Diferencia entre revisiones de «Edad Moderna»

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== Caracterización ==
 
El carácter más trascendental que trae la Edad Moderna es, sin duda, lo que Ruggiero Romano y Alberto Tenenti denominan ''«la primera unidad del mundo»'':
HACE TU TAREA EN OTRO LADO dx [[Bartolomé Clavero]] ''Tantas personas como estados''</ref> En todas las civilizaciones, el momento de la muerte de los reyes (o su agonía, o su falta de sucesión) ha dado históricamente origen a problemas sucesorios, e incluso guerras.
{{Cita|En 1531, al abrirse la nueva Bolsa de Amberes, una inscripción advertía que era ''in usum negotiatorum cuiuscumque nationis ac linguae'': para uso de los hombres de negocios de cualquier nación y lengua. Es en un hecho como éste y en muchos otros de naturaleza semejante, más aún que en los aspectos externos del gigantismo político o económico, donde nos parece que debe buscarse el sentido profundo del período... <small>Ahora se crea una primera unidad del mundo: las técnicas circulan velozmente; los productos y los tipos de alimentación se difunden; la cocina española, el trigo, el carnero, los bovinos se introducen en América; a más o menos largo plazo, el maíz, la patata, el chocolate, los pavos llegan a Europa. En los Balcanes, las pesadas confituras turcas van penetrando lentamente; las bebidas turcas -o la manera turca de prepararlas- se consolidan. Por todas partes, los paisajes cambian: los templos de las religiones de la América precolombina son sustituidos por iglesias católicas, y en las encrucijadas de los caminos de América se levantan ahora cruces; en los Balcanes, los alminares se alzan al lado de las iglesias ortodoxas. Intercambios de técnicas, de culturas, de civilizaciones, de formas artísticas: la rueda -desconocida en América- se introduce en el nuevo mundo; los pintores italianos llegan a las cortes de los sultanes (así, Gentile Bellini termina, en 1480, el finísimo retrato de Mohamed el Conquistador). Una vasta economía mundial extiende sus hilos alrededor del globo: el camino de las monedas del Imperio español, los famosos «reales de a ocho», acuñadas en las casas de moneda americanas, se hace cada vez más largo y, tras el viaje tras atlántico, llegan en pequeñas o grandes etapas hasta el Extremo Oriente, para ser cambiadas por especias, sedas, porcelanas, perlas ... El trigo del Báltico llega hasta la región atlántica de la Península Ibérica, y hacia 1590 entrará masivamente hasta el Mediterráneo; el azúcar, de las islas atlánticas o del Brasil, empieza a llegar en grandes cantidades a los mercados europeos; se democratizan algunos productos -como la pimienta- considerados hasta entonces de lujo o, por lo menos, privilegiados. La modernidad de esta época, en torno a la cual generaciones enteras de historiadores han discutido para captar su presencia en mil aspectos, en mil ideas, se afirma, precisamente, en esta primera unidad del mundo. Pero ésta es aún demasiado frágil: si las líneas de navegación enlazan ya con gran regularidad los distintos continentes, la piratería o las dificultades técnicas de la navegación rompen aquella regularidad; si los sueños imperiales -y unificadores- de un Carlos V parecen, por momentos, hacerse realidad a la luz de las victorias, se desvanecen muy fácilmente en la tristeza de las derrotas… y en las grandes escisiones internas que aparecen en Europa en el plano religioso, o en los gérmenes de …la conciencia nacional que ahora empieza a desarrollarse.</small><ref>Romano y Tenenti, op. cit. pg. 294</ref>}}
 
Elemento consustancial a la Edad Moderna (especialmente en Europa, primer motor de los cambios) es su carácter transformador, paulatino, dubitativo incluso, pero decisivo, de las estructuras económicas, sociales, políticas e ideológicas propias de la [[Edad Media]]. Al contrario de lo que ocurrirá con los cambios revolucionarios propios de la [[Edad Contemporánea]], en que la dinámica histórica se acelera extraordinariamente, en la Edad Moderna la inercia del pasado y el ritmo de los cambios son lentos, propios de los fenómenos de [[larga duración]]. Como se indica [[Edad Moderna#Localización en el tiempo|arriba]], no hubo un paso brusco de la [[Edad Media]] a la época moderna, sino una [[transición]]. Los principales fenómenos históricos asociados a la [[Modernidad]] ([[capitalismo]], [[humanismo]], [[Estado nacional|estados nacionales]], etcétera) venían preparándose desde mucho antes, aunque fue en el paso de los siglos [[Siglo XV|XV]] a [[Siglo XVI|XVI]] en donde confluyeron para crear una etapa histórica nueva.
 
