Usuario:Rowanwindwhistler/CarlosVDeFrancia

Infancia editar

Carlos nació en Vincennes el 21 de enero de 1338.[1]​ Fue educado en la corte junto con otros niños de su edad, con los que mantuvo estrecha relación de adulto: Felipe de Orleans —su tío—, sus tres hermanos (Luis, Juan y Felipe), Luis de Borbón, Eduardo y Roberto de Bar, Godofredo de Brabante, Luis de Étampes, Luis de Évreux (hermano de Carlos el Malo), Juan y Carlos de Artois, Carlos de Alençon y Felipe de Rouvre.[2]

Su preceptor es probable que fuese Silvestre de La Cervelle,[3]​ que le enseñó latín y gramática. Su madre y su abuela paterna perecieron de la peste negra de 1349, cuando Carlos acababa de abandonar la corte para establecerse en su feudo del Delfinado. Su abuelo Felipe VI falleció poco después, en 1350.[4]

Primer delfín de la Casa de Francia editar

 
Carlos V y Juana de Borbón, París, museo del Louvre. Proviene probablemente de la ornamentación exterior del Louvre. Estas esculturas las restauró en el siglo XIX Alexandre Lenoir en Luis IX y Margarita de Provenza, lo que explica por qué el rey porta una maqueta de la Sainte-Chapelle de París en la mano izquierda.

El conde Humberto II, arruinado por no poder elevar los impuestos[5]​ a la vuelta de una onerosa cruzada en Palestina y sin heredero por la muerte de su único vástago, vendió el Delfinado,[6]​ territorio perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico. Ante el desinterés en la venta del papa y del emperador, Felipe VI adquirió las tierras de Humberto.

Según el Tratado de Romans, el Delfinado de Viennois debía recaer en un hijo del futuro rey Juan el Bueno. Carlos, primogénito de este, fue por ello el primer delfín. Con doce años, tuvo que asumir inmediatamente la gestión del territorio desde Grenoble, donde residió entre el 10 de diciembre de 1349 a marzo de 1350. Pocos días después de llegar a Grenoble, se reunió a los habitantes para que jurasen lealtad a Carlos, que recibió el juramento en un estrado de la plaza de Notre-Dame, acompañado del obispo Juan de Chissé. Por su parte, Carlos les prometió respetar el fuero de la comuna y confirmó las libertades y privilegios que Humberto había incluido en un estatuto, redactado antes de su retiro. Como colofón, amnistió a todos los condenados, salvo a aquellos sentenciados a la pena capital.[7]

El 8 de abril de 1350, en Tain-l'Hermitage, el delfín desposó a su prima Juana de Borbón. Antes se había obtenido el permiso papal para este matrimonio entre parientes consanguíneos.[8]​ Carlos era, en efecto, primo carnal de Juana, lo que probablemente fue la causa de los problemas psiquiátricos de Carlos VI y de la fragilidad de los demás hijos de la pareja. La boda se retrasó por el fallecimiento de la madre de Carlos, Bona de Luxemburgo, y de su abuela Juana de Borgoña, víctimas de la gran peste y a las que no había vuelto a ver desde su marcha al Delfinado.[9]​ El propio delfín estuvo gravemente enfermo entre agosto y diciembre de 1349.[9]​ Debido a las restricciones a las reuniones que se habían implantado para tratar de frenar la extensión de la peste, que por entonces azotaba a toda Europa, la ceremonia tuvo lugar en la intimidad.[8]

El dominio del Delfinado era esencial para Francia, pues aquel se extendía por el valle del Ródano, que era un eje comercial principal entre el Mediterráneo y el norte de Europa desde la Antigüedad, y ponía en contacto directo al reino con Aviñón, sede del papa y centro diplomático notabilísimo de la época medieval europea. Pese a su juventud, el delfín se esforzó en granjearse el reconocimiento de sus súbditos y medió en el conflicto que enfrentaba a dos familias de vasallos.[8]​ La experiencia que adquirió en la administración del Delfinado le fue luego muy útil.

Actividad en Normandía editar

 
Juan II armando caballeros. Miniatura de un manuscrito de las Crónicas de Saint-Denis del siglo XV.

Carlos fue llamado a París al morir su abuelo Felipe VI y participó en la coronación de su padre Juan el Bueno el 26 de septiembre de 1350 en Reims, que lo armó caballero de la Orden de la Estrella.[10]​ No todos consideraban legítimo el ascenso al trono de Juan, ni reconocían los derechos de la Casa de Valois. El padre de Juan, Felipe VI, apodado por algunos el «rey acertado», había perdido todo crédito por las hecatombes de Crécy, de Calais, las epidemias de peste y las devaluaciones monetarias, indispensables para equilibrar las finanzas reales. Por ello, la familia real tuvo que afrontar una amplia oposición.

