Diferencia entre revisiones de «René Descartes»

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De Descartes también se conserva una copiosa correspondencia, que en gran parte canalizaba a través de su amigo Mersenne, así como algunos esbozos y opúsculos que dejó inéditos. La edición de referencia de sus obras es la que prepararon [[Charles Adam]] y [[Paul Tannery]] a fines del siglo XIX e inicios del XX, y a la que los comentaristas usualmente se refieren como AT, por las iniciales de los apellidos de estos investigadores.
 
=== Filosofía ===
no es asi
 
Los principiantes deberían abordar la filosofía cartesiana a través de las antes referidas ''Meditaciones metafísicas'' o bien a través de su obra derivada, que es el famoso ''Discurso del método'', que en sus primeras partes es ejemplarmente ameno y fluido, además de tratar temas fundamentales y darnos una buena idea del proyecto filosófico general del autor.<ref>Suele considerarse ésta como la primera obra erudita escrita en una lengua moderna (distinta del latín), aunque en realidad ya [[Nicolás Oresme]] había escrito en francés un comentario crítico a la ''Física'' de Aristóteles.</ref> Descartes explica ante todo, qué lo ha llevado a desarrollar una investigación independiente. Es que aunque él atribuye al conocimiento un enorme valor práctico (lo cree indispensable para conducirse en la vida, pues «''basta pensar bien para actuar bien''»), su paso por la escuela lo ha dejado frustrado.
 
Por ejemplo, comenta que la lectura de los buenos textos antiguos ayuda a formar el espíritu, aunque sólo a condición de leerse con prudencia (característica de un espíritu ''ya'' bien formado); reconoce el papel de las matemáticas, a través de sus aplicaciones mecánicas, para disminuir el trabajo de los hombres, y declara su admiración por su exactitud, aunque le parece que sobre ellas no se ha montado un saber lo suficientemente elevado; dice que los libros de los moralistas paganos «''contienen muchas enseñanzas y exhortaciones a la virtud que son muy útiles''», aunque en realidad no nos ayudan mucho a identificar cuál es la verdadera virtud; añade «''que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y hacerse admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia y la medicina dan honores y riquezas a los que las cultivan''» aunque claro, aquí se echa de menos toda mención de algún interés por la verdad, la salud o la justicia. Pero el colmo es que la filosofía, de donde las demás ciencias habrían de tomar sus fundamentos, es un desastre: no parece haber aquí «''cosa alguna en la que estén de acuerdo los sabios''». Su paso por la escuela, pues, ha servido para descubrirle su profunda ignorancia, y de ahí que sea indispensable la investigación.
 
==== El padre de la filosofía moderna ====
 
Al menos desde que Hegel escribió sus ''Lecciones de historia de la filosofía'', en general se considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna (independientemente de sus aportes a las matemáticas y la física). Este juicio se justifica, principalmente, por su decisión de rechazar las verdades recibidas, p. ej., de la [[escolástica]], combatiendo activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema del conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor importancia intrínseca (la moral, la medicina y la mecánica). En esta prioridad que concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de [[Blaise Pascal|Pascal]], [[Spinoza]], [[Leibniz]], [[Malebranche]], [[Locke]], [[Hume]] y [[Kant]], cuando menos. Sin embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar los estrechos vínculos que este autor mantiene con los filósofos clásicos, principalmente con [[Platón]] y [[Aristóteles]]. Descartes aspira a «''establecer algo firme y durable en las ciencias''». Con ese objeto, según la parte tercera del ''Discurso'', por un lado él cree que en general conviene proponerse metas realistas y actuar resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea provisionalmente, tendrá que adaptarse a su entorno, sin lo cual su vida se llenará de conflictos que lo privarán de las condiciones mínimas para investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un caminante extraviado, y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le conviene seguir un rumbo determinado. Esto implica atenerse a una regla relativamente fija (un método), sin abandonarla «''por razones débiles''»...
 
