Usuario:Mariauso/prueba mui

A pesar de la época de pesimismo de la Europa contemporánea, los líderes del continente demostraron ayer que siguen siendo capaces de estar de acuerdo unidos, cuando es realmente necesario. Herman Van Rompuy, el primer presidente de la historia de la UE, tenía la esperanza de utilizar este breve encuentro en Bruselas para levantar el estado de ánimo decaído y convencer al eurogrupo, el cual ha empleado una década en gastar hasta el último julio de energía en reescribir sus normas, en mirar hacia el exterior y hacia delante, y trazar un camino hacia un futuro en el que Europa pueda acarrear su influencia plenamente. Desgraciadamente, no resultó como se esperaba, ya que estaba inmerso en unas graves turbulencias que estaban a punto de afectar a la moneda del continente. El estrago de la gripe griega en el mercado de bonos amenazaba con transformarse en la ruina de España e incluso para Portugal, con el potencial suficiente para acabar con el euro. Los líderes nacionales han propuesto unas mejoras para el remedio, aunque reconocieron que a lo mejor la eurozona se mantendría o se derrumbaría toda a una. Sin embargo, el resultado fue una confusa declaración de la predisposición si fuera necesario de tomar “acciones coordinadas y definidas”, las cuales a la práctica afectarían sobre todo a París y Berlín, al suscribir la deuda de Atenas a cambio de políticas austeras adicionales.