Diferencia entre revisiones de «Neurosis»

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En [[1909]] [[Pierre Janet]] publica ''Las neurosis'', obra en la que establece el concepto de "enfermedad funcional" frente al modelo anatómico-fisiológico. Desarrolla así el paradigma médico que basa el daño no en la alteración física del órgano, sino en su función. Las funciones superiores, adaptativas, provocan cuando se ven alteradas o disminuidas, un estado "neurasténico" (o de "nerviosismo") en el que se sobreexpresan otros estados inferiores como la agitación o la histeria.
 
=== En la obra de Freud ===
 
[[Archivo:Wilhelm_Roux_-_Вильгельм_Ру_(1850-1924).jpg|thumb|250px|left|[[Wilhelm Roux]], padre de la [[embriología experimental]]. Freud homologa el impacto diferencial que tendría determinada excitación en uno u otro momento del desarrollo del yo al que, según los trabajos de Roux, podría provocar cierto estímulo potencialmente patógeno si se lo dejara influir sobre [[célula germinal|células germinales]] o sobre un animal ya desarrollado.]]
 
Freud afirma que las neurosis y las [[psicosis]] son manifestaciones de las alteraciones funcionales del aparato anímico y que, si se decantó por las primeras como objeto de trabajo, fue porque únicamente ellas eran permeables al influjo de la terapia que había desarrollado. Las perturbaciones neuróticas no tendrían causas patógenas específicas, lo que las distinguiría de patologías somáticas tales como las infecciones. Forman un ''continuum'' terso con los estados definidos como “normales”, encontrándose difuminados los límites entre unas y otros, al punto que parece improbable que se pueda hallarse uno de estos últimos en el que no se descubra ni la más mínima traza de neurosis. Freud se pregunta por qué la vida de los neuróticos es más penosa, más sufriente que la del resto si ni su constitución congénita ni las experiencias que atraviesan se distinguen en gran medida de las de otras personas, y responde que ello ha de cargarse en la cuenta de “unas ''disarmonías'' cuantitativas”. Cada particular configuración de la vida humana encontraría su causa en la [[series complementarias|conjugación entre propensiones innatas e impresiones de carácter contingente]]. Así, puede existir cierta predisposición a que determinado [[pulsión|componente pulsional]] se desarrolle con excesivo vigor o a que no tenga la fuerza necesaria; y, a su vez, las vivencias accidentales impondrán requerimientos particulares a cada individuo e incluso puede darse el caso de que, cuando impongan los mismos reclamos a dos personas distintas, la constitución de una de ellas le permita sobrellevar mucho mejor lo que la de la otra apenas puede afrontar.{{harvnp|Freud|2013a|pp=183-184}}
 
Sin embargo, tal [[etiología]], que Freud tilda de insatisfactoria y de demasiado general, es tan válida para los estados neuróticos como para cualquier otra perturbación anímica. Por otro lado, él confía en que, si la organización neurótica del yo se distingue tan escasamente de la “normal”, las indagaciones sobre la primera podrían echar luz sobre la constitución y las endebleces de la segunda. En la neurosis se constataría tanto la existencia de un reclamo del ello que el yo es incapaz de subyugar por completo, como la de una [[fijación|fase en el curso del desarrollo individual de importancia incomparablemente mayor]] a la del resto por lo que refiere a su peso en la causación de aquella perturbación.{{harvnp|Freud|2013a|p=184}}
 
