National Security Action Memoranda (NSAM) 88

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The National Security Action Memoranda (NSAM) 88 es una Directiva de Seguridad Nacional emitida en septiembre de 1961 por el presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy El asunto central del documento es el entrenamiento militar de las fuerzas armadas de los países latinoamericanos, con el objetivo de controlar y desarticular los distintos movimientos guerrilleros activos en la región. Tanto el presidente como otros funcionarios sugieren estrategias, tácticas y conocimiento que debería enseñarse en los centros de entrenamiento, dentro y fuera de Estados Unidos.

Contexto general

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La NSAM 88 fue emitida en uno de los momentos más intensos del conflicto de la Guerra Fría. Entre 1959 y 1962 se vivió una fuerte tensión entre los gobiernos de Estados Unidos, Cuba y la Unión Soviética. Tras el triunfo de la Revolución cubana, el gobierno llevó a cabo una serie de medidas, como las reformas agraria y urbana, que afectaron intereses económicos de empresas y corporaciones de Estados Unidos, como por ejemplo a la United Fruit Company. Paralelamente, entre 1960-1962 el gobierno cubano empezó a tener acercamientos con la Unión Soviética –liderada en ese momento por Nikita Jruschov–, lo cual alarmó a los funcionarios de Washington. Después de la Invasión de Bahía de Cochinos, el gobierno revolucionario cubano adquirió un carácter socialista, lo que internamente significó la radicalización de los procesos de transformación y externamente una alianza comercial, política e incluso militar con la Unión Soviética y el Bloque Socialista, a la vez que un rompimiento de relaciones con Estados Unidos. Uno de los momentos cruciales de esta tensión se dio con la Crisis de los misiles, en octubre de 1962. Finalmente, los líderes de la Revolución impulsaron un fuerte activismo internacional a través del financiamiento y apoyo a las guerrillas en América, África, Asia y Medio Oriente.[1]

 
Mapa que muestra el alcance potencial de los misiles soviéticos en Cuba


En ese sentido, la emisión de la NSAM 88 responde a la preocupación de Estados Unidos por perder su dominio hegemónico en Latinoamérica, considerando el avance geopolítico de la Unión Soviética en el Caribe y los movimientos de izquierda que pudieran desprenderse luego del triunfo de la Revolución en Cuba. No obstante, es importante señalar que desde las décadas de 1940 y 1950 la Unión Soviética había adoptado una nueva estrategia exterior que consistió, por un lado, en establecer la doctrina de coexistencia pacífica con Estados Unidos, y por otro trató de establecer una interacción más cercana con el Tercer Mundo. La URSS retomó la teoría del “camino no-capitalista de desarrollo”, lo que posibilitaba que los partidos comunistas locales se aliaran con la burguesía nacional para llevar a cabo un proceso de modernización económica que permitiera una mayor independencia frente a los Estados Unidos.[2]


Si bien la NSAM 88 fue redactada en medio de estas tensiones, es importante considerar que el carácter anticomunista de EUA se instaló en su política tanto interna como externa desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial. A partir de ese momento, Wahington apoyó dictaduras en América Latina a cambio de la protección de los intereses norteamericanos; esto involucró esfuerzos para la creación de un sistema de seguridad interamericano de orientación anticomunista,[3]​ en el cual la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) jugaron un rol fundamental. La relación de los agentes de la CIA y de los funcionarios de Washington con las Fuerzas armadas de los países latinoamericanos fue central para ejercer un control de los respectivos gobiernos. Eso explica la aparición de distintas dictaduras militares anticomunistas en la década de 1950, las cuales en general mantuvieron buenas relaciones con los Estados Unidos. Ejemplo de ello fueron los regímenes de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, Anastasio Somoza en Nicaragua, Carlos Castillo Armas en Guatemala, Fulgencio Batista en Cuba, Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, Gustavo Rojas Pinilla en Colombia, Alfredo Stroessner en Paraguay y Pedro Eugenio Aramburu en Argentina. A la par, gobiernos nacionalistas revolucionarios cuya agenda incluía importantes reformas sociales y económicas, fueron catalogados como comunistas. Con la intención de mantener su hegemonía económica y política en la región, hubo un esfuerzo desde Washington para que los gobiernos nacionalistas o fracasaran –como fue del derrocamiento de Juan Jacobo Arbenz en 1954–, o bien se mantuvieran, pero bajo ciertas condiciones establecidas por la política exterior de Estados Unidos, como sucedió con el gobierno de Víctor Paz Estenssoro en Bolivia.[4]