==== Las reglas del método ====
 
Ya la parte segunda del ''Discurso'' había presentado el método. Descartes considera que aunque la lógica tenía muchas reglas válidas, en general éstas son inútiles, puesto que, como afirma en las ''Reglas para la dirección del espíritu'', la capacidad de razonar es básica y primitiva, y nadie puede enseñárnosla. Son las reglas del método:
# El llamado ''precepto de la evidencia'' (o también, ''critica de verdad'' o ''de la duda metódica''): No admitir nunca algo como verdadero, si no consta con evidencia que lo es, es decir, no asentir más que a aquello que no haya ocasión de dudar, evitando la precipitación y la prevención.
# ''El precepto del análisis'': Dividir las dificultades que tengamos en tantas partes como sea preciso, para solucionarlas mejor.
# ''El precepto de la síntesis'': Establecer un orden de nuestros pensamientos, incluso entre aquellas partes que no estén ligadas por un orden natural, apoyándonos en la solución de las cuestiones más simples (que Descartes llama "naturalezas simples") hasta resolver los problemas más complejos a nuestro alcance.
# ''El precepto de control'': Hacer siempre revisiones amplias para estar seguros de no haber omitido nada.
 
Descartes anuncia que empleará su método para probar la existencia de Dios y del alma, aunque es preciso preguntar cómo podrían él, o sus lectores, cerciorarse de que los razonamientos que ofrece para ello tienen genuino valor probatorio. Desarrollar una prueba genuina es algo muy problemático, especialmente en lo tocante a cuestiones fundamentales, según habían señalado ya autores como Aristóteles y [[Sexto Empírico]]. Veremos que en este punto, las teorías cartesianas pueden considerarse como un desarrollo de la filosofía griega.
 
==== Propósito literario ====
 
No obstante su fluidez ejemplar, la escritura cartesiana puede considerarse como intencionalmente críptica. El resultado es algo semejante a un acertijo, para el que sólo se nos entregan numerosas claves, de modo que la comprensión de sus obras exige la participación activa del lector. Por ejemplo, algunas cosas no aparecen en los textos en el orden más natural, como cuando el método se presenta antes de que Descartes explique por qué cree conveniente adoptar una regla (sea ésta la que fuere). Mejor aún, un par de enigmas, que abajo intentamos resolver y para los que no hay otra solución conocida, muestran el carácter críptico de su escritura: el filósofo nunca explica por qué razón eligió originalmente su método (aunque sí dice que más valdría tomar uno al azar que no seguir ninguno). Y tampoco dice por qué, tanto en las ''Meditaciones metafísicas'' como en los ''Principios...'', desarrolla lo que visiblemente son tres pruebas distintas de la existencia de Dios (al contrario, en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que precede a las ''Meditaciones'', da a entender que la multiplicidad de pruebas es innecesaria, e incluso dificulta su apreciación). Siendo éstas dos de las principales cuestiones que Descartes deja sin aclarar en sus textos, hay muchas más. Es muy posible que el autor (que en la Flèche había estudiado la emblemática y otras formas de comunicación indirecta, según Gaukroger), quisiera legarnos un acertijo. Si esto es cierto, habría que ver sus textos, en parte, como criptogramas que a sus lectores les corresponde descifrar.
 
==== La duda metódica ====
 
Descartes fue considerado el filósofo de la [[duda]] porque pensaba que, en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a todo aquello de lo que pudiera dudarse ''racionalmente''. Él estableció tres niveles principales de duda:
 
''En el primero'', citando errores típicos de percepción de los que cualquiera ha sido víctima, Descartes cuestiona cierta clase de percepciones sensoriales, especialmente las que se refieren a objetos lejanos o las que se producen en condiciones desfavorables.
 
''En el segundo'' se señala la similitud entre la vigilia y el sueño, y la falta de criterios claros para discernir entre ellos; de este modo se plantea una duda general sobre las percepciones (aparentemente) empíricas, que acaso con igual derecho podrían imputarse al sueño.
 
