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Nace el 20 de octubre de 1906, en la calle Cerdán de Zaragoza,, siendo la tercera hija del matrimonio formado por Manuel Maynar Barnolas y Pilar Escanilla Estrada, luego vendrían cuatro hijos más.

El orden de la prole era David, Cecilia, Sarita, Irma, Javier, Laura y Raquel.

Sarita nacía en una familia acomodada, ya que su padre era un prestigioso abogado civilista.

Su hermana Cecilia murió muy pronto.

Asistió a las clases del Colegio San Felipe, ubicado en lo que hoy es el Museo Gargallo, en el Palacio de los Condes de Arguillo. Desde muy temprana edad, ella resulta ser una eficaz y aplicada estudiante

Después pasó a un colegio privado, regentado por doña Concha Baró, en la zona de Sagasta. El centro educativo pasó a manos de las Carmelitas de la Caridad, esto trastoca en cierto modo la comodidad de Sarita, que al parecer –y según testimonios de un familiar- no se entendía muy bien con las religiosas. Aún así ella estudia a conciencia y ejerce, junto a sus mejores amigas, el poder que las mayores proyectan sobre las pequeñas en el reino escolar. Su siguiente salto fue todavía más largo, pues acabó el bachiller en el Instituto de Zaragoza, junto a la antigua Universidad en la plaza de la Magdalena. Era estudiante trasnochadora a la que no gustaba madrugar.

Por entonces la familia se había trasladado a vivir a la calle San Juan y San Pedro, cerca de las calles Mayor y Don Jaime, en un edificio que todavía hoy conserva el lustre de las viviendas buenas de antaño. En la planta baja, el padre de Sarita atendía a la clientela con la ilusión de que un día todo sería mantenido por el hijo mayor, David, un chaval aficionado a la música y que a los 14 años había dado su primer concierto. Una tisis galopante acabó con el hermano de Sarita y con los proyectos familiares. El padre quiso entonces que la hija cumpliera sus sueños de futuro, sin importarle su condición de mujer.

Sarita pasó a ser Sara, aunque la familia nunca dejó de llamarla con el diminutivo. Lo que no saben sus familiares muy bien, tal vez por esa poca importancia que se dan a las cosas cercanas, son las vivencias de ella como estudiante universitaria. Nadie sabe que tuviera especiales dificultades, ni que sufriera discriminación alguna. También en la Universidad Sara era una estudiante brillante. Fue número uno de su promoción, según recordaba su hermana Irma fallecida en 2001.

A los veintitantos años. Sara hizo realidad el sueño del padre de tener un abogado en la familia que le sucediera. Es probable que a esa edad ella también hubiera acabado Filosofía y Letras, o que iniciara esta carrera detrás de la otra. Sus familiares no saben precisar cuando concluyó todo sus estudios, pues sentencian que “en realidad ella nunca dejó de estudiar”. Lo que sí está claro es que Sara marchó después a Madrid, a hacer los cursos de doctorado en el Colegio Ramiro de Maeztu. No sé si estuvo alojada en Madrid en la Residencia de Señoritas, pero es seguro que tuvo contactos con ese lugar porque no hace mucho la recordaban.

Así, como una heroína, fue tratada Sara Maynar Escanilla en Estampa1, revista “gráfica y literaria de la actualidad española y mundial” editada en Madrid, que el 7 enero de 1930 le dedicó su portada. Con el título de “La primera abogada de Aragón”, la noticia apuntaba que la semana anterior Sara había jurado el cargo de abogada en la Audiencia de Zaragoza. La portada remitía a una entrevista en el interior, donde la flamante abogada contaba su experiencia y mostraba unas ideas que estaban más próximas al sentir de cualquier muchacha casadera que al pensamiento de las feministas de la época. Ya en esa entrevista se ven algunas contradicciones, todos los que la conocieron coinciden en que era muy contradictoria.

Sara niega ser feminista, aunque confiesa que estando en la Universidad sí que soltaba “terribles peroratas en defensa del gobierno de la mujer”.

Pero unas líneas después dice que quiere casarse y que las leyes dicen que debe de mandar el marido. Además piensa abandonar el ejercicio de la abogacía, al casarse, a no ser que su trabajo sea necesario para el mantenimiento de la familia y que bastante tarea hay con la casa y los hijos.

Casi simultánea en el tiempo, el 4 de Enero de 1930, La Voz de Aragón2, publica una entrevista similar firmada por J. Sanz Rubio, la otra la firma Fernando Castán Palomar. O es un plagio o bien a las mismas preguntas Sara contesta lo mismo.

En la de la Voz de Aragón, hay algo que me ha parecido curio, le preguntan,

“…¿Cómo cree que debe decirse atendiendo a su condición femenina, abogada o abogado?

Pues…. Sinceramente, no lo sé. Don Javier Comín dice que soy abogado, pero don Domingo Miral cree que siendo abogado una palabra latina que tiene acepción femenina –advocatus, advocata– bien puede decirse abogada. De todos modos yo soy abogado. …”

Un giro del destino la convirtió en profesora de Lengua en los años treinta.

Tras el paréntesis de la Guerra Civil, ejercería su actividad docente. Fue auxiliar de clases prácticas de Derecho Internacional y Derecho Administrativo, en la U.Z, en los cursos 1939-40 y 40-41. Adjunta interina de lengua Griega del I. de E.M de Calatayud en los cursos 41-42 y 42-43. En 1944 obtiene por oposición la plaza de profesora adjunta de Lengua Griega en el I.E.M. de Teruel, donde impartió clases los cursos el 45 al 50. También en Teruel durante estos años, fue Profesora Auxiliar encargada de la Cátedra de Filosofía y Psicología en la Escuela Normal de Magisterio.

