Diferencia entre revisiones de «Jean-Jacques Rousseau»

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{{cita|Mientras el gobierno y las leyes proveen lo necesario para el bienestar y la seguridad de los hombres, las ciencias, las letras y las artes, menos despóticas y quizá más poderosas, extienden guirnaldas de flores sobre las cadenas que los atan, anulan en los hombres el sentimiento de libertad original, para el que parecían haber nacido, y les hacen amar su esclavitud y les convierten en lo que se suele llamar pueblos civilizados. La necesidad creó los tronos; las ciencias y las artes los han fortalecido.|''I Discurso para la Academia de Dijon'', 1750}}
 
Pero, además, el cultivo de las ciencias y las artes era responsable para él también del declive de la moral, de la inocencia perdida y del desarrollo "del lujo, la disolución y la esclavitud". A partir de aquí, alcanza una discutida y polémica celebridad; incluso el depuesto rey de Polonia y duque de Lorena, [[Estanislao I Leszczynski]], intentó refutar a Rousseau con otro discurso. En 1751 dimite de su puesto de secretario de madame Dupin y se dedica a copiar partituras musicales para ganarse la vida y en 1752 estrena con éxito en [[Fontainebleau]], en presencia del rey [[Luis XV]], su ópera en un acto ''[[Le devin du village|El adivino del pueblo]]'', atreviéndose a rechazar una audiencia con el propio monarca. En 1754 publica su ''Discurso sobre [[economía política]]'' y abjura del [[catolicismo]] y al año siguiente, en 1755, publicará un texto aún más importante, su ''[[Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres]]'', que había presentado para otro concurso de la Academia de Dijon sin obtener premio esta vez. Este discurso disgustó por igual a [[Voltaire]] y a la iglesia católica, la cual lo acusó de negar el [[pecado original]] y de adherirse a la herejía del [[pelagianismo]]. Rousseau había enviado un ejemplar a Voltaire, residente por entonces en su patria chica, Ginebra, y este le contestó que estaba "escrito contra la raza humana... jamás se desplegó tanta inteligencia para querer convertirnos en bestias". Fue el comienzo de una creciente enemistad entre estos dos ilustrados, cuya segunda fase aconteció cuando Voltaire publicó su ''Poema sobre el desastre de Lisboa'' (1755), en que afirmaba sin ambages su [[pesimismo]] y negaba la [[Providencia]]Divina providencia|providencia divina]], al que el ginebrino respondió con una ''Carta sobre la Providencia'' (1756) en que intentaba refutarlo. La respuesta de Voltaire sería justamente celebrada: su novela corta ''Cándido o el optimismo''. Aún se enconó más el odio de Voltaire cuando Rousseau imprimió su ''Carta a D'Alembert sobre los espectáculos'' (1758), en la que declaraba (siendo él mismo autor dramático) que el teatro era uno de los productos más perniciosos para la sociedad, generando lujo e inmoralidad; es más, se mostraba sumamente misógino al escribir frases como esta:
 
{{cita|A las mujeres, en general, ni les gusta ni aprecian el arte, y no tienen ningún talento. Pueden alcanzar el éxito en labores insignificantes que solo requieren superficialidad y un poco de gusto, y, a veces, lógica... Sus escritos son tan vacíos y bellos como ellas mismas y contienen el ingenio que uno quiera ponerles, pero carecen por completo de profundidad. No saben cómo describir o sentir el amor.<ref>Citado por Gavin de Beer, ''Rousseau'', Barcelona: Salvat, 1985, p. 86.</ref>}}