Diferencia entre revisiones de «Vincenzo Gioberti»

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[[Archivo:Vincenzo Gioberti iii.jpg|thumb|Vincenzo Gioberti.]]
[[File:Gioberti - Del rinnovamento civile d'Italia, 1911 - 1832099.jpg |thumb|''Del rinnovamento civile d'Italia'', 1911]]
'''Vincenzo Gioberti''' ([[Turín]] 5 de abril de [[1801]]- [[París]] 26 de octubre de [[1852]]) [[Político]], [[filósofo]] y [[filósofosacerdote]] [[católico]] [[italia]]no. Primer presidente de la Cámara de Diputados del [[Reino de Cerdeña]].
 
De salud endeble y de espíritu delicado, lector infatigable, fue ordenado sacerdote en 1825. Leyó la tesis de habilitación sobre ''De Deo et naturali religione'' (Turín 1825), y fue nombrado profesor de la [[Universidad de Turín]] en 1825. Al año siguiente fue nombrado capellán de la Corte de Carlos Alberto. Intervino en las actividades políticas de la época, por las que fue encarcelado y finalmente desterrado. En [[Bruselas]] enseñó Filosofía en el Instituto Gaggia entre 1834 a 1845. Católico fervoroso y ardoroso anticlerical, pasó por distintas posturas filosóficas, teológicas y políticas. En 1848, reintegrado a Italia, presidió la Cámara de Diputados y luego el Consejo de Ministros durante unos meses. Enviado a París como embajador en 1849, renunció al cargo permaneciendo en la capital francesa, donde murió en 1852. Su nombre vive unido a la política del [[Risorgimento]] italiano y a la polémica con los [[jesuita]]s.
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La intuición del hombre es una participación del acto creador de Dios. Para Gioberti la intuición tiene de actividad tanto como de pasividad, aunque con notables diferencias y grados. Es la actividad nacida de la pasividad en la que se le ha dado la idea del Ente, o el Ente como idea. Sin embargo, Dios está siempre presente en la intuición como creador, y el hombre al conocer reconoce en las cosas la luz divina que atesoran y en la que están inundadas. Para Gioberti, si no se admite como innata la idea de Dios, no hay posibilidad de captar la verdad o lo verdadero de las cosas. Vemos todas las cosas en Dios, fórmula del ontologismo, pero al través del hombre y en él; siempre que no se confunda esta tesis con la subjetivista del psicologismo. Lo más excelso de la naturaleza creada es la mente humana, que es un infinito potencial, no sólo porque pueda conocer todo, sino porque reside en ella la actualidad divina creadora. Por tanto sólo conocemos si admitimos previamente que Dios es en nosotros y en nuestra mente con presencia ontológica, aunque no se identifique con nuestra mente. Por estas ideas ha sido acusado, a veces, de [[panteísmo]], pero ello es una exageración (Palhoriés, o.c. en bibl. 267-325).
 
Gioberti habla de dos ciclos en ella [[Creación (filosofía)|proceso creadorcreación]] del mundo. El primero es obra exclusiva de Dios; el segundo es también del hombre. El «también» es indispensable para captar el núcleo del pensamiento giobertiano con corrección. La creación del hombre consiste en reducir lo creado a la unidad originaria. El hombre es una especie, y la expresión es de Gioberti, de Dios inferior, imitador del Supremo. En Gioberti se apunta una doctrina sobre la «praxis», no desarrollada, pero que contiene sugerencias valiosas, ya que llega a considerar como antinatural el divorcio posible entre el pensamiento y la acción. Sólo se conoce algo, al decir de Gioberti, si se recrea. Aprender, dice, a la letra, es crear, más que recordar, como se contentaba con pensar [[Platón]].
 
Las relaciones entre '''Filosofía y Religión''' son explicadas por Gioberti a la luz del primado ontológico. La religión es la filosofía en potencia, pero a la vez la cúspide. La filosofía es un momento intermedio para la religión; y una filosofía que no tiene en cuenta la acción que exige la religión, es una filosofía vana. Para Gioberti la religión de lo sobrenatural, es decir, la Revelación, es como la potencia inicial de la que toma arranque la reflexión filosófica. La Revelación es, para Gioberti, la filosofía divina. Estas apreciaciones y otras relacionadas con ellas las obtiene Gioberti de su idea de '''creación''', que es una de las nociones más fecundas y controvertidas de su pensamiento. «El dogma de la creación, pues, es un hecho científicamente cierto que la razón refleja, discurriendo ''ab absurdis'', demuestra indirectamente» (Gioberti, ''Introduzione allo studio della Filosofía'', IV,8).