Estos cambios se produjeron simultáneamente en varias áreas distintas que se retroalimentaban: en lo económico con el desarrollo del [[capitalismo]]; en lo político con el surgimiento de estados nacionales y de los primeros imperios ultramarinos; en lo bélico con los cambios en la estrategia militar derivados del uso de la [[pólvora]]; en lo artístico con el [[Renacimiento]], en lo religioso con la [[Reforma Protestante]]; en lo filosófico con el [[Humanismo]], el surgimiento de una [[filosofía]]s secular que reemplazó a la [[Escolástica]] medieval y proporcionó un nuevo concepto del hombre y la sociedad; en lo científico con el abandono del ''[[magister dixit]]'' y el desarrollo de la investigación empírica de la [[ciencia moderna]], que a la larga se interconectará con la tecnología de la Revolución industrial. Ya para el [[siglo XVII]], estos fuerzas disolventes habían cambiado la faz de Europa, sobre todo en su parte noroccidental, aunque estaban aún muy lejos de relegar a los actores sociales tradicionales de la Edad Media (el [[clero]] y la [[nobleza]]) al papel de meros comparsas de los nuevos protagonistas: el [[Estado moderno]], y la [[burguesía]].
 
Desde una perspectiva materialista, se entiende que este proceso de transformación empezó con el desarrollo de las fuerzas productivas, en un contexto de aumento de la población (con altibajos, desigual en cada continente y aún sometica a la mortalidad catastrófica propia del el [[Antiguo Régimen demográfico]], por lo que no puede compararse a la [[explosión demográfica]] de la Edad Contemporánea). Se produce el paso de una economía abrumadoramente agraria y rural, base de un sistema social y político [[Feudalismo|feudal]], a otra que sin dejar de serlo mayoritariamente, añadía una nueva dimensión comercial y urbana, base de un sistema político que se va articulando en [[estado-nación|estados-nación]] (la [[monarquía]] en sus variantes [[monarquía autoritaria|autoritaria]], [[monarquía absoluta|absoluta]] y en algunos casos [[monarquía parlamentaria|parlamentaria]]); cambio cuyo inicio puede detectarse desde fechas tan tempranas como las de la llamada [[revolución del siglo XII]] y que se precipitó con la [[crisis del siglo XIV]], cuando se abre la [[transición del feudalismo al capitalismo]] que no se cerrará hasta el siglo XIX.<ref>El término quedó acuñado en el célebre debate que a mediados del siglo XX mantuvieron personalidades de la [[historiografía]] y la [[economía]] más o menos cercanas al paradigma del [[materialismo histórico]], en su versión inglesa o francesa (revistas [[Past and Present]] y [[Annales]]), como [[Maurice Dobb]], [[Karl Polanyi]], [[R. H. Tawney]], [[Paul Sweezy]], [[Kohachiro Takahashi]], [[Christopher Hill]], [[Georges Lefebvre]], [[Giuliano Procacci]], [[Eric Hobsbawm]] y [[John Merrington]] entre otros. Una recopilación de los artículos con sus respuestas se hizo en HILTON, Rodney (ed.) (1976, 1977 en español) ''La transición del feudalismo al capitalismo'', Barcelona, Crítica, ISBN 84-7423-017-9.</ref>
 
