La quermesita es un mineral de la clase de los minerales sulfuros. Fue descubierta en 1843 cerca de la localidad de Bräunsdorf, en Sajonia (Alemania), siendo nombrada así a partir del término kermes, que viene del persa qurmizq, crimson en la antigua alquimia para designar al trisulfuro de antimonio amorfo y color rojo a menudo mezclado con trióxido de antimonio. Sinónimos poco usados son: kermesita o pirostibita.

Quermesita
General
Categoría Minerales sulfuros
Clase 2.FD.05 (Strunz)
Fórmula química Sb2OS2
Propiedades físicas
Color Rojo, rojo-violeta, rojo cereza
Raya Roja-marrón
Lustre Adamantino
Transparencia Translúcido a opaco
Sistema cristalino Triclínico, pinacoidal
Hábito cristalino En costras o recubrimientos, cristal acicular fibroso radial
Dureza 1 - 1,5 (Mohs)
Tenacidad Sectil, flexibles los cristales delgados
Densidad 4,69
Pleocroísmo Rojo cereza
Propiedades ópticas Anisotropismo fuerte

Características químicas

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Químicamente es un oxisulfuro de antimonio, ya que en su fórmula aparecen aniones de tipo sulfuro y de tipo óxido, deshidratado. Puede confundirse con la metaestibina (Sb2S3) también de color rojo.

Formación y yacimientos

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Aparece como mineral secundario a partir de la alteración de la estibina, en yacimientos de minerales de antimonio.

Suele encontrarse asociado a otros minerales como: estibina, antimonio nativo, senarmontita, valentinita, cervantita o estibiconita.

La quermesita o antimonio rojo ha sido usada desde las primeras épocas del antiguo Egipto como un cosmético, para pintar con una línea roja el contorno de los ojos. Evidencias arqueológicas muestran que el contenido de antimonio en las momias de mujeres era mucho mayor en ancianas que en momias de jóvenes que han tenido menor tiempo de exposición al antimonio.[1]

Por su fuerte color rojo, el precipitado de la quermesita fue usado por los alquimistas. A partir de la quermesita se obtenía el mineral kermes, que fue usado con propósitos médicos durante siglos. En la actualidad se emplean sustitutos de la quermesita menos peligrosos para la salud tanto en el campo de la cosmética como en la farmacéutica, debido a los efectos tóxicos del antimonio.

Referencias

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  1. Bencze, K., 1994. “Antimony” pp. 227–235. Handbook on Metals in Clinical and Analytical Chemistry (ed.) Hans G Seiler. ISBN 0-8247-9094-4