Diferencia entre revisiones de «Santo Niño de La Guardia»

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Durante el siglo XVI fue creándose una leyenda según la cual la muerte del Santo Niño habría sido semejante a la de Jesucristo, llegándose incluso a destacar similitudes entre la topografía del pueblo toledano en el que supuestamente ocurrieron los hechos y la de Jerusalén, donde murió Jesús.
 
En [[1569]] el licenciado [[Sancho Busto de Villegas]], miembro del Consejo General de la Inquisición («la Suprema») y gobernador del arzobispado de Toledo (posteriormente sería también obispo de Ávila) escribió, a partir de los documentos del proceso, que se conservaban en los archivos del tribunal de [[Valladolid]], una ''Relación autorizada del martirio del Santo Inocente'', que quedó depositada en el archivo municipal de la villa de La Guardia. En [[1583]] se publicó la ''Historia de la muerte y glorioso martirio del santo inocente que llaman de Laguardia'', obra de fray Rodrigo de Yepes. En 1720 apareció en Madrid otra obra hagiográfica, la ''Historia del Inocente trinitario el Santo Niño de la Guardia'', obra de Diego Martínez Abad, y en [[1785]], el cura de localidad toledana, Martín Martínez Moreno, publicó su ''Historia del martirio del Santo Niño de la Guardia''.
 
La leyenda construida con estas sucesivas aportaciones afirma que ciertos conversos, tras asistir a un [[auto de fe]] en [[Toledo]], planearon vengarse de los inquisidores mediante artes de hechicería. Para hacer su conjuro necesitaban una [[hostia]] consagrada y el corazón de un niño inocente. Juan Franco y Alonso Franco secuestraron al niño junto a la Puerta del Perdón de la [[catedral de Toledo]] y lo trasladaron a La Guardia. Allí, el día de [[Viernes Santo]] simularon un juicio. El niño, al que en la leyenda se llama Juan (en otras versiones se le llama Cristóbal) y se dice que era hijo de Alonso de Pasamonte y de Juana la Guindera (a pesar de que nunca apareció ningún cadáver), fue azotado, coronado de espinas y crucificado, del mismo modo que Jesucristo. Le arrancaron el corazón, que necesitaban para el conjuro. En el momento de la muerte del niño, su madre, que era ciega, recobró milagrosamente la vista. Tras darle sepultura, los asesinos robaron una hostia consagrada. Benito García iba hacia Zamora llevando la hostia y el corazón para recabar la ayuda de otros correligionarios para realizar su conjuro, pero fue detenido en Ávila a causa de los resplandores que emitía la hostia consagrada, que el converso había escondido entre las páginas de un libro de rezos. Gracias a su confesión, se detuvo a los otros participantes en el crimen. Tras la supuesta muerte del Santo Niño, se le atribuyen también varias curaciones milagrosas.