El primer reto provino de Carlos II de Navarra, llamado «el Malo», hijo de Juana; esta había renunciado en 1328 a la corona francesa a cambio de hacerse con la navarra. Carlos II era el primogénito de un poderoso linaje. Ambicioso, logró reunir en torno a sí a los descontentos de los reinados de los primeros Valois. Participaban en su causa allegados y aliados diversos: la familia de Boulogne (el conde, el cardenal, los dos hermanos de estos y su parentela de Auvernia), los barones de Champaña fieles a la madre de Carlos (Juana era nieta de la última condesa de Champaña)[11]​ y por los seguidores de Roberto de Artois, al que Felipe VI había expulsado del reino. Carlos contaba además con el respaldo de la influyente Universidad de París y del de los mercaderes del noroeste, que dependían del comercio en el canal de La Mancha.[12]

 
El fuero normando de 1315, confirmado en 1339 por Felipe VI, otorgó amplia autonomía a Normandía. Miniatura del Grand Coutumier de Normandie, siglo XIV, Petit Palais.

Normandía también suponía un problema para la familia real: el ducado dependía económicamente tanto del comercio marítimo del canal de La Mancha como del fluvial a lo largo del Sena. Aunque el territorio se había separado de Gran Bretaña en 1204, los terratenientes (nobles y clero) tenían propiedades a los dos lados del canal, como resultado tanto de la conquista normanda de Inglaterra como de las posteriores alianzas matrimoniales entre la isla y el continente.[13]​ Por ello, tomar partido por el soberano inglés o por el francés les suponían arriesgarse a perder parte de sus posesiones; para defender sus intereses, la nobleza normanda creó ligas. Gracias a su cohesión, obtuvo fueros que concedían gran autonomía al ducado. Raul de Brienne fue un paradigma de la actitud normanda: mantuvo una política exterior propia e incluso cuando dirigió el ejército francés enviado a Escocia en 1335, lo hizo como capitán general contratado, no como vasallo del rey de Francia.

Pese a todo, hacía tiempo que la unidad de la nobleza normanda mostraba fisuras; los condes de Tancarville y de Harcourt hacía generaciones que estaban enfrentados en una cruenta guerra regional.[14]​ Para ganarse el favor de algunos de los barones normandos, los soberanos franceses tomaron partido por los Tancarville, a los que confirieron el cargo de chambelán del Tribunal de Normandía. Este, que gozaba de autonomía en la administración de justicia y su chambelán ejercía un poder equiparable con el del mismísimo duque. Por otro lado, para evitar que los señores normandos reconociesen a Eduardo III de Inglaterra como rey legítimo de Francia —el soberano inglés había proclamado su derecho a al corona francesa en su declaración de guerra al rey Valois—, Felipe VI tuvo que pactar también con la familia Hartcourt.[15]​ Nombró a Godofredo de Harcourt, capitán soberano de Normandía.[16]​ Durante el periodo de Juan el Bueno como duque de Normandía, mantuvo estrecha relación con los Tancarville, que encabezaban al bando leal a la casa real francesa. El vizconde Jean de Melun desposó a Juanae, la heredera del condado de Tancarville.[17]​ A partir de entonces, los Melun-Tancarville formaron el núcleo del grupo favorable a Juan el Bueno en el ducado, mientras que Godefredo de Harcourt se presentó como paladín de las libertades normandas y cabeza del llamado partido reformista. El acercamiento de Godofredo a Carlos de Navarra, campeón de los reformistas, fue la consecuencia natural.[16]

 
El Tribunal de Normandía, del siglo XII, administraba la justicia del ducado. El segundo fuero de los normandos de 1339, les garantizaba ser juzgados por aquel exclusivamente. Aula del castillo de Caen.

El 19 de noviembre de 1350, Juan el Buen, recién coronado, hizo prender y ajusticiar a Raul de Brienne, conde de Guînes y condestable de Francia. Parece ser que este iba a prestar homenaje a Eduardo III, lo que hubiese supuesto un peligro precedente para Juan, pues podría haber animado a otros nobles a reconocer las pretensiones del rey inglés al cetro de Francia.[18]​ La ejecución se hizo en secreto pero, en vez de servir para acallar la crisis, esto solo sirvió para que corriesen los rumores sobre la suerte del de Brienne. Gran parte de la nobleza normanda y los numerosos partidarios del condestable se pasaron al campo navarro:[19]​ los señores normandos, la nobleza del noroeste (de Picardía, Artois, Vermandois, Beauvaisis y Flandes, cuya economía dependía de la lana inglesa importada), y los hermanos de Picquigny, aliados del condestable.[11]​ Tras la muerte de este, Carlos el Malo escribió al duque de Lancaster, hijo de Eduardo III: «Todos los nobles de Normandía se han pasado a mí hasta la muerte».[11]

