Diferencia entre revisiones de «Peregrinación a la fuente de San Isidro»

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'''''Peregrinación a la fuente de San Isidro''''' o '''''Procesión del Santo Oficio''''' es una de las ''[[Pinturas negras]]'' que formaron parte de la decoración de los muros de la casa —llamada la [[Quinta del Sordo]]— que [[Francisco de Goya]] adquirió en [[1819]]. Esta obra ocupaba probablemente la pared derecha según se entraba de la planta alta, junto con ''[[Visión fantástica o Asmodea]]'', separado de este por la ventana central.<ref>[http://www.theartwolf.com/imagenestAW/Goya_quinta_2_e.jpg Vista virtual de la ubicación original.]</ref>
 
El cuadro, junto con el resto de las ''Pinturas negras'', fue trasladado de revoco a lienzo en [[1873]] por [[Salvador Martínez Cubells]] por encargo de [[Frédéric Émile d’Erlanger]],<ref>''Cfr.'' Valeriano Bozal (2005), vol. 2, pág. 247:{{Cita|Salvador Martínez Cubells (1842 - 1914), restaurador del Museo del pradoPrado y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, trasladó las pinturas a lienzo por encargo del que en aquel momento, 1873, era propietario de la quinta, el barón Fréderic Emile d'Erlanger (1832 - 1911). Martínez Cubells realizó este trabajo ayudado por sus hermanos Enrique y Francisco (...)|Valeriano Bozal, ''Francisco Goya, vida y obra'', (2 vols.) Madrid, Tf. Editores, 2005, vol. 2, pág. 247, ISBN 84-96209-39-3.}}</ref> un banquero [[Bélgica|belga]], que tenía intención de venderlos en la [[Exposición Universal de París de 1878]]. Sin embargo, las obras no atrajeron compradores y él mismo las donó, en [[1876]], al [[Museo del Prado]], donde actualmente se exponen.
 
No está claro qué se representa exactamente en este cuadro. La catalogación de [[Antonio Brugada]] de 1828 lalo tituló ''El Santo Oficio'', basándose en el personaje situado en la esquina inferior derecha, que aparece vestido con el hábito del [[Tribunal de la Inquisición]], aunque en ninguno de los demás personajes aparece relación con dicha institución. Una serie de personajes grotescos, que podrían ser monjas y brujas, van en procesión hacia un lugar no determinado.
 
La composición refleja un notable desequilibrio, pues todos los personajes se agolpan en la zona inferior derecha del cuadro, apiñados en un triángulo que limita con el ángulo suroriental de esta obra. Un paisaje irreal y agreste con más figuras en segundo plano, se extiende en la lejanía hacia la izquierda. Los hábitos de la mirada clásica son totalmente transgredidos.