Diferencia entre revisiones de «Composición étnica de Argentina»

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El amplio mestizaje ha introducido en la cultura nacional el término ''«crisol de razas»'' para significar el fenómeno. Sin embargo ello no ha impedido la aparición de fenómenos de [[racismo en Argentina|discriminación étnica y racial]].
 
== Políticas de asimilación forzosa ==
A pesar de que la políticas oficiales argentinas tendieron a evitar la formación de comunidades cerradas, dificultando la tradición de las culturas originarias y las lenguas maternas de los recién llegados, no todos los inmigrantes mostraron poco valor o súbita sumisión a la hora de hacer respetar sus derechos identitarios. En el libro ''"Hombres Rubios en el Surco"'', el Pbro. José Brendel expone la situación en la cual se vieron los primeros colonos alemanes del Volga al llegar a la [[Provincia de Entre Ríos]]. Afirma que los campos habían sido divididos en tal forma, que no quedaba ninguna oportunidad para establecer aldeas o poblaciones. Los colonos debían ir a vivir directamente a sus chacras, separados los unos de los otros por lo menos más de 1000 [[metro]]s de distancia, entre parcela y parcela.
 
{{cita|El gobierno quería chacareros, no colonias. Cuando los alemanes del Volga comprendieron sorpresivamente la intención, y supieron que debían habitar como chajaes en el medio del campo, se rebelaron. Intervino el gobierno, primero a las buenas, luego con el uso de la fuerza pública, para obligarlos a residir, y a obedecer. El escánalo cundió y hasta los diarios porteños se hicieron eco de la testarudez de los inmigrantes, aconsejando al Gobierno intervención con mano firme, para dispersarlos en sus campos. Pero la cosa no era tan fácil, como pensaban los del cuarto poder. Los colonos no se habían dormido sobre pajas, sino que organizaron una Delegación para apersonarse ante el Gobernador. La delegación peticionó al Gobernador el derecho de residencia común, de tener sus iglesias y escuelas, educando a sus hijos en la fe y en la cultura, sin exponerlos al analfabetismo corriente en la provincia. El mandatario provincial insinuó que podrían residir juntos de a cuatro familias, en los puntos convergentes de cuatro límites de parcelas... pero ellos no lo aceptaron.<ref>*{{cita libro
| autor = Brendel, José
| título = Hombres Rubios en el Surco
| año = 1962
| editorial = Guadalupe
| id =
}}</ref>|}}
 
La tenacidad germánica tenía faces cómicas en su indefensa defensa. El Estado Central había prestado a estas primeras familias (200 en total - 1500 almas) una carpa, tipo ejército, en la que deberían vivir en sus chacras, hasta que se pudiera cumplir con lo establecido en el contrato sobre la construcción de viviendas. Se les auguraba como un "consuelo", que ahí deberían aguantarse, como mínimo, ocho meses. A las pocas semanas de estar en sus toldos en los campos, comenzaron a sentir el efecto de la soledad y del desamparo, junto al abandono espiritual. Y un buen día, decidieron hacer lo del [[Parábola del hijo pródigo|hijo pródigo]]. Cargaron sobre los hombros sus carpas, y de común acuerdo las armaron en otro lugar, y en fila como una colonia, dejando calle por medio, pero también imaginaron a qué se exponían, y prepararon la defensa.
 
{{cita|Sabían que la primera represalia estatal sería quitarles sus carpa, y previsores, y recordaron la costumbre de los tártaros, de los que ellos se reían tanto antes: y comenzaron a construir sus casas, no hacia arriba, pues no había con qué, sino HACIA ABAJO, tierra adentro (simlinka), con dos piezas, y cubierto todo con el abundante pajonal de totora. Cuando llegaron los policías a desalojarlos, se hallaron desarmados ante la decisión de los colonos, que antes de que les pidieran las carpas, ya se las ofrecían, y aquellos se rieron a gusto, comprendiendo que nada podrían hacer, a no ser llamarles "vizcacheros", como aún hoy se llama a los hijos de Mariental (Aldea Valle María, Entre Ríos).<ref>*{{cita libro
| autor = Brendel, José
| título = Hombres Rubios en el Surco
| año = 1962
| editorial = Guadalupe
| id =
}}</ref>|}}
 
Otro de los casos notables que se dieron en el país respecto a la reticencia por parte de los inmigrantes a acatar las políticas de asimilación forzosa que les proponían "olvidar" su cultura de un día para el otro, pero que sorprende de manera diferente en tanto canaliza su naturaleza enérgica con castigos aplicados dentro de la propia comunidad, es el de las colonias piamontesas ''"asentadas sobre la ruta 34, desde San Genaro hasta San Francisco de Córdoba, donde durante las tres primeras décadas de este siglo'' (por el siglo XX)'', las maestras pegaban a los alumnos que decían palabras en castellano"''.<ref>[http://www.americalatinagenera.org/tematica/derechos-publicacion_detalle.php?IDPublicacion=94 Género, Raza, Etnia y Derechos Humanos en Rosario]</ref>
 
Pronto las diferentes colectividades comenzaron a constituir sus instituciones para nuclearse, como asociaciones y sociedades, gran parte de las cuales susbsisten en la actualidad, y hoy continúan nucleando a sus respectivos descendientes.
 
No obstante eso, aún no había una idea clara desde el gobierno de repestar el mosaico étnico del país. Más recientemente en el tiempo, en 1997, el Consejo Federal de Educación había resuelto que los menonitas de la Argentina, un pueblo pacifista y laborioso que ha comprendido que la dicha es simple, debían dar cumplimiento a la obligatoriedad del sistema escolar argentino, que no contempla la diversidad en ningún caso y se aplica de manera independiente a las etnias que habitan el territorio, es decir, impartido en cualquier caso en idioma castellano. Daniel Barberis, director del Centro de Denuncias contra la Discriminación, que depende de un foro de organizaciones no gubernamentales, reflexionó:
 
{{cita|Si entendemos a la discriminación como a la incapacidad para aceptar lo distinto a nosotros, éste sería un caso discriminatorio. El gobierno debería permitir a los menonitas que sean distintos. Debería integrarlos, pero sin romper su identidad y sin pensar que nuestro modelo social es el único o el mejor. ¿O acaso queremos repetir hoy lo que ocurrió en 1492 con los aborígenes?<ref>[http://www.lanacion.com.ar/83343 La Nación, 17 de diciembre de 1997]</ref>|}}
 
Pese a la existencia de este grupo que aún sufre las presiones estatales tendientes a la asimilación forzosa, no son las únicas víctimas de este modelo de calderas que, bajo la apariencia romántica e inocente de poder llegar a fundirlo todo, parte de lo que incinera, son también los derechos individuales de mantener una identidad propia. En 2008, en la primera jornada intercultural de derecho de pueblos originarios organizada por el programa de Derechos Humanos de la [[Universidad Nacional del Litoral]] y el [[Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo]] (INADI), que reunió a las comunidades de aborígenes que aún mantienen su cultura en un marco de endogamia, apartado del resto de la sociedad, la cacica concluyó:
 
{{cita|Jamás nos vamos a integrar porque pensamos, sentimos y actuamos como indígenas. Podemos incorporarnos a la sociedad porque de hecho hablamos castellano, incluso lunfardo, pero nunca nos vamos a integrar.<ref>[http://www.unl.edu.ar/noticias/noticia.php?nid=5418 Universidad del Litoral, 16 de octubre de 2008]</ref>|}}
 
== Los inmigrantes latinoamericanos ==