El nuevo actor social que aparece y al que pueden asociarse los nuevos [[valor]]es [[ideológico]]s (el [[individualismo]], el [[trabajo]], el [[mercado]], el [[progreso]] ...) fue la burguesía. No obstante, el predominio social de clero y nobleza no es discutido seriamente durante la mayor parte de la Edad, y los valores tradicionales (el [[honor]] y la [[fama]] de los nobles, la [[pobreza]], [[obediencia]] y [[castidad]] de los [[votos monásticos]]) son los que se imponen como [[ideología]] dominante, que justifica la persistencia de una [[sociedad estamental]]. Hay historiadores que niegan incluso que la categoría social de [[clase]] (definida con criterios económicos) sea aplicable a la sociedad de la Edad Moderna, que prefieren definir como una sociedad de órdenes (definida por el prestigio y las relaciones clientelares).<ref>[[Roland Mousnier]], en polémica con los historiadores materialistas, de la [[Escuela de Annales]], o el soviético Boris Porschnev.</ref> Pero desde una perspectiva más amplia, considerando el periodo en su conjunto, es innegable que poderosas fuerzas, aquéllas en que se basan esos nuevos valores, estaban en conflicto y chocaron, a la velocidad de los continentes, con las grandes estructuras históricas propias de la Edad Media (la [[Iglesia Católica]], el [[Sacro Imperio Romano Germánico|Imperio]], los [[feudo]]s, la [[servidumbre]], el [[privilegio]]) y otras que se expandieron durante la Edad Moderna, como la [[colonia administrativa|colonia]], la [[esclavitud]] y el [[racismo]] [[eurocentrismo|eurocentrista]]. La Era de las Revoluciones fue un cataclismo final que no se produjo sino cuando se hubo concentrado una energía suficiente.
 
Mientras este conflicto secular se desarrollaba en Europa, la totalidad del mundo, conscientemente o no, fue afectada por la expansión europea. Como se ha visto en [[Edad Moderna#Secuenciación|Secuenciación]], para el mundo extraeuropeo la Edad Moderna significa la irrupción de Europa, en mayor o menor medida según el continente y la civilización, a excepción de una vieja conocida, la islámica, cuyo campeón, el Imperio Turco, se mantuvo durante todo el periodo como su rival [[geoestratégico]]. Para América la Edad Moderna significa tanto la irrupción de Europa como la gesta de la independencia que dio origen a los nuevos estados nacionales americanos.
 
