Diferencia entre revisiones de «Pulpería»

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A mediados del siglo XIX la pulpería era el típico establecimiento a cargo de los inmigrantes italianos llegados a Perú, estas ''pulperías italianas'' abundaban en el Callao, Tacna, Moquegua, Arica, Arequipa y otras ciudades y villas del país. A principios del siglo XX el término quedó reducido para hacer referencia a los establecimientos de comercio minorista, hasta que paulatinamente fue dejándose de lado y sustituido los de bodegas, almacenes, tiendas o casas de importación, y en el caso de las que vendían licores y comidas, ahora son conocidos como restaurantes o bares.<ref>"Mundos interiores: Lima 1850-1950" por Aldo Panfichi y Felipe Portocarrero, página 53</ref>
 
= Uruguay ===
El primer pulpero de la Banda Oriental fue el práctico del Río de la Plata, Pedro Gronardo, quien abre una pulpería en la joven ciudad de San Felipe y Santiago (corría el año 1724). En poco tiempo surgieron otras más. Estas pulperías montevideanas, igual que las bonaerenses, fueron denominadas “esquinas”, porque se ubicaban siempre en la intersección de dos calles.
 
Muchas familias patricias tuvieron en su lejano origen un pulpero. Es el caso de los Mitre; Bartolomé Mitre —abuelo y de igual nombre del que fuera Presidente argentino y fundador del diario La Nación— tuvo su pulpería en esta banda. Muchas grandes fortunas rurales tuvieron su arranque en una pulpería.
 
En la soledad de la campaña, la pulpería era el lugar de reunión de los gauchos. En ella se creaban amistades y enemistades al calor de la caña fuerte. Se jugaba a la baraja (al Tres Siete, a la Brisca, al Banco y al Truque, el actual Truco). En el patio o terreno que tenían atrás se jugaba a las Bochas, la Rayuela, la Pelota y la Taba. En la pulpería se compraba de todo: comestibles, bebidas alcohólicas, cigarros, ropa, cuchillos, faroles, y hasta libros.
El naturalista francés Auguste de Saint-Hilaire, que estuvo por aquí en 1820, comenta sobre las pulperías: “Es allí donde los indios y los mestizos pasan la mitad de su vida, dejando el poco dinero que ganan”.
 
En 1832, cuando el joven Charles Darwin pasó dos meses en estas tierras —en una estación de su largo viaje de estudios a bordo del Beagle, que sería una experiencia clave para sus futuras y famosas teorías— tuvo oportunidad de visitar una pulpería en la ciudad de Minas. Y dejó un significativo testimonio de esa vivencia: “Un gran número de gauchos acude allí por la noche a beber licores espirituosos y a fumar. Su apariencia es chocante; son por lo general altos y guapos, pero tienen impreso en su rostro todos los signos de la altivez y del desenfreno... Tanto nos hacen un gracioso saludo como se hallan dispuestos a acuchillarnos si se presenta la ocasión”.
 
La clásica pulpería comenzó a ser sustituida poco a poco, sobre fines del siglo XIX, por dos tipos de comercio: los almacenes “de ultramarinos”, y los bares con almacén. De todos modos, no desaparecieron de golpe, y hasta bien entrado el siglo XX siguieron funcionando muchas pulperías en el interior del país.
 
En el presente quedan, en lugares apartados algunas pocas, como el vivo testimonio de ámbitos que permitían una forma de encuentro integradora y socializadora, civilizadora en suma.
 
=== Centroamérica ===