Diferencia entre revisiones de «Santo Niño de La Guardia»
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El 19 de julio de 1490 el judío Yucé Franco, al sentirse enfermo, fue visitado por un médico, Antonio de Ávila. Yucef solicitó al médico la presencia de un [[rabino]]. En lugar de un rabino, el médico se presentó en su segunda visita acompañado de un fraile, Alonso Enríquez, disfrazado de judío y haciéndose llamar Abrahán. El prisionero, utilizando varias palabras en [[idioma hebreo|hebreo]], pidió al fingido rabino que comunicase al rab de Castilla, [[Abraham Seneor]], que se encontraba preso por la muerte («mitá») de un muchacho («nahar») que había servido a la manera de aquel hombre («otohays», eufemismo para hacer referencia a Jesucristo). La segunda vez que fue visitado por los dos hombres, Yucef no volvió a mencionar ese asunto.
El relato de Joseph Pérez —corroborado por Luis Suárez con matices— de nuevo difiere. Dice Joseph Pérez: "El médico Antonio de Ávila [judío según Joseph Pérez; cristiano, según Luis Suárez Fernández], aparentando ser rabino, visita a Yucé Franco y
Las declaraciones posteriores de Yucef implicaron a otros judíos y conversos. El 27 de agosto de 1490, el [[inquisidor general]], [[Tomás de Torquemada]], dictó una orden para que los encarcelados en Segovia fuesen trasladados a Ávila para ser juzgados allí —"¿Por qué a Ávila y no a Toledo que era el distrito en el que se situaba La Guardia?", se pregunta Joseph Pérez. "Éste es otro enigma", se responde—. En esta orden se mencionan todos los encarcelados en Segovia que tienen relación con el caso: los conversos Alonso Franco, Lope Franco, García Franco, Juan Franco, Juan de Ocaña y Benito García, todos ellos vecinos de La Guardia; Yucef Franco, judío de Tembleque; y Mose Abenamías, judío de Zamora.{{sfn|Suárez Fernández|2012|p=405-406}} Las acusaciones que constan en la orden son de herejía y apostasía, así como de crímenes contra la fe católica.
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Antes del proceso, ya se habían conseguido al menos las confesiones de Benito García y de Yucef Franco, este último mediante tortura. Según Baer, «parece que los acusados confesaron parcialmente y declararon contra los otros con la esperanza de verse libres por este medio de la trampa que les había tendido la Inquisición».<ref>Baer, op. cit., p. 832.</ref>
Cuando se leyó la acusación, Yucef Franco gritó que era «la mayor falsedad del mundo». Se conservan las confesiones, obtenidas bajo tormento, de este reo: al principio solo hace referencia a conversaciones en la cárcel con Benito García y que incriminan a
En octubre, uno de los inquisidores, Fray Fernando de San Esteban, viajó a [[Salamanca]] y en el [[Convento de San Esteban (Salamanca)|convento de San Esteban]] se entrevistó con varios expertos juristas y teólogos, quienes dictaminaron la culpabilidad de los acusados. En la fase final del proceso, se hicieron públicos los testimonios, y Yucef Franco intentó refutarlos sin éxito. Las últimas declaraciones de Franco, obtenidas bajo tormento en el mes de noviembre, añaden más detalles a los hechos: muchos de ellos, según la opinión de Baer, tienen un claro origen en la [[literatura antisemita]].
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