[[Archivo:Basilica di San Pietro front (MM).jpg|thumb|left|180px|Fachada de la [[Basílica de San Pedro]], Roma. La inscripción del friso es curiosa: se hizo ''en honor del Príncipe de los Apóstoles, Paolo Borghese, Romano Pontífice Máximo. Año 1612, séptimo de su pontificado''. Es notable vanidad la que supone enaltecer el apellido familiar junto al nombre que adoptó como papa ([[Pablo V]] tenía como nombre Camilo Borghese), y apropiarse de un monumento que llevaba cien años construyéndose por iniciativa de muchos papas. Curiosamente, las tres palabras que quedan sobre la entrada resumen (sin duda involuntariamente) las claves de la Edad Moderna: '''PAVLVS BVRGHESIVS ROMANVS''', la herencia [[clásica]] (greco-romana), el [[cristianismo]] expansivo de [[Pablo de Tarso]] (el judío apóstol de los gentiles) y la enigmática presencia, central, de la [[burguesía]]. Sin embargo, nada más antiburgués que la aristocrática familia [[Borghese]] en el epicentro del clero católico.]]
[[Archivo:Rembrandt Harmensz. van Rijn 092.jpg|thumb|180px|''Los Síndicos del Gremio de los Pañeros'', [[Rembrandt]], 1662. La burguesía holandesa, tras la [[Revuelta de Flandes]], se ha convertido por primera vez en la historia en la clase dominante a cuyos intereses sirve un estado de dimensiones nacionales. Esto es excepcional no solo en el mundo sino en Europa, donde incluso Inglaterra, en plena [[Restauración]], aún no ha solucionado sus conflictos sociales y políticos, mientras que en el resto triunfa el [[Antiguo Régimen]] en mayor o menor medida.]]
=== El papel de la burguesía ===
Los [[Burguesía|burgueses]], nombre que se dio en la edad media europea a los habitantes de los [[burgo]]s (los barrios nuevos de las ciudades en expansión), tienen una posición ambigua en la Edad Moderna. Una visión lineal, que tome como punto de llegada la Revolución Burguesa, les buscará emplazándose a sí mismos fuera del sistema feudal, como hombres libres que, en Europa, se hicieron poderosos gracias a la creación de redes comerciales que la abarcaban de norte a sur. Ciudades que habían conseguido una existencia libre entre el imperio y el papado, como [[Venecia]] y [[Génova]], crearon verdaderos imperios comerciales. Por su parte, la [[Hansa]] dominó la vida económica del [[Mar Báltico]] hasta el [[siglo XVIII]]. Las [[ciudad]]es eran ''islas en el océano feudal'', pero el que la burguesía fuera realmente un disolvente del feudalismo, o más bien un testimonio de su dinamismo, al crecer con el excedente que los señores extraen en sus feudos, es un tema que ha discutido extensamente la historiografía.<ref>[[Henri Pirenne]], ''La ciudad medieval : del Occidente cristiano al Oriente musulmán (siglos V-XV)'' Madrid. ISBN 84-206-1401-7; [[Rodney Hilton]] (ed.) ''La transición del Feudalismo al Capitalismo''</ref> El mismo papel de la ciudad europea durante la Edad Moderna puede considerarse un proceso de [[larga duración]] dentro del milenario proceso de [[urbanización]]: la creación de una [[red urbana]], preparación necesaria para el cumplimiento de las funciones sociales del mundo industrial moderno. A la línea de meta llegaron con ventaja metrópolis como [[Londres]] y [[París]] en el siglo XVIII; por el camino quedaron rezagadas, sin capacidad de articular una economía nacional de dimensiones suficientes para el despegue industrial, [[Lisboa]], [[Sevilla]], [[Madrid]], [[Nápoles]], [[Roma]], [[Viena]]... y jugando en otra división (no de tamaño, sino funcional) [[Ciudad de México]], [[Moscú]] o [[San Petesburgo]], [[Estambul]], [[Alejandría]], [[El Cairo]], [[Pekin]].<ref>[[Jan de Vries]] (1984-1987): ''La urbanización de Europa, 1500-1800'', Barcelona, Crítica. ISBN 84-7423-330-5; [[David Ringrose]] (1985) ''Madrid y la economía española, 1560-1850. Ciudad, Corte y País en el Antiguo Régimen'', Madrid, Alianza Universidad. ISBN 84-206-2443-8</ref>
 
Aunque la diferencia de posición económica era enorme entre [[alta burguesía]], [[baja burguesía]] y [[plebe]] empobrecida, no lo estaba en muchos extremos por su condición social: todas eran [[pueblo llano]]. La diferenciación entre burguesía y [[campesinado]] es aún más significativa, pues fuera de las ciudades es donde vivía la inmensa mayoría de la población, dedicándose a actividades agropecuarias de muy escasa productividad, lo que las condenaba a la invisibilidad histórica: la producción documental, que florece de forma extraordinaria en la Edad Moderna (no sólo con la imprenta, sino con la fiebre burocrática del estado y de los particulares: registros económicos, protocolos notariales...) es esencialmente urbana. Los fondos de los archivos europeos empiezan ya a competir en densidad de [[fuentes documentales]] con enorme ventaja frente a los chinos, de milenaria continuidad.
 
También puede verse a la burguesía como un aliado del absolutismo, o como un agregado social sin verdadera conciencia de clase, cuyos individuos prefieren la "traición" que les permite el ennoblecimiento por compra o matrimonio, sobre todo cuando la ideología dominante persigue el lucro y santifica la renta de la tierra.<ref>Anderson, Perry ''El estado absolutista''</ref> Su papel como agente revolucionario había ocasionado las [[revuelta]]s populares urbanas de la Edad Media, y continuará vivo pero errático en las de la Edad Moderna, algunas teñidas de ideología religiosa, otras de revuelta antifiscal o incluso de [[motines de subsistencia]].<ref>[[Christopher Hill]] (1983) ''El mundo trastornado. El ideario popular extremista en la Revolución inglesa del siglo XVII'', Madrid, Siglo XXI, ISBN 84-323-0471-9 [[Charles Tilly]] (1993) ''Las revoluciones europeas, 1492-1992'' Barcelona, Crítica, ISBN 84-7423-685-1</ref>
 
