El 5 de junio de 1465, en un lugar en los alrededores de Ávila, un grupo de grandes nobles castellanos depuso en efigie al rey Enrique IV de Castilla y proclamó rey en su lugar a su medio-hermano el infante Alfonso, más conocido como «Alfonso el Inocente». Esta ceremonia fue llamada por sus detractores la «Farsa de Ávila» y con ese nombre ha pasado a la historia.

Durante el reinado de Enrique IV los diversos bandos nobiliarios lucharon entre ellos y contra el rey para acaparar parcelas de poder. El poderoso marqués de Villena estaba descontento con el trato de favor de Enrique a sus rivales los Mendoza y el valido Beltrán de la Cueva. El marqués formó una alianza contra el rey junto con los arzobispos de Toledo, Sevilla y Santiago, la familia Enríquez, los condes de Plasencia y de Alba y otros nobles y eclesiásticos menores.

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