Los distintos funcionarios y agentes de Washington eran conscientes de la centralidad política que ocupaban las fuerzas armadas en las naciones latinoamericanas. En la carpeta referente a la NSAM 88 se incluye un documento que Kennedy envió a su secretario de Defensa, Robert S. McNamara, en el que expresa: “as the events of the past week have shown in Brazil, the military occupy an extremely important strategic position in Latin America”.[5]​ El acontecimiento al que se refiere el presidente de Estados Unidos es el conflicto que se vivió en Brasil después de la sorpresiva renuncia de Jânio Quadros en agosto de 1961, mientras que el vicepresidente João Goulart se encontraba en la República Popular China como representante del gobierno brasileño. Esto motivó a que se percibiera a Goulart como simpatizante del comunismo, por lo que ministros militares y sectores considerados anticomunistas estuvieron en contra de aceptar la asunción del vicepresidente, señalando que la sucesión no debía proceder, pues los términos constitucionales vigentes establecían que el vicepresidente debía encontrarse en territorio brasileño para asumir la presidencia.[6]

 
El presidente John F. Kennedy habla en una recepción en honor del Comité de la Alianza para el Progreso

La estrecha relación que se conformó entre EUA y las Fuerzas armadas de los países latinoamericanos facilitó la ejecución de estrategias de contrainsurgencia. Una de las instituciones con más relevancia al respecto fue la Escuela del Caribe del Ejército de los Estados Unidos, rebautizada en 1963 como la United States Army School of the Americas, mejor conocida como Escuela de las Américas. Las estrategias de contrainsurgencia se estipularon incluso dentro de proyectos de desarrollo económico. Walt Whitman Rostow, quien colaboró como asesor en la campaña presidencial de Kennedy y luego fue nombrado como número dos del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, publicó en 1960 The Stages of Economic Growth: A Non-Communist Manifesto. En ese texto, Rostow realiza un análisis de lo que él considera las etapas del crecimiento económico y propone una serie de medidas y condiciones para que países menos desarrollados avancen a la etapa de “despegue”. En la articulación de este modelo de desarrollo se considera que el uso de la fuerza militar es crucial para la defensa del proceso de desarrollo, sobre todo ante la posible vulnerabilidad en el cambio de un estadio a otro. De ahí que Rostow sugirió que la ayuda americana se materializara también en mejorar la eficacia de las prácticas de inteligencia y contrainsurgencia de las fuerzas armadas latinoamericanas.[7]

Las estrategias de contrainsurgencia se estipularon incluso dentro de proyectos de desarrollo económico. Walt Whitman Rostow, quien colaboró como asesor en la campaña presidencial de Kennedy y luego fue nombrado como número dos del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, publicó en 1960 The Stages of Economic Growth: A Non-Communist Manifesto. En ese texto, Rostow realiza un análisis de lo que él considera las etapas del crecimiento económico y propone una serie de medidas y condiciones para que países menos desarrollados avancen a la etapa de “despegue”. En la articulación de este modelo de desarrollo se considera que el uso de la fuerza militar es crucial para la defensa del proceso de desarrollo, sobre todo ante la posible vulnerabilidad en el cambio de un estadio a otro. De ahí que Rostow sugirió que la ayuda americana se materializara también en mejorar la eficacia de las prácticas de inteligencia y contrainsurgencia de las fuerzas armadas latinoamericanas.

