Haras (personal de seguridad de califas)

Los Haras o Jaras (en árabe: الحرس‎; "la Guardia") eran unidades de guardaespaldas de los califas durante los califatos omeya y abasí.[1]​ El haras también se instituyó en el emirato omeya de Córdoba en la actual España.[2]

Origen

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Califato omeya en Damasco

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El haras se estableció por primera vez durante el gobierno de Muawiya I (r. 661-680), el primer califa omeya.[3]​ La mayoría de crónicas clásicas describen que estableció el haras después de un intento de asesinato en su contra.[4]​ Para ello, designó a un mawla, Muslim Abu Abdullah, como su jefe,[5]​ y se construyó una habitación custodiada dentro de la mezquita, que estaba rodeada de miembros del haras durante las horas de oración.[4]​ También ordenó que los miembros del haras caminaran frente a él con lanzas en procesiones formales.[5]

Emirato de Córdoba

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En el emirato omeya de Córdoba, Al-Haras fue establecido por Al-Hakam I, el emir omeya de Córdoba (796-822) en 805.[2]​ Los haras fueron comandados por el líder visigodo de los cristianos seculares en Córdoba, el Comes (conde) Rabi, hijo de Teodulfo, quien también fungía como recaudador de impuestos del emir.[2]​ Rabi fue posteriormente destituido y ejecutado por crucifixión por presuntas apropiaciones indebidas.[6]

El profesor Christopher I. Beckwith ha comparado los haras con otras unidades de guardaespaldas reales en las sociedades indoeuropeas, generalmente conocidas como Comitatus.[7]

Servicio

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Organización

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Los haras eran comandados por un jefe, que con frecuencia también ocupaba puestos administrativos y relacionados con la seguridad, tales como la responsabilidad del sello oficial, la oficina del chambelán y la oficina de correspondencia.[8]​ Las cualificaciones para el cargo de jefe probablemente incluían habilidades militares, fuerza física, lealtad al califa y habilidades administrativas.[9]​ La mayoría de jefes de los haras que se conocen eran mawali, esto es, libertos de origen no árabe.[10]​ Era probable que muchos de sus miembros fuesen también mawlas.[10]​ La razón para elegir a no árabes era que estos no tenían las lealtades tribales que podían en cambio comprometer la lealtad de un árabe al califa.[8][11]​ No era raro que una persona relacionada con el jefe del haras fuera quien lo sucediera en el cargo.[9]

El tamaño de los haras variaba, yendo de 300 durante el reinado de Úmar ibn Abdul Aziz hasta 500 durante el reinado de al-Mahdi.[1]

Las crónicas sobre los haras describen que sus miembros iban armados con lanzas o lanzas cortas llamadas hirab (plural harba) y garrotes o mazas de hierro llamadas 'umud.[12]​ Otras crónicas también afirmaban que los miembros usaban látigos.[13]​ Los jefes solían usar espadas, y su nombramiento ocasionalmente iba acompañado por una entrega ceremonial de una espada.[12]​ También se escribe que los jefes usaban cadenas como instrumento de tortura.[14]

Función

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El papel principal de los haras era fungir como guardaespaldas personales de los califas. Se sabía que los miembros de Haras custodiaban al califa incluso durante reuniones privadas, en las noches y durante las oraciones en la mezquita.[15]

Ocasionalmente, eran usados por el califa reinante para intimidar también a sus oponentes políticos. Por ejemplo, cuando Muawiya exigió que las personas aceptaran a su hijo Yazid como su sucesor y le juraran lealtad, envió a miembros del haras a intimidar a personas reacias.[16]​ También se afirma que Yazid envió a algunos miembros del haras contra Abdullah ibn Zubair, para así asegurarse la lealtad de Abdullah.[17]

Véase también

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  • Fyrd

Referencias

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  1. a b Perlman, 2015, p. 327.
  2. a b c Wolf, 2014, p. 13.
  3. Perlman, 2015, p. 317.
  4. a b Perlman, 2015, p. 318.
  5. a b Perlman, 2015, p. 319.
  6. Wolf, 2014, pp. 13-14.
  7. Beckwith, 2009, p. 25.
  8. a b Perlman, 2015, p. 323.
  9. a b Perlman, 2015, p. 324.
  10. a b Perlman, 2015, p. 322.
  11. Wolf, 2014, p. 14.
  12. a b Perlman, 2015, p. 325.
  13. Perlman, 2015, p. 326.
  14. Perlman, 2015, pp. 325-326.
  15. Perlman, 2015, pp. 328-329.
  16. Perlman, 2015, p. 329.
  17. Perlman, 2015, p. 330.

Fuentes

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