Usuario:HISTORYMAN6464/Francisca Diez-Canseco y Corbacho

HISTORYMAN6464/Francisca Diez-Canseco y Corbacho
Información personal
Nacimiento 1 de abril de 1812
Arequipa
Fallecimiento 6 de noviembre de 1906
Lima
Nacionalidad Peruana
Familia
Cónyuge Ramón Castilla

Francisca Diez-Canseco y Corbacho

Francisca Diez-Canseco y Corbacho, (Arequipa, 1 de abril de 1812 - Lima, 6 de noviembre de 1906), esposa del presidente Ramón Castilla.

Vida editar

Ya nos imaginamos la vida de esta dama arequipeña luego de contraer matrimonio, en 1834, con Ramón Castilla.

Lo acompañó en tiempos de la Confederación Peruano-Boliviana y en la anarquía política que vivió el país hasta 1845; luego, como “primera dama” en los dos periodos que gobernó Castilla.

Durante el primer gobierno del Mariscal. Fijaron residencia en la calle de Divorciadas, esquina de la calle Higuera (hoy Jirón Cuzco, casi esquina con el jirón Carabaya). Doña Francisca nunca vivió en las estancias de Palacio de Gobierno y solo concurría allí cuando debía hacer los honores a las fiestas ofrecidas por su marido en calidad de Jefe de Estado.

Castilla era bien aficionado al juego de cartas y tomaba parte doña Francisca en el juego y es tradición que para lograr que su marido pudiera descansar por ratos o atender asuntos urgentes del mando, ocupaba su puesto en la mesa y seguía su juego hasta que el Mariscal volvía a renovar el partido hasta el amanecer. Precisamente, cuando el 8 de noviembre de 1860 tuvo lugar un ataque sorpresivo de opositores al gobierno contra la residencia del Presidente, en la calle Divorciadas, Castilla estaba disfrutando de un momento de descanso que solía tomarse durante el juego y doña Francisca, que lo sustituía, enterada de lo sucedido, despierta a su marido y con gran presencia de ánimo le ayuda a huir apenas con la ropa interior, por los techos de la casa. Hecho, esto, doña Francisca vuelve a tomar su puesto en el juego y espera ahí el desarrollo de los acontecimientos. Estos terminan con el fracaso del asalto debido a la arenga que dirigiera un coronel “castillista” desde el frente de la casa del Mariscal. Doña Francisca había cumplido, una vez más, su deber de esposa y compañera en un momento dramático en la vida del mandatario.

Cuando muere Castilla, en 1868, en una nueva intentona revolucionaria, doña Francisca se queda sola, sin el consuelo de los hijos pues no tuvo descendencia con el Mariscal. Con dignidad, además, enfrenta las estrecheces económicas por el desapego al dinero de su difunto esposo. Dicen que solo deudas dejó el Mariscal, y sus acreedores, por respeto a su memoria y a la soledad de su viuda, rebajan sus créditos para facilitar a doña Francisca el pago de dichas obligaciones. Doña Francisca deja la casa de Divorciadas, demasiado grande y costosa de mantener, y va a ocupar una modesta vivienda en la calle de Mascarón hasta su muerte, en 1906, a los 94 años.