Ley de Ribot

ley propuesta por Théodule-Armand Ribot

La ley de Ribot o gradiente de Ribot[1]​ sobre la amnesia retrógrada fue propuesta por el psicólogo francés Théodule-Armand Ribot en 1881.[2]​ En su libro Les Maladies de la Memoire (Las enfermedades de la memoria), Ribot escribió: «Así vemos que la destrucción progresiva de la memoria sigue un orden lógico, una ley. Avanza progresivamente desde lo inestable hasta estable».[3]​ Es decir, según Ribot, en esa condición la amnesia avanza desde las memorias más recientes hasta las más antiguas.[4]

Théodule-Armand Ribot.

Ribot partió de la observación de pacientes con demencia senil, quienes tenían memorias claras de su infancia o juventud pero no lograban recordar periodos recientes de su vida. Por esta razón, Ribot consideró que estos pacientes sufrían de amnesia retrógrada con un «gradiente temporal». No obstante, la ley de Ribot es más bien un criterio orientador.[5]​ Pese a la evidencia en humanos y otros animales que apoya este postulado,[2]​ existen diversas excepciones y no aplica a todos los pacientes amnésicos.[6][5]

De acuerdo con Nicolas y Gounden (2011), Ribot observó que existían dos estados naturales de la memoria: «estable» y «frágil» y argumentó que la destrucción progresiva de la memoria comienza con los recuerdos más recientes y finaliza en la memoria innata. Los autores agregan: «entre otros avances de los que se le puede dar crédito [a Ribot] es la aseveración de que existen múltiples sistemas de memoria, una hipótesis anticipada por Franz Joseph Gall» y adaptada por contemporáneos de Ribot, como Charcot y Binet.[7]

La teoría fue popular en su época y se utilizó para explicar desde la afasia en políglotas hasta el retorno gradual de la memoria posterior a una concusión.[6]​ Por su parte, Peña-Casanova (2007) señaló que históricamente fue Ribot «quien destacó que las memorias se podían reorganizar con el tiempo».[8]​ Además, según Bechtel (2009), este postulado apoyó la idea de que la memoria necesita experimentar un proceso de consolidación para estabilizarse.[9]

Dudai (2004) indicó que poco después, Burnham (1903) trabajó la idea que Ribot presentó en su ley. En un trabajo que integró hallazgos de psicología experimental y neurología, Burnham afirmó: «Debe existir un tiempo para que se lleven a cabo los procesos de organización y asimilación (de la memoria). Debe existir un tiempo para que la naturaleza haga su parte [...]». Posteriormente, Müller y Pilzecker (1900) utilizaron el término consolidación en una obra en la que propusieron que «el aprendizaje no induce memorias instantáneas y permanentes, sino que se necesita tiempo para que esas memorias se arraiguen (o consoliden)».[10][11]

Véase también

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Referencias

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  1. Ardila, Alfredo; Rosselli, Mónica (2007). Neuropsicología clínica. Ciudad de México: El Manual Moderno. p. 179. ISBN 978-9-7072-9279-6. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  2. a b Wixted, John T. (2004). «On Common Ground: Jost's (1897) law of forgetting and Ribot's (1881) law of retrograde amnesia». Psychological Review 111 (4): 864-879. PMID 15482065. doi:10.1037/0033-295X.111.4.864. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  3. Ribot, Théodule-Armand (1881). Diseases of memory : an essay in the positive psychology (William Huntington Smith, trad.) (en inglés). Nueva York: D. Appleton & Company. p. 121. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  4. Alberini, Cristina M.; Bambah-Mukku, Dhananjay; Chen, Dillon Y. (2012). «5. Memory Consolidation and Its Underlying Mechanisms». En Karl Peter Giese, ed. Memory Mechanisms in Health and Disease: Mechanistic Basis of Memory (en inglés). Hackensack: World Scientific. p. 147. ISBN 978-9-8143-6669-4. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  5. a b Groome, David (1999). An Introduction to Cognitive Psychology: Processes and Disorders. Psychology Press. p. 146. ISBN 0-86377-639-6. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  6. a b Turkington, Carol; Harris, Joseph (2001). The Encyclopedia of the Brain and Brain Disorders (en inglés). Nueva York: Facts on File. p. 204. ISBN 0-8160-4141-5. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  7. Nicolas, Serge; Gounden, Yannick (2011). «The Memory of Two Great Mental Calculators: Charcot and Binet’s Neglected 1893 Experiments». American Journal of Psychology 124 (2): 235-242. PMID 21834408. doi:10.5406/amerjpsyc.124.2.0235. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  8. Peña-Casanova, J. (2007). «1. Bases neurobiológicas de las funciones cognitivas: hacia una integración de niveles». En Jordi Peña-Casanova, ed. Neurología de la conducta y neuropsicología. Madrid: Editorial Médica Panamericana. p. 51. ISBN 978-8-4983-5035-7. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  9. Bechtel, William (2009). «1. Molecules, systems, and behavior: Another view of memory consolidation». En John Bickle, ed. The Oxford Handbook of Philosophy and Neuroscience (en inglés). Nueva York: Oxford University Press. p. 16. ISBN 978-0-1953-0478-7. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  10. Dudai, Yadin (2004). «The neurobiology of consolidations, or, how stable is the engram?». Annual Review of Psychology (55): 51-86. PMID 14744210. doi:10.1146/annurev.psych.55.090902.142050. Consultado el 1 de abril de 2017. 
  11. Lechner, Hilde A.; Squire, Larry R.; Byrne, John H. (1999). «100 Years of Consolidation— Remembering Müller and Pilzecker». Learning & Memory 6 (2): 77-87. PMID 10327233. Consultado el 1 de abril de 2017.