Diferencia entre revisiones de «Milonga (música)»

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== Etimología ==
«Milonga» significaba en el lenguaje [[kimbunduquimbanda|quimbunda]], afincado en Brasil, «palabra», y por extensión «palabrerío», término muy apropiado para definir a la [[payada]].<ref>[“Diccionario de vocábulos brazileiros”, pag. 94]</ref> Hay que aclarar que quimbunda era el lenguaje de los pueblos «Bundas», con el que se conocía a algunas tribus africanas de Angola, vieja colonia portuguesa de la costa occidental del continente [[África|africano]]. Abundaron los esclavos traídos de esas tierras, y que hablaban el quimbunda] (lenguaje [[bantú]]), entre la población negra de [[Brasil]], de [[Argentina]] y de [[Uruguay]].<ref>[http://www.anacdeltango.org.ar/chamuyo_articulo.asp?id=110 6.º párrafo]</ref>
 
El historiador [[Porteño (de Buenos Aires)|porteño]] [[Hugo Corradi]]<ref>[http://www.revistamibarrio.com.ar/2009/08/26/premiaron-a-hugo-corradi-colocandole-a-una-plazoleta-su-nombre/]</ref><ref>[http://web.archive.org/web/http://www.buenosaires.gob.ar/areas/barrios/buscador/ficha.php?id=40-]</ref> aportó un dato importante. Corradi escribió: «...luego de que [[Justo José de Urquiza]] hubiera derrotado a [[Juan Manuel de Rosas]] en [[Batalla de Caseros|Caseros]] el 3 de febrero de 1852, los soldados brasileños que formaban el [[Ejército Grande]] de aquél, sorprendieron a los porteños (más bien, a los mazorqueros apostados en el campamento y cárcel de los [[Santos Lugares de Rosas]], actual [[Partido de San Martín]])<ref>Horvath, Ricardo: “Esos malditos tangos”. Editorial Biblos, 2006 (ISBN 950-786-549-7) ({{Google books|5ItWcuoyih4C|Restricted online copy|página=40}})</ref> cantando esas guajiras ya acriolladas y en son de burla o crítica, señalaron que estos entonaban ‘milongas’».<ref>[http://www.anacdeltango.org.ar/chamuyo_articulo.asp?id=110 6.º párrafo]</ref><ref>Roberto Selles: “Historia de la milonga”, (Marcelo Oliveri Editor, 2004) ISBN 987-98949-8-7</ref> Así que, para los brasileños, esos largos versos cantados sobre una misma melodía que se repetía hasta el fina eran un palabrerío, quizás inentendible para ellos. En cuanto a esto, dijo [[Roberto Selles]]: «Lo cierto es que la denominación quedó y a tal punto que los mismos lugareños pasaron a llamar milongas a las guajiras acriolladas que entonaban...».<ref>Roberto Selles: “Historia de la milonga”, (Marcelo Oliveri Editor, 2004) ISBN 987-98949-8-7</ref>