Diferencia entre revisiones de «Michel Foucault»

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Foucault compara la sociedad moderna con el diseño de prisiones llamadas panópticos de [[Bentham]] (nunca construidas pero tomadas en cuenta): allí, un solo guardia puede vigilar a muchos prisioneros mientras el guardia no puede ser visto. El oscuro calabozo de la pre-modernidad ha sido reemplazado por la moderna prisión brillante, pero Foucault advierte que "la visibilidad es una trampa". A través de esta óptica de vigilancia, dice, la sociedad moderna ejercita sus sistemas de control de poder y conocimiento (términos que considera tan íntimamente ligados que con frecuencia habla del concepto "poder-conocimiento"). Foucault sugiere que en todos los planos de la sociedad moderna existe un tipo de 'prisión continua', desde las cárceles de máxima seguridad, trabajadores sociales, la policía, los maestros, hasta nuestro trabajo diario y vida cotidiana. Todo está conectado mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos por otros, en busca de una 'normalización' generalizada.
 
Foucault arma una sociedad estandarizada por la libre compresión de los poderes-de-conocimiento, con su trabajo diario existe toda una presión coeterna del saber. Así mismo situando el control social, mediante el derecho promovido, se sitúa los siglos XVIII como un impulso sexual reprimido, que agravó a la sociedad en la cual vivimos. El poder que otorga al uso de los placeres formará en Foucault una interiorización al sexo, en una sociedad cada vez mas antigüa y griega. El mismo declarara estos pensamientos en cartas intercambiadas con Bentham, llegando a completar su discurso en la ''[[Breve historia de la sexualidad]]''.
 
Hasta su muerte se publicaron tres volúmenes de la ''[[Historia de la sexualidad]]''. El primero, ''La voluntad de saber'', de 1976, se sitúa en los dos siglos XVIII y XIX; trata del funcionamiento de la sexualidad en relación con la emergencia del bio-poder, el "control total sobre los cuerpos vivos", es decir, todas las políticas económicas, geográficas y demográficas que establece el poder para el control social. El poder se encuentra difuso, fragmentado, deslocalizado, es ubicuo, e impregna todas las relaciones sociales. Ataca las "hipótesis represivas", la creencia común de que hemos "reprimido" nuestros impulsos sexuales desde el siglo XIX. Y propone una visión de la sexualidad como "promovido" a través de la construcción discursiva del sexo. Sin embargo, ésta supuesta libertad sexual se enfrenta continuamente al "control sobre los cuerpos vivos", y el derecho de espada, la muerte, típica de sociedades disciplinarias, ha cedido el paso a la "interiorización de la norma", mecanismos más acordes con las sociedades de control en las que vivimos. Por tanto, el autor concibe el discurso sexual y la libertad sexual "lograda" en las últimas décadas (o sencillamente deseada por aquellos que defienden la libertad) como un dispositivo falso, que pretende distraer de lo que debe ser verdaderamente objeto de lucha en nuestra sociedad: el control sobre nuestros propios cuerpos, sobre nuestros deseos y pasiones.