''Por último'', al final de la Meditación I Descartes concibe que podría haber un ser superior, específicamente un ''genio maligno'' extremadamente poderoso y capaz de manipular nuestras creencias.Dicho "genio maligno" no es más que una metáfora que significa: ¿y si nuestra naturaleza es intelectualmente defectuosa?, de manera que incluso creyendo que estamos en la verdad podríamos equivocarnos, pues seríamos defectuosos intelectualmente. Siendo éste el más célebre de sus argumentos escépticos, no hay que olvidar cómo Descartes considera también allí mismo la hipótesis de un azar desfavorable o la de un orden causal adverso (el orden de las cosas), capaz de inducirnos a un error masivo que afectara también a ideas no tomadas de los sentidos o la imaginación (''vg.'', las ''racionales'').
 
El propósito de estos argumentos escépticos, y en particular los más extremos, de los dos últimos niveles, no es provocar la sensación de que hay un peligro inminente para las personas en su vida cotidiana. Se trata de posibilidades abstractas, cuya finalidad es servir a la investigación en forma semejante a un microscopio en el laboratorio.
 
==== Soluciones propuestas ====
 
Ahora bien, por un lado en la «Carta-prefacio a la traducción francesa de los [[Principios]]» Descartes se refiere a Platón y Aristóteles como los principales autores que han investigado la existencia de principios o fundamentos (válidos) del conocimiento. Aunque Descartes no lo menciona, ambos filósofos piensan que la [[dialéctica]] o controversia, donde cada uno de los participantes procura convencer o refutar a su antagonista, es el único tipo de argumentación capaz de responder esta pregunta; y en especial, la explicación que da Aristóteles (''Met.'' Γ, 4) de por qué hay que acudir a este tipo de argumento para alcanzar una prueba de los «principios», es muy digna de atención. Perfectamente pudo Descartes ver aquí una buena razón para elegir la dialéctica como procedimiento para indagar la validez de los fundamentos.
 
Esto es lo que insinúa la primera regla metódica, si el lector, en lugar de atribuirle el papel principal a la noción general de evidencia, se lo concede a la (más específica) de indubitabilidad racional: las ideas tendrán la clase relevante de evidencia ''sólo'' en la medida en que sean apropiadamente indudables, pero es obvio que no serán indudables mientras haya «ocasión» de ponerlas en duda, y habrá ''ocasión'' de dudar siempre que haya ''argumentos'' escépticos vigentes. Ahora bien, bajo un argumento como el del genio maligno, p. ej., siempre puede plantearse una duda que afecte, en términos generales, incluso a las ideas más evidentes: perfectamente puede pensarse que ''acaso las ideas evidentes son falsas''.
 
Por otro lado, vimos que Descartes acepta tres razones para plantear la duda más extrema: son las hipótesis del genio maligno, la de un azar desafortunado y la de una causalidad natural adversa. Así, si suponemos que Descartes argumenta para enfrentar al crítico radical (el [[escéptico]]), se entiende fácilmente el desarrollo de tres pruebas, que sólo aparentemente se encaminan a establecer la existencia divina. Así, a cada una de estas pruebas en realidad puede asignársele el propósito de refutar una de las hipótesis escépticas. De este modo, Descartes no habría buscado «demostrar», en primer término, la existencia de Dios: en cambio habría intentado vencer dialécticamente a su antagonista en la controversia, rechazando una razón específica entre las admitidas para plantear la duda más extrema. Para lograrlo, le habría bastado mostrar que las razones para aceptar la existencia divina son, en todo caso, más sólidas que las que pueden darse para implantar las dudas radicales. Si Descartes alcanza este objetivo, las dudas más extremas quedarían sin fundamento. Esto, a su vez, autorizaría al investigador a aceptar ciertas proposiciones como válidas, por ser racionalmente indudables (al menos, a la luz de los argumentos escépticos conocidos). Pero Descartes habría ocultado este aspecto negativo de su procedimiento.
 
== La metafísica ==