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Cráter producido por una detonación nuclear. El cráter mide 100 metros de profundidad y 390 metros de ancho con un total de 12 millones de toneladas de tierra desplazadas
Cráter producido por una detonación nuclear. El cráter mide 100 metros de profundidad y 390 metros de ancho con un total de 12 millones de toneladas de tierra desplazadas

Las explosiones nucleares producen muy diversos tipos de efectos todos ellos tremendamente destructivos en todos los aspectos. Se distinguen en dos categorías. Efectos inmediatos o primarios y efectos retardados o secundarios. Entre los inmediatos estarían la onda expansiva, el pulso de calor, la radiación ionizante y el pulso electromagnético (EMP). En el grupo de los retardados estarían los efectos sobre el clima, el medio ambiente así como el daño generalizado a infraestructuras básicas para el sustento humano. A pesar de la espectacularidad de los primeros son los daños secundarios los que ocasionarían el grueso de las muertes tras un ataque nuclear. Pero los daños no solo deben medirse por separado ya que en muchos casos actúan efectos sinérgicos es decir, que un daño potencia el otro. Por ejemplo, la radiación disminuye las defensas del organismo y, a su vez, agudiza la posibilidad de infección de las heridas causadas por la explosión aumentando así la mortalidad. Es precisamente esa multitud de efectos y sinergias lo que hace de las armas nucleares el arma más destructiva que existe.