En otros continentes, la caracterización social de una clase definida por su actividad urbana, su identificación con el capital y la condición de no privilegiada, es mucho más problemática. No obstante, se ha aplicado el término en Japón, cuya [[formación económico social]] ha sido asimilada al feudalismo, y con muchas más dificultades en China, aunque las [[interpretaciones de la Historia de China|interpretaciones de su historia]] están muy vinculadas a posiciones ideológicas.
 
El mundo islámico tenía desde sus orígenes una fuerte componente comercial, con un desarrollo impresionante de las rutas a larga distancia (navieras y caravaneras), y una artesanía superior a la europea en muchos aspectos, pero el desarrollo de las fuerzas productivas demostró ser menos dinámico, y con éstas la dinámica social. Los mercaderes árabes o el [[zoco]], sin dejar de ser bullicioso y reflejar el descontento popular en periodos de crisis, no estuvieron nunca en condiciones de significar un desafío a las estructuras.
 
América fue desde el comienzo de su colonización una tierra de promisión donde hacer experimentos de ingeniería social. Las [[reducciones jesuíticas]] o los peregrinos del [[Mayflower]] son casos extremos, siendo el fenómeno más importante la ciudad colonial hispánica, con su urbanismo trazado a cordel a partir de una amplia [[Plaza Mayor]] sobre tierras vírgenes o ciudades precolombinas, a veces incluso convirtiéndose en [[ciudad peregrina]], cambiando su emplazamiento por terremotos o condiciones sanitarias. Es posible encontrar la formación de una burguesía en América durante la Edad Moderna, en las [[Nueva Inglaterra|colonias británicas del norte]], y en los [[criollo]]s hispanoamericanos, que impulsarán los procesos de independencia y contribuirán decisivamente al final del Antiguo Régimen y la plasmación de los valores de la Edad Contemporánea.
 
Las exploraciones patrocinadas por las monarquías europeas (en Portugal, el caso precoz de [[Enrique el Navegante]]), y protagonizadas por personajes como [[Cristóbal Colón]], [[Juan Caboto]], [[Vasco de Gama]] o [[Hernando de Magallanes]], se aventuraron en mares desconocidos y llegaron a tierras que eran desconocidas por los europeos, aprovechando una serie de mejoras náuticas: la [[brújula]] y la [[carabela]]. La relación que el espíritu individualista y la búsqueda la fama pudieran tener con los valores burgueses no es tan clara: no supone ninguna novedad desde tiempos de [[Marco Polo]] y tiene posiblemente más relación con el espíritu caballeresco y los valores nobiliarios de la baja edad media.<ref>[[Johan Huizinga]] ''El Otoño de la Edad Media''; ''Homo Ludens''.</ref> Aprovechando sus descubrimientos, [[España]], [[Portugal]] y [[Países Bajos|Holanda]] primero, y [[Francia]] e [[Inglaterra]] después, construyeron [[colonialismo|imperios coloniales]], cuyas riquezas, sobre todo la extracción de oro y plata de América, estimularon aún más la acumulación de [[capital]] y el desarrollo de la industria y el comercio, aunque a veces más fuera del propio país que dentro, como fue el caso de la castellana, que sufrió las consecuencias de la [[Revolución de los Precios]] y una política económica, el [[mercantilismo]] paternalista que busca más la [[protección del consumidor]] (y de los privilegiados) que la del productor.
 
Fuera de Inglaterra y Holanda, en el [[siglo XVII]], la burguesía tenía un poder económico relativo, y ningún poder político. No sería propio decir que llegó a sus manos ni siquiera cuando reyes como [[Luis XIV]] empezaron a llamar a burgueses como ministros de estado, en vez de la vieja aristocracia.
 
[[Archivo:Suleiman Mohacs.jpg|thumb|left|180px|El Sultán del [[Imperio otomano]] [[Suleiman Kanuni|Solimán ''el magnífico'']], vencedor de la [[batalla de Mohács]] (1526), tras la que ocupa Hungría y sitia Viena. Los soldados que le sirven de guardia son los temibles [[jenízaros]]. Su expansión militar y territorial le convirtieron en un monarca tan poderoso como pudiera serlo [[Carlos V del Sacro Imperio romano]], y con un control interno sobre sus dominios no menor en cuanto a supremacía. No obstante, su sistema político no es comparable con la monarquías autoritarias de la Europa Occidental, que están en una dinámica muy diferente.]]
[[Archivo:Sebastiano Ricci 035.jpg|thumb|180px|right|El papa [[Paulo III]] reconcilia a [[Francisco I de Francia]] con el [[emperador Carlos V]] ([[Tregua de Niza]], 1538), en un cuadro de Sebastiano Ricci (1688). La enemistad de los dos soberanos resultó en el inicio de un siglo de hegemonía de la [[Monarquía Católica]], pero también en la imposibilidad de una restauración del [[Sacro Imperio romano]]. El poder papal, desafiado por la [[Reforma]], subsistirá.]]
[[Archivo:Felipe-V-family.jpg|thumb|180px|right|''La Familia de [[Felipe V de España|Felipe V]]'', de [[Michel van Loo]], nos recibe en estudiada pose en un ambiente [[barroco]]. La imagen sirvió como comunicación familiar con los Borbón de Francia. El [[pacto de familia]] que mantuvieron ambas ramas de la dinastía hasta la ejecución de Luis XVI demuestra cómo los intereses nacionales (de unas naciones aún no construidas) se postergaban ante los dinásticos. Territorios y súbditos podían intercambiarse por un tratado sin consultar a nadie más que a su soberano. Algún rey prefería perder sus estados antes que gobernar sobre herejes ([[Felipe II de España]]) mientras que otro compraba París por el buen precio de una misa ([[Enrique IV de Francia]]).]]
[[Archivo:Kangxi7.jpeg|thumb|left|180px|El emperador chino [[Kangxi]], cuyo reinado, de 1662 a 1722 fue comparable en duración al de [[Luis XIV de Francia]], aunque indiscutiblemente, China era mucho más poderosa y extensa. La existencia de las potencias europeas ya no podía ser ignorada, y se vio forzado a mantener un equilibrio fronterizo con Rusia en Asia Central y a frustrar las pretensiones proselitistas del papado. La formación económico social china no podrá sostener la presión expansiva de Europa en el siglo siguiente.]]
 
=== El poder de los reyes ===
En [[Europa Occidental]], desde finales de la Edad Media algunas monarquías tienden a la formación de lo que a finales de la Edad Moderna podrá identificarse como [[Estado nacional|estados nacionales]], en espacios geográficamente definidos y con mercados unificados de una dimensión adecuada para la modernización económica. Sin llegar a los extremos del [[nacionalismo]] del siglo XIX y XX, la identificación de algunas monarquías con un carácter nacional se hace evidente, y se buscan y exageran esos rasgos, que pueden ser las leyes y costumbres tradicionales, la religión o la lengua. En ese sentido van la reivindicación de la lengua vernácula para la corte de Inglaterra (que durante toda la Edad Media hablaba el francés) o la argumentación de [[Nebrija]] a los Reyes Católicos en su ''Gramática Castellana'' de que, deben imitar a Roma y al latín porque ''la lengua va con el imperio'' (originándose una serie de orgullosas defensas del español en actos diplomáticos).<ref>Algunos historiadores, como [[Henry Kamen]], polemizan negando la [[hispanidad]] del Imperio de los Habsburgo, afirmando que el español era una lengua minoritaria. La idea de Kamen de que España fue creada por el Imperio y no el imperio por España es bastante defendible: también [[Józef Piłsudski]] dijo que es el estado quien crea a la nación y no la nación al Estado.</ref>
 
