Diferencia entre revisiones de «Tercera guerra carlista»

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== Consecuencias ==
Los soldados carlistas que depusieron las armas pudieron incorporarse al ejército gubernamental con el mantenimiento de todos los grados y condecoraciones, pero pocos lo hicieron. Para las provincias vascongadas y Navarra, el final de esta guerra supuso la definitiva desaparición de parte de los fueros, con la ley abolitaria del 21 de [[julio]] de [[1876]]. Esta decisión fue unánimemente aceptada por todas las provincias, incluyendo las damnificadas, que no pudieron hacer nada en contra de la decisión debido al gran contingente militar que aún restaba en su territorio. El fin del gobierno foral en el País Vasco hizo que el gobierno de [[Antonio Cánovas del Castillo|Antonio Cánovas]] pactase el llamado [[Concierto Económico|Primer acuerdo ecónomicoeconómico vasco]], en el que se seguía dando cierta libertad económica a esta región, permitiendo a las autoridades locales recaudar ellos mismos los impuestos. Estos cambios políticos dieron lugar a un gran crecimiento económico e industrial del País Vasco, que se convirtió en una de las regiones más avanzadas e industrializadas del país. Por otra parte, la derrota y posterior [[Historia de los fueros vascongados en el siglo XIX|supresión de los fueros]] aumentó el sentimiento fuerista vasco, dando lugar años después a la creación del [[Partido Nacionalista Vasco]] en [[1895]] por [[Sabino Arana]], que defendería las ideas católicas del carlismo y, de manera independiente de este movimiento, que propugnaba el regionalismo, pasaría a defender el nacionalismo.
 
Desde la óptica alfonsina, la victoria legitimó aún más el gobierno de la [[Restauración borbónica en España|Restauración]], que se vio reforzado con la promulgación de la [[Constitución española de 1876|Constitución de 1876]]. El soberano otorgó a sus tropas las medallas de la guerra civil en operaciones y posteriormente, llegando incluso a conceder en casos muy destacados la destacada distinción de benemérito a la patria. Sin embargo respetó con honores a todos los condecorados por el otro bando y dejó establecidos como nobles del reino a todos los nobles que su rival había ennoblecido. La tercera guerra civil del siglo XIX acabó con un asimilamiento del bando perdedor sin hacer agravios al vencido.