Diferencia entre revisiones de «Mancomunidad de Cataluña»

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{{cita|Tenemos nosotros el deber de conciencia de ayudar al Directorio en la obra de regeneración del país; tenemos nosotros, como catalanes, el íntimo de deber de conciencia de hacer todo lo posible para que, de una vez, se encaucen esos problemas que agitan todavía la vida de Cataluña y que han puesto muchas veces en conmoción la vida de España}}
 
La Asamblea de la Mancomunidad estaba presidida por el [[marqués de Marianao]] y en el Consejo permanente destacaba [[Darío Rumeu y Freixa|DariusDarío Romeu]], [[baronía de Viver|barón de Viver]], ''conseller'' de cultura de la Mancomunidad y que sería nombrado [[alcalde de Barcelona]] por Primo de Rivera.{{Harvnp|Puy|1984|p=47|ps=}}
 
Sin embargo a los pocos meses comenzaron las tensiones entre Sala y Primo de Rivera ya que el dictador empezó a cuestionar la existencia misma de la Mancomunidad, porque temía que en otras manos, ''tendenciosas'', fuera el embrión de ''un pequeño Estado'', ''capaz de dañar a España''. Así se lo expuso Primo de Rivera a Sala en una carta que le envió en agosto de 1924:{{Harvnp|Puy|1984|p=48|ps=}}
 
{{cita|Yo, que debo a Ud. la mayor sinceridad, he de decirle que tengo un poco de miedo a la Mancomunidad, más ahora que antes, porque estando actualmente en sus manos, no me puede asaltar ninguna sospecha sobre las personas, por lo cual tengo que transportar al nervio del mismo régimen estos temores, porque aun manejado en español, por quien lo es tan preclaro como Ud., podría llegar un día a tener tal personalidad, autonomía e independencia que constituyera un pequeño Estado y se daría el caso paradójico de que el mejor de los españoles habría incubado una máquina capaz de dañar a España en cuanto saliera de sus manos, y mucho más, si la tomaban en las suyas otras tendenciosas. De tal modo Ud. con una noble emulación de hacer por el organismo que preside más que hicieron sus antecesores –y este triunfo no le será ciertamente difícil- le da una personalidad que pudiera en su día ser peligrosa.<br>Usted sabe que estudiamos el régimen provincial como complemento del municipal que está muy adelantado el proyecto, y yo creo que, cuando Ud. lo conozca, como buen español y buen catalán, estimará que en las facultades provinciales hay los medios suficientes para la prosperidad y el progreso de la Mancomunidad de Municipios que esencialmente constituyen la provincia, sin que haya que hacer ninguna otra Mancomunidad más amplia…}}
Las críticas del dictador arreciaron en los primeros meses de 1925. En marzo habló claramente del ''fracaso de la Mancomunidad como órgano político permanente, deliberante y ejecutivo''.{{Harvnp|Puy|1984|pp=48-49|ps=}} y ese mismo mes aprobó el [[Estatuto Provincial de 1925]] que supuso la supresión [[de facto]] de la ''Mancomunitat'', cuyas competencias el [[Estatuto Municipal de 1924]] ya había recortado considerablemente. En una larga ''nota oficiosa'' que acompañó al decreto de creación del Estatuto Provincial reconoció que había cambiado de opinión sobre el "regionalismo", pues antes pensaba que éste podía ser positivo para la regeneración de España, pero ahora se había dado cuenta de que «reconstruir desde el poder la región, reforzar su personalidad, exaltar el orgullo diferenciativo entre unas y otras es contribuir a deshacer la gran obra de la unidad nacional, es iniciar la disgregación, para la que siempre hay estímulo en la soberbia o el egoísmo de los hombres».{{Harvnp|Ben-Ami|2012|p=185|ps=}}Refiriéndose concretamente a la Mancomuniad en la ''nota oficiosa'' se decía:{{Harvnp|González Calleja|2005|p=136|ps=}}