Este proceso no fue ni continuo ni sin altibajos, y no estaba claro en sus comienzos si iba a triunfar la ''Idea Imperial'' de [[Carlos V del Sacro Imperio romano|Carlos V]], el mosaico multinacional dinástico de los [[Habsburgo]] o la expansión europea del [[Imperio otomano]]. Si en el siglo XVIII parecían fuertemente establecidos los actuales Estados de [[España]], [[Portugal]], [[Francia]], [[Inglaterra]], [[Suecia]], [[Países Bajos|Holanda]] o [[Dinamarca]], nadie podía haber previsto el destino de [[Polonia]], repartido entre sus vecinos. Los intereses dinásticos de las monarquías eran cambiantes y produjeron a lo largo de la Edad Moderna inacabables intercambios de territorios, por razones bélicas, matrimoniales, sucesorias y diplomáticas, que hacían que las fronteras fueran cambiantes, y con ellas los súbditos.
 
El aumento del poder de los reyes se centró en tres direcciones: eliminación de todo contrapoder dentro del Estado, expansión y simplificación de las [[frontera]]s políticas (el concepto de ''fronteras naturales'') en competencia con los demás reyes, y eliminación de estructuras feudales supranacionales (las [[dos espadas]]: el Papa y el Emperador).
 
Las [[monarquías autoritarias]] intentaron liquidar a toda posible oposición. En el [[siglo XVI]] aprovecharon la [[Reforma Protestante]] para separarse de la [[Iglesia Católica]] ([[Sacro Imperio Romano Germánico|principados alemanes]] y [[Escandinavia|monarquías escandinavas]]) o bien para identificarse con ella (la monarquía del ''[[Rey Cristianísmo]]'' de Francia o la del ''[[Rey Católico]]'' de España), aunque no sin conflictos (como prueba las polémicas en torno al [[regalismo]], o el [[galicanismo]]). La monarquía inglesa del ''[[Defensor de la Fe]]'' ([[Enrique VIII]], [[María Tudor]] e [[Isabel I]]) intentó alternativamente una u otra opción para decantarse finalmente por una salida intermedia entre ambas (el [[anglicanismo]]). Los reyes intentaron imponer la unidad religiosa a sus súbditos: en España los [[Reyes Católicos]] expulsaron a los [[expulsión de los judíos de España|judíos]] y [[Felipe III de España|Felipe III]] a los [[expulsión de los moriscos|moriscos]], en Inglaterra el [[Anglicanismo|anglicano]] [[Enrique VIII]] persiguió a los católicos, y en Francia [[Richelieu]] persiguió a los protestantes. El principio ''cuius regio eius religio'' (la religión del rey ha de ser la religión del súbdito) fue el director de las relaciones internacionales desde la [[Dieta de Augsburgo]], aunque no consiguió evitar las [[guerras de religión]] hasta la firma de los [[Tratados de Westfalia]] ([[1648]]).
 
Otro frente de batalla fue la nobleza, que en ocasiones se resiste al aumento del poder real, como en la [[Guerra de las Comunidades]] de Castilla ([[1521]]), la [[Fronda]] francesa de [[1648]], o las conspiraciones con ocasión de la [[crisis de 1640]] contra el [[Conde-Duque de Olivares]] en distintos puntos de la [[Monarquía Hispánica]]. No debe interpretarse esto como una identificación de los intereses de clase de la burguesía y la monarquía, que puede apoyarse en ella, sabiendo que es su principal fuente de ingresos, pero, al menos en las zonas en que puede hablarse de sociedades de Antiguo Régimen, se identifica mucho más claramente con los intereses de la clase dominante: los privilegiados (nobleza y clero). En esas mismas ocasiones las revueltas también mostraron un componente de particularismo regional que se opone a la centralización, la resistencia de instituciones que pueden funcionar como contrapeso a la corona (Parlamentos judiciales o legislativos), o un carácter antifiscal. En el caso más favorable al poder real, el francés, resultó en una [[monarquía absoluta]] identificada con eln estado unitario y centralizado. Mientras tanto, primero en Holanda (tras su independencia) y luego en Inglaterra (tras la [[Guerra Civil Inglesa]]) se experimenta el funcionamiento de la [[monarquía parlamentaria]] en respuesta a otra formación económico social.
 
