Diferencia entre revisiones de «Acumulación originaria»

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Sin embargo, de 1960 a 1970, las teorías Marx comenzarían a ser criticadas por un grupo de economistas e historiadores que conducirían un concienzudo estudio del proceso de industrialización en Europa Occidental desde los siglos XVII a XIX. Según el historiador francés [[Jean-François Bergier]], sus hallazgos refutan la teoría marxista de la acumulación primitiva. Ellos se reducen al hecho de que, en primer lugar, la disponibilidad de capital no juega un rol importante sino menor en la industrialización y, en segundo lugar, que la vasta mayoría en el papel de capitalistas industriales no fueron los que enriquecieron como resultado de "métodos de la acumulación primitiva" sino desde la clase media. Así es como el historiador formula esta última conclusión, en general, para la industrialización de Europa occidental:
 
{{cita|Prácticamente todos los empresarios comenzaron con una pequeña planta, que estos construyeran para sí mismos, o que compraron, y con el mismo pequeño número de empleados. Desarrollaron su negocio en una situación de equidad ensobre la base ade préstamos provenientes del pequeño círculo de familiares, amigos o conocidos. Más aún, no podrían haberlo hecho de otra forma, porque es muy raro tener acceso a grandes cantidades de capital propiedad de banqueros, comerciantes y grandes terratenientes. Tanto la expansión como la renovación de la fábrica se realizó a expensas de sus propios beneficios.
La autofinanciación fue la regla en los albores de la industrialización. Y, recién en una segunda instancia, la auto-financiación permitió que grandes empresas se expandieran a través de las empresas más pequeñas y menos rentables. De hecho, incluso la gente de negocios no pusieron su dinero en la forma de inversión industrial, y el sector bancario no cumplía con las necesidades de este último sector hasta 1850 y aún después.<ref>Jean-François Bergier, ''The Industrial Bourgeoisie and the Rise of the Working Class 1700-1914'', vol. III, Glasgow, 1978, pp. 412-413</ref>}}