Orador brillante y acostumbrado al sistema navarro de monarquía con un soberano cuyo poder moderaban las Cortes, Carlos encabezó la reforma del Estado que algunos consideraban demasiado autoritario, que no atendía a los deseos ni de la nobleza ni de las ciudades (Juan gobernaba en efecto con una camarilla de favoritos y funcionarios, que en ocasiones provenían de la plebe). Al contrario que su padre, Carlos V no consideraba el poder real como legítimo por naturaleza, sino sujeto al beneplácito de los súbditos, lo que le hacía más conciliador para con estos. Esta actitud le permitió establecer cierto entendimiento con los nobles normandos, el bando reformista y Carlos de Navarra.

 
reino de Francia en 1350:      Posesiones de Carlos de Navarra      Estados pontificios      Territorios dominados por Eduardo III      Zona de influencia económica inglesa      Zona de influencia cultural francesa

El poder de Carlos de Navarra era tal que el 8 de enero de 1354 hizo asesinar impunemente a su rival Carlos de la Cerda (el favorito del rey) y admitir francamente la autoría del crimen. Pese a ello, obtuvo tierras y derechos en el Tratado de Mantes, bajo amenaza de coligarse con los ingleses. Mientras, sin embargo, franceses e ingleses negociaban en Aviñón una paz que hubiese despojado a Carlos de Navarra del respaldo de Eduardo III y le hubiese privado de su poder en el reino; para evitarlo, Carlos firmó con los ingleses un tratado por el que se repartía Francia con estos.[20][21]​ Los ingleses prepararon un desembarco para cuando caducase la tregua con los franceses el 24 de junio de 1355.[21]

El rey encomendó al delfín en marzo de 1355 la defensa de Normandía, que requería la recaudación de los fondos necesarios para sufragarla.[21]​ La tarea era complicada por la influencia creciente de Carlos el Malo que, en virtud del Tratado de Mantes, gozaba de una posición similar a la de duque; dispuesto a aliarse en cualquier momento a Eduardo III, podía desbaratar la defensa francesa del territorio y permitir el desembarco inglés.[22]​ Pese a ello, el delfín logró que los normandos, aunque a regañadientes, comenzasen a recaudar los impuestos necesarios para la campaña, aunque los navarros lo estorbasen y el grueso de los fondos reunidos se repartiese a continuación entre los señores que habían consentido participar en la colecta. Con lo restante el delfín tuvo que pagar a los hombres de armas. Su habilidad le permitió en junio evitar la guerra y reconciliar a los navarros con el rey roi; el acuerdo se selló con una ceremonia en le corte el 24 de septiembre de 1355.[23]​ A Eduardo III le disgustó el nuevo cambio de posición de Carlos de Navarro y perdió toda confianza en este, al que consideraba artero; el acuerdo entre Carlos V y los navarros evitó el desembarco inglés previsto.[21]

Plan de fuga editar

Al tío del delfín y emperador del Sacro Imperio Carlos IV, lo presionaban los ingleses; preocupado por la pujante influencia francesa en el suroeste del imperio (en Borgoña, el Delfinado y otras muchas plazas fuertes señoreadas por los franceses), amenazó con abandonar la liga con su cuñado Juan el Bueno y libró al joven duque de Borgoña de la tutela que este —suegro suyo— ejercía sobre él en los territorios imperiales.[24]​ Ante la intransigencia de Juan, la tensión entre los cuñados aumentó. Por su parte, Carlos, muy unido a su tío y en riesgo de perder el Delfinado a causa de las desavenencias entre el emperador y su padre, se opuso a la forma de proceder de este. Azuzado por Robert Le Coq, uno de los más destacados miembros del partido navarro que trataba a la vez con el delfín y con el rey y que le insistía en que Juan buscaba apartarlo del poder, organizó una fuga con ayuda de los navarros con el objetivo de visitar al emperador, rendirle homenaje y apaciguar la situación entre Francia y el imperio.[19]​ Se planeó para diciembre de 1355, pero el rey, puesto al corriente por Robert de Lorris, convocó a Carlos y le entregó en feudo Normandía como gesto de confianza y para disipar la desconfianza que le infundía el partido navarro.[25]

Duque de Normandía editar

El 6 de enero de 1356, Carlos devino Carlos I de Normandía. Juan II, noticioso del plan navarro-inglés urdido en Aviñón para repartirse el país, se decidió a desbaratar al partido navarro.

