El son arribeño o huapango arribeño es un género musical de México que tiene origen en Xichú, municipio ubicado en la región noreste del estado de Guanajuato; con influencia en Querétaro (Jalpan de Serra) y en algunos municipios de San Luis Potosí, como en San Ciro de Acosta y Rioverde. Es un baile tradicional de la Sierra Gorda de Guanajuato que se puede interpretar mediante música, a su vez interpretada por violín, guitarra huapanguera y una jarana o vihuela. El que canta suele tocar la guitarra huapanguera. El canto se lleva a cabo mediante poesías, conocidas como trovas.

El son divino tiene resonancias de minuete, es calmado, respetuoso; su canto está dedicado a Dios o a algún santo y no debe bailarse. El son profano proyecta alegría y movimiento, y se baila.

Los sones arribeño y huasteco se diferencian entre sí porque el primero, con instrumentación de cuatro o cinco músicos, tiene dos violines y el ritmo de la danza lo manda este instrumento. En el son huasteco, no hay una manda específica porque quienes lo tocan forman trío y unas veces manda el baile el violín y otras la jarana.

El son arribeño ha tenido grandes intérpretes como Antonio Escalante Hinojosa, Francisco Berrones, Antonio García, entre otros. Aunque ya fallecidos, durante el siglo XX sus aportaciones poéticas y musicales, marcaron un estilo que continúa hoy en día.

Actualmente el son arribeño tiene grandes representantes como Guillermo Velázquez o el Dr. Chessani quienes han llevado a diversas partes del mundo este hermoso y tradicional estilo musical.

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