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Leonor de Isla fue una mulata que vivió en el puerto de Veracruz, donde se convirtió en hechicera. Ella había llegado de España, pues cuenta que en el convento de La Candelaria de Cádiz aprendió conjuros, uno de ellos tenía la finalidad de invocar al Ánima Sola. La monja a quien servía recibió ese conjuro, ya que la abadesa del convento deseaba tener noticias un fraile franciscano de quien no se sabía si estaba vivo o muerto.

Las noticias, en esa época, tardaban en llegar, razón por la cual se acudía a la adivinación. Otras razones por las que las personas solían acercarse a las hechiceras o brujas eran para encontrar una solución al mal de amores o amarrar a la persona amada; además de la curiosidad por predecir acontecimientos futuros.[1]

Esta hechicera, Leonor de Isla, fue conocida por sus invocaciones al Ánima Sola, así como por su habilidad para echar la suerte de las habas, cuya razón consistía en la adivinación del porvenir de quien lo solicitara.[2]

Conjuro al Ánima Sola

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En el conjuro se invoca al Ánima Sola, una de las almas en pena del Purgatorio; en él se mencionan objetos sagrados asociados a un acto ritual. El Ánima Sola se invocaba con la finalidad de saber el paradero de alguna persona:

"Ánima, ánima, ánima,

amiga mía,

la más sola,

la más atormentada,

aquella que más penas tiene del Purgatorio,

yo, Fulana (nombrando su nombre la persona que la hace),

te conjuro con Dios Padre,

con Dios Hijo

y con Dios Espíritu Santo,

con el ara,

con el alba,

con la [h]ostia,

con la sagrada misa,

con el sacerdote que la consagra,

y con el libro misal,

y con el preste que se pone en el altar,

y con la noche de Navidad,

y con el santísimo Señor nuestro que en ella naçió,

y con la gratísima Virgen que lo parió,

con el río Jordán,

con la copa de Abraham,

con las tribus de Ysrael,

con la casa santa de Jerusalén,

te conjuro y te apremio,

ánima, ánima, ánima,

y te pido, yo te mando,

por aquel verdadero Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,

que me alcançes esto que te pido:"   

Este conjuro implicaba un ritual, pues se debía recitar mirando al mar. Se decía que esta ánima del purgatorio cobraba por sus servicios.

Leonor de Isla “continuó invocando al Ánima Sola. Una noche, en forma de abejorro, el Ánima entró a su habitación, en el momento mismo en que moría una hija que recién había parido. Se deduce que la muerte de la pequeña era el pago que recibía el Ánima por sus servicios. Para los inquisidores este ser fantasmal era el demonio, con quien Leonor había establecido un pacto implícito” .

Sentencia de la Inquisición

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Las sentencias se realizaban de acuerdo a los testimonios de los testigos y funcionarios inquisidores. “Su proceso, de 180 folios, duró dos años, tiempo en el cual fue interrogada sucesivamente, a fin de que, al ‘recorrer su memoria’, confesara sus culpas sin omitir nada".

Leonor de Isla fue encarcelada mientras se determinaba su sentencia, lo cual corrompía su salud física y emocional; finalmente los inquisidores resolvieron procesarla. La Inquisición la encontró culpable de ser “hechiçera famosa, y estar en tal fama y opinión, y preciarse de serlo, y de ser maestra d’ello, enseñando e inficionando a otras personas con el modo de haçer hechiços, haçer oraciones de Santa Marta Buena y Mala, y del Ánima Sola”. Fue sentenciada a salir públicamente para deshonrarla y recibir cien azotes.[2]

Véase también

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  • Hechicería
  • Brujería
  • Conjuro
  • Nueva España
  • Ánima Sola
  • Inquisición

Referencias

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  1. Reyes, Juan Carlos (2017). «Del de amores y de otros males. Curanderismo y hechicería en la Villa de Colima del siglo XVIII.». Estudios de Historia Novohispana. 
  2. a b Masera, Mariana (2004). UNAM, ed. Literatura y cultura populares de la Nueva España. España: Azul Editorial.