La emisión de la NSAM 88 coincide con la intensificación de los debates y propuestas sobre teorías y modelos de desarrollo. A inicios de la década de 1960, declarada por las Naciones Unidas como la “década del desarrollo”, la administración de Kennedy creó la Agencia de Desarrollo Internacional (AID) y lanzó el programa Alianza para el Progreso, el cual tuvo por objetivo explícito brindar apoyo social, político y económico a los países latinoamericanos, cuya meta financiera se proyectó en 20 mil millones de dólares.[8]​ Sin embargo, este apoyo implicó duras obligaciones a los países destinatarios, los cuales tenían que llevar a cabo reformas fiscales, crear programas para generar empleos y, además, complementar las sumas recibidas con aportaciones propias.[9]​ Más aún, autores como Peter H. Smith han señalado que el fracaso más llamativo de la Alianza fue en el campo político. En contraste con la expectativa de promover y consolidar gobiernos civiles y reformistas, a lo largo de la década de 1960 se dieron distintos golpes militares que establecieron regímenes autoritarios en América Latina.[10]

Desde el inicio de su mandado Kennedy le expresó a McNamara que él deseaba poner mayor énfasis a las doctrinas de contrainsurgencia; en febrero de 1961 Kennedy instruyó la Junta de Jefes del Estado Mayor, la cual estaría encargada de estudiar qué cosas podría hacer EUA para construir fuerzas antiguerrilleras en todo el mundo, pero especialmente en América Latina. Solicitó que se preguntara a los militares de distintos países qué pensaban sobre el gobierno de Fidel Castro, qué podrían hacer para contrarrestar a su régimen y si Castro representaba una amenaza para sus países. Desde la opinión de Kennedy, los países latinoamericanos deberían de aprender cómo controlar las revueltas y combatir las guerrillas.[11]

National Security Action Memoranda en la administración de Kennedy

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The National Security Directives son instrucciones o declaraciones que pueden ser emitidas por los presidentes de Estados Unidos o por sus respectivos asesores de Seguridad Nacional. A lo largo del siglo XX diversos presidentes proclamaron directivas, cuyo contenido puede ir desde asuntos relacionados a la política doméstica y las instituciones nacionales, hasta temas referentes a la política exterior.

Entre 1961 y 1963, John F. Kennedy y su asesor McGeorge Bundy emitieron un total de 272 directivas, de las cuales muchas aluden a asuntos sobre Cuba, Berlín, la URSS, China, Vietnam, América Latina, Egipto, Siria o Marruecos, por mencionar solo algunos. Algunas de ellas, como las número 2, 9, 114, 124, 131, 132, 163, 177, 182 y 204 tienen que ver con las estrategias y doctrinas de contrainsurgencia. La NSAM 88, titulada “Training for Latin American Armed Force” es parte de este grupo de directivas.[12]

Contenido de la NSAM 88

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La carpeta desclasificada referente a la NSAM 88 contiene memorándums intercambiados entre el presidente Kennedy, su hermano y fiscal general Robert F. Kennedy, el asesor de Seguridad Nacional McGeorge Bundy, el secretario de Defensa, Robert S. McNamara, el general y Asesor Militar personal del presidente, Maxwell Taylor, el subsecretario de Estado Chester Bowles, el secretario ejecutivo L. D. Battle, y el tercer subsecretario de Estado de Asuntos Políticos George McGhee. Walt W. Rostow recibió copia de algunos de estos memorándums. Todos ellos están relacionados con el entrenamiento e instrucción de contrainsurgencia a las fuerzas armadas en América Latina.

Las comunicaciones responden a la solicitud que el presidente Kennedy hizo a las distintas agencias encargadas de asuntos externos, para que informaran sobre el estado actual de las acciones y proyectos referentes al entrenamiento de contrainsurgencia a las fuerzas armadas en América Latina. Además, solicita sugerencias sobre los aspectos pueden mejorar las estrategias y técnicas para controlar el comunismo en la región latinoamericana.

Los informes explican la forma en la que operan ciertos centros de entrenamiento, tanto en Estados Unidos como en el extranjero. De la Special Warfare School, ubicada en Fort Bragg, Carolina del Norte, se sugiere que debería de mejorarse el nivel táctico y estratégico para disuadir guerrillas. De ese centro se habían graduado 133 estudiantes foráneos, de los cuales 52 eran de países latinoamericanos. Además, se enfatiza en la necesidad de crear escuelas regionales en el Caribe y en la región de los Andes, y que puedan funcionar como satélites de los centros de entrenamiento norteamericanos. Se recomienda, además, conocer el espectro político y militar de la guerrilla, por lo que indican que las fuerzas especiales deben de estar familiarizadas con los textos y técnicas de Mao Tse Tung.


