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Literatura Española del Barroco editar

La literatura española del Barroco abarca un periodo de creación literaria comprendido entre el final del siglo XVI hasta la primera década del XVIII y que en España coincide con un brillante y prolífico período literario enmarcado dentro del llamado Siglo de Oro. Es en esta época cuando culmina la producción artística de prosistas como Baltasar Gracián, Miguel de Cervantes y Francisco de Quevedo, dramaturgos como Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Juan Ruiz de Alarcón, o poetas como Luis de Góngora, y los citados Quevedo y Lope de Vega.

Contexto socio-cultural y claves histórico-literarias editar

El s. XVII en España coincide con un momento de crisis general, tras la muerte de Felipe II  en 1598, que marcará el inicio del derrumbamiento del Imperio español. Durante los reinados de Felipe III y Felipe IV, que dejarán la dirección de la nación en manos de validos, como el Conde Duque de Olivares, el estado acaba en bancarrota, al mismo tiempo que los conflictos bélicos y los desventajosos tratados merman el poder militar, debilitan la economía y terminan definitivamente con la hegemonía española. A ello se suman los conflictos interiores: revueltas sociales, guerras de independencia, expulsión de los moriscos y varias pestes. En este contexto, la miseria se implanta de forma general y todo ello hace que crezca el número de parados, vagabundos, pícaros o ladrones. Asistimos a un clima general de desilusión, desengaño, pesimismo y escepticismo general, lo cual incide en las características artísticas de la literatura barroca en España.

 
Niños comiendo uvas y melón

El contraste entre el Renacimiento y el Barroco es evidente: a la concepción vitalista del hombre y el mundo, surge, en el Barroco, una actitud de pesimismo y desengaño. Igualmente, la exaltación renacentista de la Naturaleza y el equilibrio asumido como ideal, a imitación de la antigüedad clásica, es sustituido por una gran desconfianza respecto de la Naturaleza y el hombre y una tendencia a la exageración y a lo deforme, lo feo, y lo caricaturesco. Finalmente, en oposición al humanismo idealizado del Renacimiento, sobreviene un humanismo realista que instala en primer plano la individualidad e historicidad de hombres y cosas, que en ocasiones conduce a la recreación sensorial de cada objeto y a su exaltación. Junto a esa realidad se descubre lo efímero y transitorio: todo pasa. La vivencia angustiosa del tiempo es el gran tema barroco: tempus fugit (el tiempo se escapa irremediablemente), de ahí el tópico del ubi sunt?, que resuena con fuerza en la literatura española, junto con la concepción de la vida como sueño.

Características literarias del Barroco en España: editar

  • El individualismo determina que el criterio estético ya no se ajuste a los viejos cánones, haciendo primar la apreciación personal y los deseos de novedad.
  • La serena belleza clásica es sustituida por un arte acumulativo que pretende excitar los estímulos sensoriales, intelectuales o sentimentales.
  • Se produce una tendencia a la exageración, llegándose a lo desorbitado e hiperbólico, grotesco o monstruoso.
  • El humanismo realista y la falta de equilibrio desemboca en resultados contrapuestos: una idealización estilizada, en que la realidad se muestra sustituida por otro mundo de superior belleza; o una deformación caricaturesca, en que la realidad queda desfigurada.
  • El dinamismo, lo efímero y el cambio incesante se manifiestan en un lenguaje con abundancia de subordinación, elipsis e hipérbaton. No obstante, en contraposición con este dinamismo, las obras presentan una estructura definida y muy bien elaborada.
  • El gusto por el contraste es debido en gran medida al desequilibrio psicológico y la actitud vital ante lo efímero de las cosas. En el mundo nada hay que tenga un valor único y permanente. Esto se manifiesta en la literatura por la unión de contrarios: lo minúsculo y lo grandioso, lo hermoso y lo feo, lo religioso y lo sensual, lo refinado y lo grosero, etc..
  • La búsqueda de lo raro y original determina una marcada artificiosidad y rebuscamiento, cuyo resultado es frecuentemente un arte de minorías y que responde a la idea de entonces de que la intensidad del goce estético está en proporción directa al esfuerzo hecho por el lector. Este rebuscamiento se manifiesta en dos direcciones: conceptismo y culteranismo.
  • El culteranismo pretende crear un mundo de belleza atendiendo, sobre todo, a valores sensoriales y al cuidado de la forma. Para ello acude a la acumulación de los recursos expresivos: uso audaz e intensivo de la metáfora, neologismo, hipérbaton, alusiones mitológicas, etc. Busca conseguir imágenes brillantes y una expresión culta y refinada.
  • El conceptismo busca la ingeniosidad en la asociación de ideas y palabras. Para conseguirlo, retuerce el lenguaje habitual artificiosamente, buscando significados y contenidos nuevos y violentando la sintaxis. A veces, ese afán de agudeza se traduce en juegos verbales de doble significado, semejanzas fonéticas, contraposición de palabras o frases, de ahí la abundancia de paronomasias, equívocos, antítesis, paradojas, contrastes, paralelismos e ingeniosidades de todo tipo.

