Diferencia entre revisiones de «Conde de Villamediana»

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Todos estos excesos le valieron dos destierros del piadoso Felipe III, aparte de por haber arruinado a varios caballeros importantes, también por sus ya citadas fortísimas [[sátira]]s, en las que zahería sin piedad alguna las miserias de casi todos los [[Grandeza de España|Grandes de España]], ya que, como perteneciente al mismo estamento que ellos, conocía bien sus defectos, miserias y flaquezas, y sabía por dónde atacarlos y hacer daño. De esta época son los sonetos «Deste eclipsado velo, en tono oscuro «, «Del cuerpo despojado el sutil velo» o «De pululante flor fragante vuelo» dedicados a la muerte de la reina, o el soneto «Sea para bien, en hora buena sea», incluido en los preliminares del libro de [[Agustín de Rojas Villandrando]] ''El buen repúblico'' (1611), o también los dirigidos a la muerte del rey de Francia [[Enrique IV]], asesinado el 14 de mayo de 1610, «Éste que con las armas de su acero», «Cuando el furor del iracundo Marte» o «El roto arnés y la invencible espada».<ref>I. Pérez Cuenca y M. de la Campa, ''op. cit.'', p. 1218</ref>
 
El primero de sus destierros, de fecha bastante insegura (julio de 1605 a septiembre de 1607, o más probablemente de enero de 1608 a julio de 1611), le llevó según [[Juan Manuel Rozas]] a Francia y Flandes.<ref>I. Pérez Cuenca y M. de la Campa, ''op. cit.'', p. 1218</ref> El segundo lo condujo a Italia,<ref>De enero de 1611 data un documento en que don Juan de Tassis y Peralta otorga un poder a su abuela doña Casilda de Muñatones para administrar sus bienes porque él se halla de camino fuera de los reinos rumbo a Italia. ''Cf''. I. Pérez Cuenca y M. de la Campa, ''op. cit.'', p. 1219</ref> donde estuvo entre 1611 y 1617 con el [[Pedro Fernández de Castro y Andrade|conde de Lemos]], nombrado virrey de [[Nápoles]]. Ya vuelto a España, atacó en varias [[sátira]]s la corrupción alcanzada bajo el valimiento del [[Francisco de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma|duque de Lerma]] y [[Rodrigo Calderón de Aranda]] durante los últimos años del reinado de [[Felipe III de España|Felipe III]], de forma que estos lograron del rey que le desterrara otra vez de la corte en 1618, aunque esta vez a Andalucía, de donde regresó al poco al fallecer el rey, favorecido como fue por el nuevo valido, el [[Conde Duque de Olivares]].
 
Tuvo numerosas amantes, con las cuales llegó a veces a las manos públicamente, como en una ocasión durante el estreno de una comedia, y no se paró ante amoríos peligrosos como con una de las cortesanas del rey, una tal Marfisa, quizá doña [[Francisca de Tavara]], bellísima joven portuguesa, dama de la reina y amante del rey. La leyenda afirma también que incendió premeditadamente el coliseo de [[Aranjuez]] mientras, durante las fiestas de celebración del aniversario del rey [[Felipe IV de España|Felipe IV]], se estrenaba ante la reina, el 8 de abril de 1622, una obra suya, ''[[La gloria de Niquea]]'', inspirada en un episodio del ''[[Amadís de Grecia]]'', para poder salvarla en brazos, ya que estaba enamorado de ella y aun tocarla siquiera estaba penado con la muerte. Existe también la [[leyenda]] de que se presentó a un baile con una capa cubierta de reales de oro, con lo que aludía a su suerte en el juego, y con la leyenda "Son mis amores reales", lo que era un triple sentido con la palabra ''reales'' muy peligroso para la época; con este título y sobre este episodio escribirá en el siglo XX un drama [[Joaquín Dicenta]]. Otra leyenda es la del origen de la expresión "Picar muy alto", que se cree se debió a las habilidades como picador del conde que, al ser alabadas por la reina, el rey respondió: "Pica bien, pero pica muy alto", con evidente doble sentido, debido a sus escarceos con la reina. [[Narciso Alonso Cortés]], además, descubrió en el [[Archivo de Simancas]] un memorial que implicaba a Villamediana en un célebre proceso por [[sodomía]] concluido el 5 de diciembre de 1622 con la muerte en la hoguera de ''cinco mozos'', justicia que, según las ''Noticias de Madrid'', «hizo mucho ruido en la corte»,<ref>''Noticias de Madrid'', Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 2513.</ref> atribuyendo a esta causa la muerte del conde, que otros explican por sus sátiras, por el despilfarro de la fortuna familiar o por lances amorosos y adulterios, en los que hubiera podido verse involucrado el mismo monarca. Consciente de su carácter temerario y atrevido, un sombrío [[pesimismo]] aparece en la mayoría de las composiciones del conde, quien escribió aquellos versos celebérrimos: