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Segunda Compañía de Bomberos "Bomba Germania" de Valparaíso

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La Segunda Compañía de Bomberos “Bomba Germania” de Valparaíso (Deutsche Feuerwehrkompanie N°2) es fundada el 30 de junio de 1851 y corresponde a una de las tres compañías, reconocidas como Fundadoras, del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso que aún prestan servicios a la comunidad porteña desde el año 1851.

Se encuentra ubicada calle Manuel Blanco Encalada 630, Valparaíso; ocupando los dos primeros pisos del ala norte del edificio institucional, el cual también alberga a la Dirección General (3er piso), Comandancia (5to piso), Central de Alarmas (6to piso) y Primera Compañía (dos primeros piso ala sur).

La Bomba Germania posee las especialidades de Agua, Rescate Vehicular y Rescate en Altura; junto con esto, algunos de sus miembros forman parte de los grupos especializados de rescate USAR y GRIMP del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, unidades orientadas a la búsqueda y rescate de personas en estructuras colapsadas, y en rescate en altura y desnivel, respectivamente.

Sus orígenes se remontan al 04 de junio de 1851, con la dección de su primer Director, cuando un grupo de entusiastas ciudadanos porteños, en gran parte de origen germánico, deciden organizarse para dar frente a un enemigo que históricamente había causado estragos en la ciudad, afectando a todo aquel que se cruzaba en su camino, el fuego, para lo cual, se organizan y coordinan para poder enfrentar los incendios y evitar que estos se propagaran por el resto de la ciudad.  Es así como se inicia la historia de una de las tres Compañías Fundadoras del Cuerpo de Bomberos de Chile, la Segunda Compañía “Bomba Germania” de Valparaíso.

INCENDIO CALLE DEL CABO 15/12/1850

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Poco después de las dos de la madrugada del domingo 15 de diciembre de 1850 se desata un incendio en una cigarrería de propiedad de doña Carmen Olivo, la cual funcionaba en la parte baja de una casa ubicada en Calle Del Cabo (hoy Esmeralda), esquina Cruz de Reyes (hoy Almirante Gómez Carreño) donde se levanta el edificio del ex Banco Central de Chile (hoy Sede Regional de la Dirección Nacional de Aduanas).

El fuego, impelido por una suave brisa del norte, redujo a cenizas la primera casa en tan sólo 15 minutos, propagándose a los edificios vecinos con tal celeridad, que casi no dio lugar a los vecinos que acudieron primero a despertar a gritos y golpes a las familias que corrían el peligro de ser envueltas por las llamas. Gracias a la prisa que se dieron, no hubo víctima que lamentar, pero dejó en la ruina a más de una treintena de familias con sus respectivos inmuebles y enseres personales.

La brisa del norte impulsó al fuego hasta llegar frente al peñón de la “Cueva del Chivato” (actual Subida Concepción), donde encontró por límite el mar, evitando su propagación al resto de la ciudad, pero reduciendo a cenizas 36 casas y locales comerciales

La calle del Cabo se interrumpía hacia el Almendral por el cerro de la Cueva del Chivato (hoy Subida Concepción), enorme mole de piedra con un ancho espacio de frente sobre el mar. No había peligro que por esa parte el fuego se comunicase al sector Almendral de la ciudad; pero al extremo del lado del Puerto, la calle del Cabo se hallaba parcialmente cortada en la calle Cochrane por un espacio de terreno que disputaban dos propietarios, sin embargo, varias propiedades de esa calle se vieron afectadas por el fuego, especialmente los recintos de Aduana, resultando totalmente quemados tres almacenes con mil bultos cada uno. Es importante destacar que sólo se llegaba a la calle de la Aduana (hoy Prat) por un edificio bajo de material liviano, con edificios combustibles al respaldo.

A la fecha la ciudad contaba con dos bombas que pertenecían al comercio porteño, a cargo de un cuerpo cívico llamado “Brigada de Infantería Cívica de Bomberos de Valparaíso”, que era un grupo de “Zapadores-Bomberos”, al mando de su jefe y comandante don Juan Agustín Vives Galeas.

Las bombas llegaron al lugar del siniestro media hora después de dada la alarma y cuando ya el voraz incendio había tomado proporciones aterradoras; desgraciadamente estaban en mal estado y las mangueras casi inutilizadas, reventándose a cada golpe de los bombines de palanca, por lo que el material no pudo prestar ningún servicio.

El Intendente accidental señor José Santiago Melo, el Secretario de Marina don Demetrio R. Peña, los señores Bowen, Butter, el subteniente de Artillería don Ramón Vicuña y algunas personas más de la vecindad que acudieron al momento, pusieron manos al trabajo. Todos trataban infructuosamente de contener la catástrofe, que ya amenazaba la Aduana y los grandes depósitos de brea y materiales combustibles de calle Cochrane.

En esos momentos de angustia y desesperación de la autoridad y vecinos, la escuadra francesa envió a tierra una bomba con la dotación necesaria de oficiales y marineros del buque francés “Entreprenant”, al mando de su comandante conde Pouget. Su misión era brindar toda la ayuda necesaria para detener y apagar el fuego y muy especialmente, salvar la casa del cónsul francés señor Scavola, lo que lograron con esfuerzo y entusiasmo, situándose en la parte alta del cerro Cruz de Reyes, en donde además de dominar el incendio se hallaba un gran estanque natural de agua (hoy Templeman Nº240), que no se agotó en toda la noche. Momentos después llegaban dos bombas; una del navío Inglés “Asia” y otra del pontón “Nereus” de la misma nacionalidad, que desde los botes ubicándose convenientemente, empezaron a funcionar con eficacia, arrojando un torrente de agua sobre los edificios inflamados, conteniendo los progresos del fuego. A estas bombas se les incorporó una, de propiedad del acaudalado empresario naviero y Diputado (1848-1852) don Francisco Salvador Álvares Pérez, la cual también prestó importantes servicios, situándose por la parte de la calle del Cabo (hoy Esmeralda) y Aduana (hoy Arturo Prat) donde el incendio marchaba. El fuego llegaba casi al callejón El Almendro (hoy Coronel Pedro Alcántara Urriola Balbontín de la Torre).

Con estas cuatro bombas en movimiento, trabajaron las tripulaciones de los buques de guerra ingleses, franceses, los marinos de la escuadra chilena, una compañía de soldados de artillería y multitud de entusiastas vecinos, llevados los unos por la generosidad y arrastrados los otros por la fuerza. Pero en todo este trabajo faltaba orden y dirección, y sobre todo los elementos materiales eran inferiores a la intensidad del incendio, notándose, principalmente falta de una compañía de zapadores bomberos que hubiera podido hacer más que todas las bombas reunidas.

Cuando el incendio llegó al callejón que conducía a la casa del cónsul francés y que dividía el cuerpo de edificios que se hallaban situados al pie del cerro, aún no se había cortado una galería de madera que los comunicaba. Un oficial francés, M. Denis, asistido por varios marineros de su nacionalidad, entre los cuales se distinguía por su gran valor el carpintero Cadoux y de algunos vecinos, emprendieron este trabajo, que se llevó a cabo con mucha habilidad. En tal situación, lo esencial era impedir que el fuego pasase adelante y llegase hasta la “Cueva del Chivato”. Se hicieron esfuerzos sobrehumanos para impedirlo, y por mucho tiempo se consiguió poner a raya el terrible elemento; pero es probable que al fin se hubiera llevado todo por delante sin la llegada oportuna de una bomba del ciudadano francés don Juan Duprat, cuyo pitón aplicó él mismo con la mayor intrepidez. Desde ese momento el incendio quedó detenido por aquella parte y circunscrito a los dos cuerpos de edificios de la parte del mar y del cerro que ya se habían desplomado.

A las cuatro de la mañana todavía ardían los edificios y las llamas, iluminaban toda la bahía haciendo descender sobre el mar y los cerros una lluvia de chispas. La luz del día vino a alumbrar aquella escena de desolación y entonces todos pudieron ver con dolor los dos costados de la calle del Cabo reducida a escombros, y humeando a uno y otro lado los restos de casi cuarenta edificios, en su mayoría de propiedad del caballero inglés don Josué Waddington Blanchard, considerado como el más poderoso capitalista de Valparaíso en aquella época.

Por la noche las llamas volvieron a levantarse amenazadoras; la casa del cónsul francés volvía a hallarse en gran peligro, se tocó llamada al Cuerpo Cívico y se trajo una de las bombas, que resultó inservible. Todos se hallaban cansados de los trabajos del día; pero, merced a los esfuerzos del ciudadano español y administrador del Hospital San Juan de Dios (hoy Carlos Van Buren), don José Cerveró Moxó, quien tomó la dirección de los trabajos, y a la actividad de algunos jóvenes que lo secundaron, se logró sofocar la llama y encerrarla de nuevo entre las paredes que humeaban todavía.

Los edificios incendiados eran arrendados por grandes firmas comerciales de Berlín, Hamburgo, Londres, Liverpool, París y Nueva York. Sobre sus propiedades el señor Waddington tenía seguros por un monto no revelado, estimándose sus pérdidas en un valor sobre los $150.000.- pesos. Pero el valor de los efectos quemados en su interior debe ser, según la estimación de los periódicos de entonces, más de cuatro veces mayor, es decir unos $700.000.- por la circunstancia de hallarse situados en esa calle los almacenes con objetos más valiosos y por haberse perdido la mayor parte de los muebles de las casas habitaciones.

Cerca de treinta familias habitaban las casas y edificios de la calle del Cabo (Esmeralda). En la lista de damnificados habían de muchas nacionalidades; ingleses, franceses, italianos, suizos, norteamericanos, alemanes y muy pocos chilenos. Por eso tal vez el Cuerpo de Bomberos nació con acento extranjero, dado que fueron estos mismos vecinos a quienes se les vio trabajar día y noche en el siniestro.

ESTABLECIMIENTO DE LA ASOCIACIÓN CONTRA INCENDIOS

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“Valparaíso ha permanecido ayer durante seis horas en la mayor consternación, mientras el fuego destruía las dos aceras de la calle El cabo, amenazando a la ciudad con sus espantosos estragos”

Así se iniciaba la crónica de "El Mercurio" del lunes 16 de diciembre de 1850 que daba cuenta del "Grande Incendio" que conmovió profundamente el primer puerto de Chile.  En este aspecto, es importante destacar la función que cumplió el diario El Mercurio de Valparaíso a propósito del inmenso incendio que afectó a la calle del Cabo. El mencionado periódico informa de la "necesidad de organizar de antemano el trabajo de los incendios".

El 19 de diciembre de 1850, y a raíz de una invitación cursada por el Intendente subrogante don José Santiago Melo (subrogante del intendente Manuel Blanco Encalada), se realiza una reunión en el edificio de la Bolsa de Comercio de Valparaíso, contando con la presencia de connotados vecinos y comerciantes porteños, quienes decidieron crear una comisión organizadora que propusiera medidas para combatir los incendios. Esta comisión, formada por ilustres vecinos, como Juan Brown, José Cerveró, Nicolás Gatica, Guillermo Müller, José Tomás Ramos y Martín Stevenson, tuvo la función primera de solicitar los fondos necesarios a las autoridades, además de tomar algunas medidas preventivas para evitar los incendios, como lo era la limpieza de chimeneas y una mayor vigilancia policial. Posteriormente, se incorporaron otros vecinos a las comisiones de organización y financiamiento; una estaba a cargo de formar definitivamente la organización de los bomberos voluntarios, formada por los vecinos Brown, Müller y Stevenson, a quienes se agregan los señores Jorge Hodson, E. Micke y Otto Udhe. La otra a cargo del financiamiento y adquisición del material necesario para la creación de las primeras compañías estuvo a cargo de los señores Carlos Lamarca, Francisco Nebel y H. Ward.

Los gastos que significaron implementar del material necesario para las cuatro compañías, fue financiado casi en su totalidad por los comerciantes de Valparaíso.

Es así que el 4 de junio de 1851 a las 8 de la noche se dieron cita en el Teatro de la Victoria los cerca de 300 vecinos de Valparaíso que se encontraban voluntariamente inscritos para conformar la naciente Asociación Contra Incendios, encabezados por don José Tomás Ramos Font por primera vez se reunieron todos los inscritos para someter a elección cada uno de los artículos del Acta Orgánica de la institución, la cual fue aprobada sin modificaciones.