La prosa española en el Barroco editar

Durante el siglo XVII perviven los géneros prosísticos renacentistas, como la novela pastoril, la novela de caballerías y la novela bizantina, si bien con ciertas modificaciones, derivadas del cambio de mentalidad barroca. Al mismo tiempo surgirán nuevas formas, propias del Barroco literario. En la prosa de tipo intelectual, son abundantes las epístolas, diálogos, misceláneas y los tratados. En cuanto a la prosa de ficción, de índole narrativa o "novelesca" , existe una gran variedad de autores y géneros y subgéneros (novela picaresca, cortesana, de aventuras, bizantina, pastoril, histórica, emblemática).

La prosa didáctica editar

La prosa didáctica barroca española tuvo gran importancia en la época y ha sido una pieza clave para entender la evolución posterior de la literatura hasta la época moderna. La figura más importante del género es la de Baltasar Gracián, considerado por excelencia el representante del didactismo, gracias a los contenidos de su obra y también al uso agudo, breve y conceptista del lenguaje. Sin embargo, dentro de la prosa didáctica barroca no podemos olvidar la existencia de otro tipo de obras, como las de tipo histórico, los diálogos y la prosa de tipo religioso.

La novela cortesana editar

La novela corta o cortesana presenta en España una mezcolanza de elementos narrativos de la tradición oral, la narración didáctica y los modelos de la narración italiana, y que confluyen en la obra de Miguel de Cervantes, que marcará las pautas del género entre sus contemporáneos. Además de entretener, la novela corta española mostraba una clara intención didáctica, presentando personajes de clase social acomodada que se relacionan en tramas amorosas y galantes, con enredos diversos, y dibujando escenarios urbanos en un marco social con elementos costumbristas. Además de Cervantes, los principales autores son Alonso de Castillo Solórzano y Salas Barbadillo.

La novela picaresca editar

Aunque la novela picaresca se inaugura y desarrolla en el siglo XVI tras la publicación de la obra maestra del Lazarillo, el siglo XVII es el período de esplendor de este género, aunque se ve influenciada por elementos de tipo costumbrista, autobiográficos, burlescos y satíricos. Bajo este género, se engloban libros de muy distinta índole, propósitos y estructura. Algunas de las novelas picarescas más importantes son la Vida del escudero Marcos de Obregón, de Vicente Espinel, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, y el Buscón de Quevedo.

La narrativa de Francisco de Quevedo editar

La figura de Quevedo es, sin lugar a dudas, una de las más emblemáticas del Barroco español. Su obra, tanto en prosa como en verso, nos presenta siempre una riqueza y multitud de temas y estilos que abarcan desde las obras de carácter político, histórico o religioso hasta la sátira más burlesca y mordaz. Su estilo literario, dentro del conceptismo intricado, presenta una enorme riqueza y variedad de rasgos, destacando el juego palabra-concepto y figura-burla, que requiere para su análisis de gran atención y detalle, pues esconde múltiples facetas de análisis y supone un punto de referencia para el estudio del estilo barroco. Su obra en prosa incluye los opúsculos festivos y de sátiras varias, prosa satírico-moral (Los sueños), novela picaresca (El Buscón) y prosa histórica, política, ascética y piadosa.

