María Josefina Massaia “Fina”.

Nació el 1º de Mayo de 1909 en San José de Mayo, Uruguay. Fue docente y activista social.

Su casa que estaba ubicada en donde hoy se encuentra el Instituto de Formación Docente. Su padre se llamaba Carlos Massaia Ferrero, inmigrante italiano, de profesión carpintero y su madre fue Doña Carmen Arriola Deoporto, de nacionalidad oriental, proveniente de una zona rural de nuestro departamento y de ocupación labores. Ella cursó la Escuela Primaria hasta cuarto año en un colegio religioso integrando el grupo denominado “de las alumnas gratis”, quienes concurrían en usufructo de una beca pero solamente hasta ese grado, como lo establecían las disposiciones del momento. Su vida fue marcada por la discriminación de que fue objeto en dicho colegio y ella atribuía a ese hecho el nacimiento de su vocación de maestra profundamente “vareliana”. Finalizó la Escuela Primaria en la Escuela Nº46 de nuestra ciudad donde se sintió en igualdad con sus compañeras. Después de completar sus estudios liceales optó por la carrera magisterial habiendo cursado la misma en el Instituto Magisterial de Montevideo. Esa posibilidad fue brindada por la familia Fiorentino con quien pasó a residir en la capital entablando una estrecha amistad que duró por siempre, con la maestra Perla Fiorentino de Daher, también maestra muy querida y destacada de nuestro medio. De regreso en su departamento natal, comenzó a ejercer la docencia, primeramente en la Escuela Nº49 de la ciudad de Libertad donde estuvo muy poco tiempo y luego en la Escuela Nº51 de la ciudad de San José de Mayo. Este último cargo lo obtuvo por concurso logrando la primera ubicación, lo que habla a las claras de su capacidad. Finalmente se trasladó a la Escuela Nº46, “la escuela amada de su niñez” y allí terminó su actividad como docente de Primaria. Después de largos años de magisterio y ya jubilada le fue ofrecida en 1960 la dirección del Instituto Normal de San José, cargo que aceptó y en el que trabajó por un período de 10 años, en forma honoraria. Su sensibilidad y humanismo la llevaron a solidarizarse siempre con los más necesitados. Fue así que se abocó a la realización de las “Campañas del Kilo” a las que se plegaron muchos otros docentes preocupados todos con la difícil situación económica que padecían los alumnos del Barrio Industrial (cuando estuvo en la Escuela Nº51). Dotada de una sutil inteligencia e intuición fue una visionaria respecto a situaciones y acontecimientos. Ello la impulsó a la creación de la Asociación Magisterial, pues comprendió que el magisterio debía estar unido gremialmente para luchar por la causa superior de la educación. Fue impulsora de la Biblioteca de la Asociación magisterial a la cual le dedicó muchos años de esfuerzo. Su obra en el Instituto Normal fue muy fecunda y allí ella se consustanció con los jóvenes, con sus problemas, con sus sueños e ideó una semana para ellos. Una semana que tuviese cultura, alegría, participación, diversión. Contagió su entusiasmo a todos los alumnos del Instituto y ellos expandieron la idea a todos los centros de estudios del departamento, surgiendo así, en 1963, la primera “Semana de la Juventud Maragata”. Esa visión de la importancia de aunar esfuerzos, esa visión de que puntos, con ideales comunitarios se puede lograr alcanzar hermosas metas la llevó también a impulsar la creación de una Cooperativa de Viviendas, trabajando incansablemente para la concreción de la misma. Nos referimos a la Cooperativa “19 de marzo” que fue su hogar en los últimos años. No escapará al lector atento que aquí también se aprecia su admiración por José Pedro Varela, al elegir la fecha de nacimiento de dicho educador, como nombre emblemático de este nuevo emprendimiento. Su integridad y sólidos principios la llevaron, durante la dictadura cívico-militar del Uruguay, a no aceptar desarrollar ninguna actividad, aunque estaba muy lúcida aún y con la energía y el dinamismo de siempre. Era mujer de trabajar en democracia. Era una mujer que respetaba la institución “del concurso” y rechazaba profundamente los cargos obtenidos “a dedo”. Fue una soñadora, pero su pragmatismo y su férrea voluntad la llevaron casi siempre a concretar sus sueños en obras reales, tangibles y como estaba animada de una enorme generosidad y espíritu de servicio, todas sus obras tuvieron un denominador común: el bienestar colectivo. Falleció el 2 de setiembre de 1998 y para la comunidad de San José comenzó entonces, a ser un bello y grato recuerdo, un ejemplo para emular. Fue así que la Semana de la Juventud Maragata del año 1998, llevó en su honor su nombre (única Semana que ha tenido esa particularidad) y por ello se le colocó también una placa que la recuerda en el monumento ubicado en la Plaza Zorrilla de San Martín, que recuerda a los forjadores de nuestra cultura maragata, en la ciudad de San José de Mayo, Uruguay.

Referencias:

http://www.unesco.org.uy/ci/fileadmin/educacion/2011/LaEdulaFascino.pdf

http://www.primerahora.com.uy/contratapa/270-una-historia-con-fina-sintonia.html

http://www.primerahora.com.uy/9151-testimonios-para-el-futuro-los-pioneros-de-la-semana-de-la-juventud-en-video.html