Diferencia entre revisiones de «Francisco Ferrer Guardia»
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De familia muy católica, Ferrer reaccionó como [[anticlerical]] e ingresó en la [[logia masónica]] ''Verdad'' de Barcelona. Fue enviado por su familia a trabajar a [[Barcelona]], donde entró como aprendiz en un comercio de harinas en el distrito de [[Distrito de Sant Martí|Sant Martí de Provençals]], cuyo dueño le inscribió en clases nocturnas y le inició en los ideales republicanos. De formación autodidacta, estudió a fondo la doctrina de [[Francisco Pi y Margall]] y las tesis [[internacionalismo|internacionalistas]].
En [[1883]] entra a trabajar como revisor en la línea de ferrocarril Barcelona-
En [[1893]] se separa y en [[1899]] se casa con Leopoldine Bonnard, maestra [[librepensador]]a, con la que recorre Europa. En este tiempo aprovechó para concebir los conceptos educativos [[anarquía|anarquistas]] que luego aplicaría en España en sus proyectos y conoce a un grupo de anarquistas y anarcosindicalistas ([[Jean Grave]], [[Jean Jaurés]], [[Federico Urales]] o [[Anselmo Lorenzo]]), que le influyen decisivamente en su pensamiento. Una cuantiosa [[herencia]] (un millón de francos) de una antigua alumna, Ernestina Meunier, hizo posible que pudiera llevar a cabo su proyecto en la ciudad de [[Barcelona]], donde inaugura en agosto de [[1901]] la [[Escuela Moderna]], un proyecto práctico de [[pedagogía libertaria]], que le acarreó la enemistad con los sectores conservadores y con la Iglesia Católica, que veían en estas escuelas laicas una amenaza a sus intereses. La Escuela Moderna promovida por Ferrer funciona intermitentemente en Barcelona desde 1901 hasta [[1909]], período en el cual se clausura repetidas veces y sufre la persecución de los sectores políticos y religiosos más conservadores de la ciudad. Tuvo escolarizados a más de un centenar de niños de ambos sexos, practicándose así la [[coeducación]], algo inédito en aquellos tiempos, complementándose con la publicación de un boletín, charlas y [[Universidad Popular]] para los adultos, recitales y teatro. En sus aulas no se impartían enseñanzas religiosas pero sí científicas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del niño. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, [[ateneos libertarios]] y universidades populares seguirían los planteamientos ferrerianos de la Escuela Moderna.
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