En lo externo, los imperios europeos buscaron ampliar sus horizontes territoriales. España se construyó un [[Imperio español|Imperio]] en [[América]]. Portugal y Holanda fundaron factorías, núcleos de futuras ciudades, en diversos puntos costeros diseminados por todo el mapa terrestre. Francia e Inglaterra intentaron entrar en la [[India]], al tiempo que fundaban colonias en lo que después serán [[Estados Unidos]] y [[Canadá]]. La pugna por el complejo mapa de político europeo fue incesante, desgastando las energías sociales extraídas a través de los impuestos en cruentas conflagraciones cuyo fin podía ser el predominio dinástico, religioso o el mantenimiento o la discusión de la hegemonía continental, en la que se sucedieron España y Francia, con la irrupción local de potencias locales ([[Dinamarca]], [[Suecia]], [[Polonia]]...). Los escenarios de las conflagraciones europeas fueron preferentemente los atomizados espacios políticos de la península italiana y centroeuropa, surgiendo en ésta las potencias rivales de [[Austria]] y [[Prusia]], cuyo futuro no se dilucidará hasta bien entrada la Edad Contemporánea.
 
Frente a todo esto, las viejas estructuras supranacionales medievales hicieron crisis. La [[Iglesia Católica]] fue incapaz de mantener unida a Europa bajo su dominio aunque los [[Estados Pontificios]] subsistieron con una influencia incomparablemente superior a su peso temporal, y el [[Sacro Imperio Romano Germánico]], después del frustrado intento por restaurarlo de [[Carlos V del Sacro Imperio romano|Carlos V]], fue prácticamente desmantelado por el [[Tratado de Westfalia]] de [[1648]]. El Imperio siguió existiendo teóricamente hasta [[1806]], pero en los hechos no era más que una presencia nominal en el mapa internacional, sin poder efectivo.
[[Archivo:POMA0392v.jpg|thumb|left|180px|El [[regicidio]] del [[inca]] [[Atahualpa]], tal como la dibujó [[Felipe Guamán Poma de Ayala]], en su ''Nueva Crónica y Buen Gobierno'', un excepcional documento de la visión indígena de la [[Conquista de América]], descubierto en [[1908]]]]
[[Archivo:Rei D. Sebastião.jpg|thumb|180px|El rey don [[Sebastián I de Portugal]], que a pesar de haber muerto en Alcazarquivir, junto a otros dos reyes (estos musulmanes), "reapareció" en la figura de un [[pastelero de Madrigal]] y permaneció siempre vivo y eternamente joven en el imaginario popular, como los héroes homéricos o el [[Che Guevara]] en el siglo XX (sin olvidarnos de héroes populares como [[Elvis Presley]], [[Marilyn Monroe]], [[James Dean]], [[Jim Morrison]] o [[John Lennon]]).]]
==== El Rey ha muerto, ¡viva el Rey! ====
HACEEsta TUfórmula, TAREAque ENgarantizaba OTROla LADOcontinuidad dxde la monarquía hereditaria, es también un reflejo de los límites del [[Estado]] que se pretende construir por una monarquía con aspiraciones absolutistas.<ref>[[Ernst Kantorowicz]] ''Los dos cuerpos del rey''; [[Bartolomé Clavero]] ''Tantas personas como estados''</ref> En todas las civilizaciones, el momento de la muerte de los reyes (o su agonía, o su falta de sucesión) ha dado históricamente origen a problemas sucesorios, e incluso guerras.
 
La posibilidad de dar muerte al rey era un hecho todavía más grave, y la ''[[lesa majestad]]'' sancionada con la peor de las condenas (el suplicio de los regicidas como [[Ravaillac]] era particularmente doloroso). La mera consideración de ese argumento en la ficción garantizaba el interés de las truculentas tragedias de [[Shakespeare]], en las que el usurpador encuentra su merecido castigo ([[Hamlet]] o [[Macbeth]]) sobre todo en la corte de [[Isabel I de Inglaterra]], siempre vigilante contra reales o imaginarias conspiraciones contra su vida.