaye]], deslumbrados, marchan al encuentro de la nueva aurora. En sus honestas paginas flota el alivio de los grandes ensueños cumplidos. En efecto, aquellos peregrinos olvidados de la Europa: extraños de vulgares codicias y a la definición del atentado cívico. Trabajadores infatigables, con la plegaria encendida en el espíritu cuando descansa el brazo; austeros, equilibrados, libres del peligro vecinal, nietos y bisnietos de quien en éxtasis de muerte, aconsejara a sus descendientes no probar jamás la fruta del mal de la conquista, esos admirables peregrinos prometían ungirse heraldos de la justicia nacional.
 
Sin embargo, ¡Que vuelco enorme han presenciado los tiempos! como se ha hecho de tortuosa la línea recta bosquejada por los mayores cuáqueros, que infinita distancia separa a [[Benjamin Franklin|Franklin]], enviado sereno de una humildad republicana, evangelizador de las virtudes desinteresadas, del imperialista presidente [[Theodore Roosevelt|Roosevelt]], victimario de pueblos y apóstol de la política del “[[Gran Garrote|''big-strick'']]” —del garrote— cernida sobre los organismos débiles de nuestro hemisferio.<ref>{{cita libro |apellidos= Herrera|nombre= Luis Alberto|editorial= B. Grasset|ubicación= París|título= El Uruguay internacional|año= 1912|id= {{OCLC|45946291}}}}</ref>}}
 
Estos apuntes rápidos del anti-intervencionismo en el Uruguay, van delineando lo que —a partir de 1939— sería una obsesión en Herrera. Fueron escritos apenas finalizada la primera década del siglo XX, por lo que fue una de las primeras voces críticas de las políticas externas de Estados Unidos.
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{{cita|Ni Rusia ni Estados Unidos… Ni la sovietización de las patrias americanas ni su subordinación a ninguna estructura –sea cual fuere su origen o finalidad– que tenga intención, propósito o sentido de limitar la bien conquistada soberanía de los pueblos. En definitiva: ni en las filas rojas del comunismo, ni una estrella más en la bandera de ningún imperialismo. El mundo no está ni política no ideológicamente cerrado a otras soluciones…|Herrera citado por la agencia Reuters, 4 de julio de 1947.}}
 
=== Realismo en política internacional ===
{{AP|El Uruguay internacional}}