Finalmente llegó a Alcañiz, con una cátedra de Griego a sus espaldas y una inagotable vocación por la enseñanza. Se traslada a Alcaniz, entre otras razones, para dar Lengua y Literatura, no le gustaba dar Griego.

En Alcañiz, siempre vivió en un hotel. Primero en el Hotel Aragón y cuando lo cerraron, se cambió al Hotel Guadalupe.

Sara fue convirtiéndose en una institución en Alcañiz. Fue directora desde el curso 1950-51 al 72-73, el 73-74 fue vicedirectora y el curso 75-76 vuelve a ser directora.

Ya madura, se empeñó en que las chicas deberán tener las mismas oportunidades que los chicos y luchó como una jabata para que el Instituto masculino pasara a ser mixto. Su proyecto no fue bien recibido en los colegios de monjas y curas, pero ella siguió adelante hasta convencer a los responsables del Ministerio, tras repetidos viajes a Madrid. Tuvo entonces alumnas y alumnos, algunos de los cuales siguieron visitándola una vez jubilada. Lo suyo era dirigir pero, matizan sus descendientes, no por ansias de mando sino por hacer las cosas con el orden que a ella le gustaban. En definitiva, una mujer a quien la vida hizo independiente.

A las chicas las protegía, las apartaba de los chicos, les hacía llevar bata, pero las quería independientes y cultas. Ofreció a alumnas aventajadas pero sin posibilidades económicas correr ella misma con los gatos de sus estudios. En la primera ocasión que una alumna e COU quedó embarazada, ella hizo todo lo posible para que no perdiera el curso, y no lo perdió. Además su adelante le llevó a aconsejarle que debía casarse sólo si existía el amor. El embarazo, a su entender, no era motivo suficiente para ella, ofreciéndose a ayudarla en el caso de no hacerlo. Esto ocurrió en 1974.

Su amiga y compañera Concha Muñoz, dice de ella que tenía un carácter fuerte, hasta mal genio a veces, pero que también era muy cariñosa. También habla de una profunda fe religiosa pero sin ñoñerías, dándose cuenta de la realidad y que era muy progresista respecto a las mujeres. Además reprocha a la ciudad de Alcañiz que no le pusieran su nombre al Instituto.

Al menos le pusieron su nombre a la biblioteca del centro y ahora tendrá una calle en Zaragoza.

El estar durante 25 años como directora del centro, creo un modelo para las mujeres y pienso que no es casualidad que en los años siguientes a la dirección de Sara hubiera en Alcañiz 6 directoras y 4 directores, hasta e año 2001.

Cuando llegó la hora del retiro, Sara estuvo unos años en Alcañiz, hasta agotar sus responsabilidades como concejala del Ayuntamiento. Después se instaló en la vieja casa familiar, compartiendo la vecindad con su hermana Irma y varios sobrinos. Pudo entonces dedicarse a otra de sus grandes pasiones, el esperanto. Toda la familia era esperantista y a nadie extrañaba que en fechas señaladas colgara del balcón de la casa la bandera verdi-blanca con la estrella de cinco puntas. Sara daba clases y era fervorosamente propagandista de esta lengua que le permitía cartearse con gente de todos los rincones del mundo. Donde había un Congreso o un encuentro de esperantistas, allí que iba Sara. Viajar fue para ella otra gran afición, hasta que el cuerpo aguantó.

Sara vivió la gloria de ser una de las pioneras, en España y el mundo, dentro del área el Derecho. En 1932 la periodista Josefina Carabias, en el nª 222 de la revista Estampa3, se hacía eco de la incorporación de las mujeres a la abogacía., presagiando que en el futuro habría juezas, notarias y registradoras. La irrupción de mujeres en la Enseñanza, la Medicina o la Farmacia empezaba a ser algo más habitual, dentro de la rareza, pero no así en el mundo de las leyes.

No tenían claro los varones más avanzados que la mente de la mujer, pese a considerarla buena administradora y poseedora de un fuerte sentido de la justicia, estuviera preparada para enfrentarse a un tribunal. Sin embargo, en esta revista un buen puñado de mujeres desmentía a los más remisos. Ahí estaba Victoria Kent y Clara Campoamor, como representantes de la abogacía feminista, compartiendo pagina con abogadas de Madrid, Pamplona, Valencia y Zaragoza. La fotografía de Sara y de sus colegas españolas se completaba con imágenes de abogadas de Francia, Australia, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania e India. Eran mujeres rompedoras, que se sumaban a las que en otras profesiones empezaban a despuntar y copar puestos de trabajo.

En dicha revista también aparece el testimonio de dos abogados a favor y dos en contra de la incorporación de las mujeres a las distintas tareas jurídicas.

Recientemente el Ayunatamiento de Zaragoza decidió poner su nombre a la calle que se llamaba Crucero Baleares.

En resumen, yo creo que Sara Maynar Escanilla fue una mujer culta, independiente y libre.

1 ESTAMPA, 7 de Enero de 1930, Año3, nº 104, portada y p.3

2 Entrevista facilitada por MARIANO AMADA, Catedrático del I. Goya de Zaragoza y recogida en el libro de MALDONADO citado anteriormente

3 ESTAMPA, Año 5, nº 222, 9 de abril de 1932, p. 3,4,5 y 6.