En otro documento se informa sobre la implementación de un nuevo curso en Fort Gulick (Panamá), destinado solo a militares latinoamericanos y que incluye instrucciones para el control disturbios. Proyecta que en 1962 habrá un total 5,600 estudiantes latinoamericanos, los cuales en su mayoría serán oficiales. Además, se pone bajo consideración la creación de un Colegio Interamericano de Defensa, el cual podría contribuir a una mejor cooperación y entendimiento militar en la región.

Chester Bowles emitió el informe correspondiente a la Agencia de Desarrollo Internacional, la cual contaba con un programa de entrenamiento policía, inscrito en la División de Seguridad Pública (Division of Public Safety). Este programa tenía como objetivo mejorar la capacidad de las fuerzas policiales indígenas en actividades contra-subversivas, a la vez que incrementar la efectividad de las fuerzas policiacas civiles para mantener la paz y el orden, preservar la ley y el orden y proteger los derechos de los ciudadanos. Se informa que el programa brindaba asistencia técnica y entrenamiento a la policía local; se mejoraba su equipo y oficiales eran llevados a EUA para que reciban adoctrinamiento y entrenamiento. En total, el programa operaba en 26 países; en América Latina funcionaba en ocho repúblicas: Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá y Perú. El financiamiento de 1961 fue de $1,302,000, mientras que para 1962 se proyectaron $1,470,000. Según el informe, este programa de entrenamiento tiene la ventaja de ser un programa diseñado por la AID para atacar los problemas económicas y sociales, los cuales pueden llevar a una inestabilidad política. Finalmente, enfatiza la importancia de establecer una academia de policía de EUA en el Caribe, preferentemente en la zona del Canal [de Panamá]. La ventaja de esto, según el informe sería adaptar las condiciones de entrenamiento a las necesidades de América Latina, mejoraría la comunicación en español y reduciría los costos de entrenamiento por persona.

En otro documento, Bowles le expresa su preocupación al presidente, preguntándose si la ayuda y entrenamiento militar que están brindando a las fuerzas armadas de otros países realmente se usará para fomentar las instituciones democráticas. Considera que en los programas de entrenamiento se debe de enfatizar en el rol que tienen los militares para construir y defensores de las nuevas sociedades democráticas.

Implementación de la NSAM 88 en América Latina

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De acuerdo con el historiador Stephen G. Rabe, los Estados Unidos necesitaban de los ejércitos en América Latina para preservar la seguridad interna hasta que las masas se convencieran de los beneficios del proceso de modernización de la Alianza del Progreso. Por ello, la modernización del ejército fue una característica importante en la política de Kennedy hacia América Latina. Hacia mediados de 1962, los Estados Unidos admitieron que la Unión Soviética no tenía ni la capacidad ni la intención de invadir América Latina. No obstante, ante la amenaza del castrismo y comunismo en general, el presidente Kennedy envió equipos conformados por distintas agencias para evaluar el riesgo de infiltración comunista y la capacidad de los ejércitos y policía de América Latina para responder. Ante las constantes y profundas deficiencias al respecto, la asistencia militar de los Estados Unidos involucró un presupuesto de 77 millones de dólares por año, entre los años de 1961-1964.[13]

 
Instalaciones en las que funcionó la Escuela de las Américas en Panamá.

Kennedy rompió con las promesas que hizo durante su campaña y en la presentación de la Alianza para el Progreso, pues aumentó el gasto para la compra de armas. Además, se calcula que a lo largo de la década de 1960 alrededor de 3,500 oficiales y soldados latinoamericanos fueron entrenados en las escuelas militares, de las cuales destaca la Escuela de las Américas. Además de ello, la policía brasileña –por ejemplo– recibió 36 patrullas, 52 jeeps, 260 radios portables, 800,000 rondas de municiones, 540 porras antidisturbios, 122 máscaras de gas, 20,000 granadas de gas, 20 equipos para huellas dactilares y sistema computarizado de procesamiento de información de $130,000 dólares.[14]