El 5 de abril, el delfín reunió en su castillo de Ruán a todos los nobles de la provincia, entre ellos al conde de Évreux, Carlos el malo, para celebrar su nombramiento como duque de Normandía. En el apogeo de la fiesta, apareció Juan II armado con bacinete y espada, decidido a prender al conde y gritó: «¡el que se mueva caerá muerto por esta espada!».[26]​ Le acompañaban su hermano Felipe de Orleans, su benjamín Luis de Anjou y sus primos de Artois. Un centenar de caballeros armados rodeaban el castillo.[26]​ El rey se aproximó a la mesa de honor, agarró por el codo al rey de Navarra y levantó de su asiento gritándole: « ¡Traidor, no eres digno de sentarte a la mesa de mi hijo!». Colin Doublet, caballerizo de Carlos el Malo, desenvainó su daga para proteger a su señor y amenazó a Juan, pero fue reducido por la escolta de este, que lo apresó también.[26]​ Las confabulaciones del rey de Navarra con los ingleses habían colmado la paciencia de Juan, cuyo disgusto con el de Navarra no había dejado de crecer desde el asesinato de su favorito el condestable Carlos de la Cerda en enero de 1354.

 
Apresamiento de Carlos de Navarra en Ruán en 1356 (Crónicas de Froissart.

Pese a las súplicas del delfín, que le imploraba de hinojos que no lo deshonrase ante sus invitados, Juan se volvió hacia Juan de Harcourt, infatigable campeón de las libertades de las provincias y que había participado en el asesinado del De la Cerda. Le propinó un mazazo en el hombro y ordenó que lo prendiesen. Esa misma noche, el conde de Harcourt y tres de sus compañeros, entre ellos el caballerizo Doublet, fueron conducidos al Champ du Pardon. Allí y en presencia del rey, fueron decapitados por un verdugo improvisado, delincuente al que se había perdonado especialmente para esta tarea.[21]

Dos días más tarde, el séquito real se hallaba de nuevo en París, para celebrar la fiesta de Pascua. Carlos El Malo fue encerrado en el Louvre y luego en el Châtelet. Como la capital no se consideraba segura, finalmente se lo trasladó a la fortaleza de Arleux, cerca de Douai, en territorio imperial,[27]​ tras la boda en 1324 de Margarita II de Henao y Luis IV de Baviera, emperador.

El cautiverio favoreció la imagen de Carlos de Navarra; sus seguidores reclamaban que fuese liberado. El descontento crecía en Normandía y numerosos barones rescindieron el homenaje que habían prestado a Juan II y buscaron la alianza de Eduardo III de Inglaterra. Según estos, el rey Juan había excedido sus derechos al prender a un príncipe con el que había firmado la paz. Para los navarros, la acción de Juan se debía a su conciencia de ilegitimidad y a su deseo de eliminar a un rival con derecho a la corona del reino. Felipe de Navarra, hermano del preso, desafió a Juan II el 28 de mayo de 1356.[27]​ Los navarros, en especial los señores normandos, se pasaron en bloque al bando inglés; Eduardo III emprendió en junio una serie de temibles cabalgadas por Normandía, el sur de Francia y luego por el centro del país. El 19 de septiembre, Juan II cayó prisionero de los ingleses en la derrota de Poitiers.

  1. Delachenal, 1903, p. 94-98.
  2. Autrand, 1994, p. 26.
  3. Autrand, 1994, p. 27.
  4. Autrand, 1994, p. 28.
  5. Autrand, 1994, p. 72.
  6. Autrand, 1994, p. 70.
  7. Paul Dreyfus, Histoire du Dauphiné, page 107 (livre de la chaine, folio 329).}}
  8. a b c Autrand, 1994, p. 76.
  9. a b Autrand, 1994, p. 75.
  10. Autrand, 1994, p. 85.
  11. a b c Autrand, 1994, pp. 107-108. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «FOOTNOTEAutrand1994107-108» está definido varias veces con contenidos diferentes
  12. Autrand, 1994, p. 108.
  13. Favier, 1980, p. 140.
  14. Autrand, 1994, p. 153.
  15. Georges Bordonove, La guerre de 600 ans, Laffont 1971, p. 135.
  16. a b Jean Mabire, Godefroy de Harcourt seigneur normand [1]
  17. Autrand, 1994, p. 109.
  18. Autrand, 1994, p. 83.
  19. a b Autrand, 1994, pp. 82-83.
  20. Raymond Cazelles, Étienne Marcel, Taillandier 2006, p. 121
  21. a b c d e Autrand, 1994, pp. 144-145.
  22. Autrand, 1994, p. 151.
  23. Autrand, 1994, pp. 155-157.
  24. Autrand, 1994, pp. 161-163.
  25. Autrand, 1994, pp. 166-167.
  26. a b c Autrand, 1994, pp. 177-179.
  27. a b Autrand, 1994, p. 188.