Diferencia entre revisiones de «Conde de Villamediana»

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En Palacio conoció a [[Magdalena de Guzmán y Mendoza]], de gran influencia en la Corte como viuda de [[Martín Cortés de Monroy]], II Marqués del Valle de Guajaca (Oaxaca), y futura aya del hijo que iba a tener la reina. Pese a la diferencia de edad, mantuvieron una relación sentimental que terminó mal. Un soneto anónimo que circuló por Madrid decía que no se portó muy bien con ella, e incluso la llegó a abofetear en mitad de la representación de una comedia, delante de todo el mundo, por lo que se dice que Magdalena siempre le amó y le odió a un mismo tiempo.
 
Trasladada la Corte a [[Valladolid]], donde permaneció cinco años, contrajo matrimonio en 1601 con doña María de Mendoza y de la Cerda, descendiente del famoso [[Marqués de Santillana]], de la que tuvo varios hijos, todos malogrados; no era esta su primera elección: antes de este matrimonio había intentado desposarse con otras damas de la Corte que le rechazaron.<ref>I. Pérez Cuenca y M. de la Campa, ''op. cit.'', p. 1217</ref> Su padre obtuvo al fin el título de Conde de Villamediana en 1603, pero falleció tempranamente en 1607, un año después de otorgar testamento; su hijo heredero Juan asumió el título y el cargo de Correo mayor del reino, que estrenó cuando ya la Corte se trasladóhabía trasladado a Madrid en 1606 haciéndose notar por su talante agresivo, temerario y mujeriego y adquiriendo pronto reputación de un libertino amante del lujo y de las piedras preciosas, de los naipes y de los caballos. Llevaba una vida desordenada de jugador y se creó fama de adversario temible no solo sobre el tapete por su gran inteligencia, sino por su temible y deslenguado talento satírico, ejercido con particular denuedo contra la alta nobleza.
 
Todos estos excesos le valieron dos destierros del piadoso Felipe III, aparte de por haber arruinado a varios caballeros importantes, también por sus ya citadas fortísimas [[sátira]]s, en las que zahería sin piedad alguna las miserias de casi todos los [[Grandeza de España|Grandes de España]], ya que, como perteneciente al mismo estamento que ellos, conocía bien sus defectos, miserias y flaquezas, y sabía por dónde atacarlos y hacer daño. De esta época son los sonetos «Deste eclipsado velo, en tono oscuro «, «Del cuerpo despojado el sutil velo» o «De pululante flor fragante vuelo» dedicados a la muerte de la reina, o el soneto «Sea para bien, en hora buena sea», incluido en los preliminares del libro de [[Agustín de Rojas Villandrando]] ''El buen repúblico'' (1611), o también los dirigidos a la muerte del rey de Francia [[Enrique IV]], asesinado el 14 de mayo de 1610, «Éste que con las armas de su acero», «Cuando el furor del iracundo Marte» o «El roto arnés y la invencible espada».<ref>I. Pérez Cuenca y M. de la Campa, ''op. cit.'', p. 1218</ref>