La narrativa de Lope de Vega editar

En su labor como prosista Lope cultivó un afán por abarcar la totalidad de los géneros de la época: la novela pastoril, pastoril de tema sacro, bizantina y novela corta. Entre sus principales obras destacamos La Arcadia (1598), El peregrino en su patria (1604), Novelas a Marcia Leonarda y La Dorotea (1632)

La narrativa de Miguel de Cervantes editar

Cervantes es indudablemente la figura más destacada en el campo de la prosa de ficción llegando a cultivar todos los géneros vigentes y demostrando un amplio conocimiento, no sólo los intereses de los lectores, sino también las diferentes formas, moldes y escritores del momento. Escribió una novela pastoril: La Galatea (1585), un libro de caballerías: El Quijote (1605 y 1615), una novela bizantina: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, y doce relatos breves bajo el título de Novelas Ejemplares.

 
Miguel de Cervantes

Cervantes se inicia como novelista con La Galatea, si bien, el mundo idealizado característico del género tiene en Cervantes raíces mucho más hondas que la simple adhesión a una tendencia en boga. Un hito esencial en la historia de la narrativa española y que sentará las bases de la moderna novela realista es la publicación de las Novelas Ejemplares (1613), con una marcada influencia del relato breve de corte italiano. En esta serie de obras, Cervantes es capaz de evolucionar, desde los personajes arquetípicos, caracterizados por poseer rasgos muy elementales, a la novela realista, de mayor complejidad psicológica y social. Dos de estas novelas, Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros, se sitúan en un ambiente picaresco, aunque, como sucede en La Galatea, Cervantes desafía los cánones establecidos con una estructura y punto de vista que difieren notablemente de lo que era habitual en el género.

La poesía española en el Barroco editar

La poesía española llega en el Barroco a un período de gran esplendor. En esta época confluyen, con frecuencia en la obra de un mismo autor, las distintas manifestaciones y estilos presentes la lírica castellana prácticamente desde sus orígenes. Así, en cuanto a temas, se recogen y desarrollan los empleados por los poetas del Renacimiento, si bien la temática se amplía y a menudo aparece teñida por la sensación de crisis, pesimismo y desengaño, que a veces desemboca en la burla y el sarcasmo, tan propios de esta época. En líneas generales podemos caracterizar la poesía barroca por los siguientes rasgos:

  • Riqueza y variedad.
  • Combinación del ingenio del poeta y la utilidad para el lector.
  • Continuidad con el Renacimiento e innovación (desde el equilibrio hasta la desproporción).
  • Incorporación de elementos tradicionales como el romancero.
  • Presencia de la poesía religiosa.
  • Poesía burlesca y degradada.

Manierismo, culteranismo y conceptismo editar

Los críticos definen el manierismo como una concepción artística e intelectual que se basa en el empleo de procedimientos artísticos distorsionadores, reflejo de la inestabilidad y crisis social del momento, y en el que convergen la reiteración de elementos renacentistas y la estilización elegante y artificiosa. Manierismo y Barroco tienen en común una falta de sentido de la proporción en los elementos metafóricos, antítesis, juegos de agudeza y mezcla de lo real e irreal.

Se suelen distinguir, así mismo, dentro del Barroco, dos estilos literarios opuestos, el culteranismo y el conceptismo, caracterizados por el desarrollo excesivo de la expresión y los recursos formales en detrimento del contenido, en el caso del culteranismo, y por la expresión lacónica y desnuda, pero sobrecargada de sentidos opuestos y juegos de palabras, en el caso del conceptismo. Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, respectivamente, fueron los mayores representantes de estas dos tendencias, si bien en la actualidad no se suelen considerar ambos estilos como realidades antitéticas.

Junto a Góngora y Quevedo, máximas figuras de la poesía barroca española, cabe destacar también la ingente producción lírica de Lope de Vega, que cultivó una gran variedad de estilos y modalidades poéticas, las cuales servirían de referencia para varias generaciones de poetas.

Véase también editar

Bibliografía editar

MENÉNDEZ PELÁEZ, Jesús et al. (2005). Historia de la literatura española. Vol. II: Renacimiento y Barroco, León, ed. Everest.

OROZCO, E. (ed) (1998). Introducción al Barroco, Granada, ed. Universidad de Granada.

OROZCO, E. (ed) (1981) Manierismo y Barroco, Madrid, ed. Cátedra.

PEDRAZA, Felipe B. Y RODRÍGUEZ, Milagros (1980). Manual de literatura española. Tomo III. Barroco. Introducción, prosa y poesía, Navarra, ed. Cénit.

SPITZER, L. (1980) «El Barroco español», Estilo y estructura en la literatura española, Barcelona, ed Crítica.