Mientras tanto, un mes después de que se emitió la NSAM 88, Víctor Paz Estenssoro en Bolivia declaró un nuevo estado de sitio de 90 días y procedió a implementar la subida de precios de la gasolina, medida esperada por los funcionarios de Estados Unidos. Esto generó disturbios e intensos choques con la policía, lo que generó la muerte de estudiantes. Como parte de los proyectos de asistencia social y militar, el embajador norteamericana en Bolivia, Ben Stephansky, pidió de inmediato granadas lacrimógenas, por lo que unos días después un avión contratado por la CIA entregó 3,300 granadas al director de la AID en La Paz. El secretario de Estado Dean Rusk pidió a Stephansky recalcar a Paz Estenssoro que ese envío era una “clara evidencia del apoyo a su gobierno”, por lo que se debería de omitir cualquier idea de que los Estados Unidos esperaban la caída del presidente boliviano.[15]

Referencias

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  1. Rojas, Rafael Gutierrez (30 de julio de 2015). Historia mínima de la revolución cubana. El Colegio de Mexico AC. p. 14-15. ISBN 978-607-462-826-5. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  2. Pettiná, Vanni (27 de agosto de 2018). Historia mínima de la Guerra Fría en América Latina (en inglés). El Colegio de Mexico AC. p. 94-95. ISBN 978-607-628-457-5. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  3. Rinke, Stefan H. (2016). América Latina y Estados Unidos: una historia entre espacios desde la época colonial hasta hoy. El Colegio de México. p. 172. ISBN 978-607-462-850-0. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  4. Field (Jr.), Thomas C. (2016). Minas, balas y gringos: Bolivia y la alianza para el progreso en la era de Kennedy. Vicepresidencia del Estado, Presidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional, Bolivia. p. 39-55. ISBN 978-99974-58-85-8. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  5. «National Security Action Memoranda [NSAM]: NSAM 88, Training for Latin American Armed Forces | JFK Library». www.jfklibrary.org. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  6. Macías, Julio Héctor (29 de diciembre de 2015). «Arrepentimendos, olvidos y silencios. Nueva lectura del apoyo periodistico al Golpe de estado de 1964 en Brasil». Diacronie. Studi di Storia Contemporanea (N° 24, 4). ISSN 2038-0925. doi:10.4000/diacronie.3757. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  7. Pettiná, Vanni (27 de agosto de 2018). Historia mínima de la Guerra Fría en América Latina (en inglés). El Colegio de Mexico AC. p. 122-123. ISBN 978-607-628-457-5. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  8. Raymont, Henry (2007). Vecinos en conflicto: la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamerica, desde Franklin delano Roossevelt. Siglo XXI. p. 185. ISBN 978-968-23-2711-7. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  9. Rinke, Stefan H. (2016). América Latina y Estados Unidos: una historia entre espacios desde la época colonial hasta hoy. El Colegio de México. p. 181. ISBN 978-607-462-850-0. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  10. Smith, Peter H.; Velasco, Ana Covarrubias (1996). Talons of the Eagle: Latin America, the United States, and the World (en inglés). Oxford University Press, Incorporated. p. 154. ISBN 978-0-19-085484-3. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  11. Rabe, Stephen G. (1999). The Most Dangerous Area in the World: John F. Kennedy Confronts Communist Revolution in Latin America (en inglés). UNC Press Books. p. 127. ISBN 978-1-4696-1736-7. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  12. «National Security Action Memoranda (NSAMs) | JFK Library». www.jfklibrary.org. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  13. Rabe, Stephen G. (1999). The Most Dangerous Area in the World: John F. Kennedy Confronts Communist Revolution in Latin America (en inglés). UNC Press Books. p. 129-130. ISBN 978-1-4696-1736-7. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  14. Rabe, Stephen G. (1999). The Most Dangerous Area in the World: John F. Kennedy Confronts Communist Revolution in Latin America (en inglés). UNC Press Books. p. 132. ISBN 978-1-4696-1736-7. Consultado el 19 de mayo de 2022. 
  15. Field (Jr.), Thomas C. (2016). Minas, balas y gringos: Bolivia y la alianza para el progreso en la era de Kennedy. La Paz: Vicepresidencia del Estado, Presidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional, Bolivia. p. 112. ISBN 978-99974-58-85-8. Consultado el 19 de mayo de 2022. 

Enlaces externos

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o   John F. Kennedy Presidential Library and Museum

o   National Security Action Memoranda, at the John F. Kennedy Presidential Library

o   Presidential Directives and Executive Orders,