La divulgación científica mal practicada puede ser engañosa. Algunas obras de divulgación son producidas por gente que no es experta en el tema que interpretan. Algunas otras son producidas por personas parcializadas. El español Eduard Punset es un ejemplo de estos dos últimos casos. Por desgracia, puede resultar difícil para una persona sin experiencia el identificar los artículos o documentales engañosos. En otras ocasiones, los resultados son a menudo presentados por la prensa general sin el debido contexto o sobresimplificadamente. La divulgación puede también sobrepasar los límites entre la ciencia formal y la [[pseudociencia]] y, ocasionalmente, tiende a enfocarse en temas más sensacionalistas como en dietas novedosas, la [[teoría del caos]] y el [[viaje en el tiempo]].
A la ciencia propiamente dicha, especializada y cultivada por eruditos, le sucede la divulgación en su proceso de acercamiento a las masas, y la divulgación es sucedida a su vez por la incipiente vigilancia de los divulgadores, o crítica de la divulgación científica, que tiene como objetivo corregir, enmendar y denunciar los errores de los divulgadores aficionados, así como desenmascarar propaganda (religiosa, mística, de enaltecimiento de lo sobrenatural, de la supremacía del hombre europeo, etc.) que es ofrecida al público intencionadamente como ciencia o como divulgación científica.
A diferencia de la divulgación, la vigilancia de los divulgadores no es necesaria. Su existencia se justifica sólo por la deficiencia de algunos divulgadores. La divulgación es la continuación del esfuerzo del científico, en cambio la vigilancia de los divulgadores no es la continuación de la divulgación, sino su enmienda, corrección y denuncia.