Según Freud, aparentemente solo hasta la edad de los seis años podría instalarse una neurosis, por más que [[síntoma (psicoanálisis)|sus síntomas]] se volvieran evidentes mucho más adelante. La neurosis infantil bien puede pasar completamente desapercibida o exteriorizarse durante un corto período. La que se desarrolla en la adultez ―con la posible excepción de la [[neurosis traumática]]― sería en realidad continuación de aquella. Freud es de la opinión de que no es digno de sorpresa el hecho de que el yo, en tanto sea frágil y no se haya desarrollado aún cabalmente, no tenga éxito en su intento de domeñar exigencias que más adelante el juego le permitirá elaborar. Tanto los reclamos del ello como las excitaciones procedentes del exterior pueden provocar un [[trauma psíquico|efecto traumático]]. El yo inerme procura protegerse de ellos a través de unos intentos de huida ―precisamente en ello radican las [[represión (psicoanálisis)|represiones]]― que más adelante serán desventajosas y terminarán restringiendo el desarrollo duraderamente. Para dar cuenta de por qué las primeras experiencias traumáticas provocan en el yo menoscabos que dan la impresión de ser desmesuradamente profundos, Freud se vale de una analogía y recuerda los trabajos de [[Wilhelm Roux]], [[embriología|embriólogo]] alemán que había demostrado [[embriología experimental|experimentalmente]] que introducir un alfiler en el cuerpo de un animal ya desarrollado no tenía las mismas consecuencias que hacerlo en un grupo de [[célula germinal|células germinales]] en el transcurso de la [[mitosis]]. Las represiones que emprende el yo tal vez resulten imprescindibles para el cumplimiento de otros propósitos en aquellos momentos inaugurales. Freud sostiene que, en su tarea de convertirse en un individuo civilizado en pocos años, el niño recorrerá, de manera sumamente compendiada, un vasto trecho del desarrollo cultural de la humanidad. Para ello, no puede privársele de la guía de la educación dado que los padres oficiarán como precursores del [[superyó]] y, en su calidad de tales, orientarán al yo del infantil sujeto mediante restricciones y sanciones, induciéndolo así a reprimir determinados impulsos. Los requerimientos culturales han de contarse, pues, entre los factores predisponentes de la neurosis. Freud llega a afirmar incluso que “la añoranza de un yo fuerte, desinhibido […] es enemiga de la cultura en el más profundo sentido.” La [[altricial|prolongada etapa de dependencia infantil]], rasgo biológico de nuestra especie, viene a sumarse entre las condiciones propicias a la causación de la neurosis en tanto la educación familiar, ejercida primariamente en ese período, toma a su cargo la transmisión de las imposiciones culturales.{{harvnp|Freud|2013a|pp=184-185}}
 
Aunque la teoría psicoanalítica pudiera admitir que aspiraciones pulsionales de cualquier índole incitasen las mismas represiones, la clínica había demostrado que los influjos patógenos provienen regularmente de las [[pulsión parcial|pulsiones sexuales parciales]]. Los síntomas neuróticos constituyen, para Freud, “una [[formación sustitutiva|satisfacción sustitutiva]] de algún querer-alcanzar sexual o bien unas medidas para estorbarlas, por lo general unos compromisos entre ambas cosas”. Si bien Freud encuentra en las pulsiones sexuales los más destacados agentes etiológicos de las neurosis, concede que aún no ha quedado zanjada la cuestión de si es esa una prerrogativa que les corresponde exclusivamente a ellas. Por lo pronto, la sexual es la función que ha sido más decidida y ampliamente censurada en pos del progreso cultural. Freud sugiere que el punto débil de la organización yoica tal vez se encuentre en la forma en que el individuo se conduce ante la sexualidad, como si el psiquismo tuviera registro de la discordancia entre [[pulsión de autoconservación|autoconservación]] y perpetuación de la especie.{{harvnp|Freud|2013a|p=186}}
 
El psicoanálisis sostiene la idea de que las tempranas experiencias infantiles tendrán un impacto incomparable en el ulterior desarrollo del individuo. Cobran entonces gran significatividad contingencias tales como el [[abuso sexual infantil|abuso sexual]] perpetrado en esos años por adultos, una seducción por un niño algo mayor, como pudiera ser un hermano, y el tomar conocimiento, sea visual o auditivamente, de relaciones sexuales entre los padres. Estas experiencias a menudo atizan la sensibilidad sexual del niño, de cuyas propias apetencias concupiscentes ya no podrá sustraerse. Tales vivencias se entregan a la represión y contribuyen así a la causación de una compulsión neurótica que más adelante obstaculizará al yo el gobierno sobre la función sexual, induciéndolo incluso a una perdurable enajenación respecto de ella. Este extrañamiento de la sexualidad daría ocasión a una neurosis, mientras que la ausencia de él propendería a las [[perversión|perversiones]] y al trastocamiento no solo de la vida sexual sino también de otros aspectos de la existencia.{{harvnp|Freud|2013a|p=187}}
 
== Aspectos clínicos ==
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== Referencias ==
 
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{{Listaref|2}}
 
== Bibliografía ==
 
*{{cita libro
|apellido=Freud
|nombre=Sigmund
|enlaceautor=Sigmund Freud
|título=Obras completas
|editorial=[[Amorrortu Editores]]
|ubicación=Buenos Aires
|volumen=XXIII - Moisés y la religión monoteísta, Esquema del psicoanálisis y otras obras (1937-1939)
|isbn=978-950-518-599-3
|año=2013a
|traductor=[[José Luis Etcheverry]]
|capítulo=Esquema del psicoanálisis
|páginas=133-209
}}
 
== Bibliografía complementaria ==
 
* Cabrera J., García S., Heerlein A., Ojeda C., Rentería P. ''El trastorno obsesivo-compulsivo''. Santiago de Chile: Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, 1996.
* Freud S. ''Obras Completas''. Madrid: Biblioteca Nueva, 1967.