Una vez leído y aprobado el primer documento oficial se informa de la segregación de los inscritos en cuatro compañías las cuales se deberían reunir por primera vez para constituir sus unidades y elegir sus respectivos oficiales:

  • 06/06/1851 Constitución de la 1ra Compañía de agua.
  • 07/06/1851 Constitución de la 2da Compañía agua.
  • 09/06/1851 Constitución de la Compañía de guardia de la propiedad
  • 10/06/1851 Constitución de la Compañía de ganchos, hachas y escaleras N°1 “La Unión”

Con el tiempo, las dos últimas compañías se fusionan creando así a la actual 10 Compañía “Salvadores y Guardia de Propiedad”

Estás reuniones se desarrollarian en el salón de la Bolsa de Comercio, a las 8 de la noche en los días antes señalados.

Antes de ser cerrada la gran asamblea, por el Superintendente don José Tomás Ramos, se acuerda que el cierre de las listas, para considerarse “Bombero Fundador”, sería el lunes 30 de junio de 1851.

Con el cierre de las inscripciones en la fecha prevista, se culmina la tarea con la fundación de la Asociación contra Incendios de Valparaíso, lo cual a la postre sería el primer Cuerpo de Bomberos de la República, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.

Con el pasar del tiempo, otras localidades emulaban la iniciativa de la ciudad puerto, es así como entre 1851 y 1899, surgieron 38 Cuerpos de Bomberos, los cuales se financiaban gracias a su prestigio ante la comunidad y a la solvencia económica de sus miembros, lo que les permitía adquirir modernos equipos. Entre 1930 y 1970, surgen 177 nuevos Cuerpos, pero estos ya no cuentan con la rica aristocracia del siglo XIX, sino que con hombres que provienen de la naciente clase media, lo que dificulta su financiamiento con la contribución de sus propios miembros y comienzan a depender, cada vez más, de los eventuales aportes externos.

FUNDACIÓN DE LA SEGUNDA COMPAÑÍA DE BOMBEROS “BOMBA GERMANIA” DE VALPARAÍSO (30/06/1851)

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En primeras reuniones efectuadas en diciembre de 1850 y enero de 1851, en la Intendencia, fueron nombradas las Comisiones Oficiales Organizadoras del Cuerpo de Bomberos, recordando entre otros nombres, los de Aquinas Ried, Guillermo Müeller, Otto Uhde y E. Mickle.

Fue en la primera reunión general realizada el del 4 de junio de 1851 a las 8 de la noche en el Teatro de la Victoria donde los cerca de 300 vecinos de Valparaíso que se encontraban voluntariamente inscritos conformar la naciente Asociación Contra Incendios, siendo electo en dicha oportunidad el primer Director de Compañía don Müeller, así como también don Eduardo Mickle, quien formó parte del Directorio de la Asociación Contra Incendios.

Fuente: Libro Centenario Bomba Germania.

Conforme a lo acordado en la primera reunión general efectuada el 4 de junio de 1851, la Segunda Compañía de Agua se constituye a las 20:00h del sábado 07 de junio de 1851 en los salones de la Bolsa de Comercio de Valparaíso.  Adoptando el mismo reglamento aprobado por la Primera Compañía el día anterior en su sesión de constitución.

La primera oficialidad de la Compañía estuvo compuesta por los siguientes bomberos:

CARGO NOMBRE
Director Sr. Guillermo Müeller
Capitán Sr. Otto Uhde
Teniente 1° Sr. W. Vincent
Teniente 2° Sr. W. Law
Teniente 3° Sr. A. Pope
Teniente 4° Sr. S. Mack
Secretario-Tesorero Sr. J.A. Mercado

Mientras que los voluntarios fundadores, aquellos inscritos hasta el 30 de junio de 1851, fueron:

Enrique Y. Ward O. Dieffenbach C. H. Schriever
P. Y. Gándara, H. Fischer Eduardo Mickle
J. F. Flemming Ramon Herrera Gmo. 2° Thayer
Roberto Morner H. Eimbeke L. Henry Michel
F. Herrera Gmo. Müller W. Castillo
Pedro E. Antony R. Behrens A. Guinodié
J. Raymond V. Guinodié Salvador Vidal
R. A. Claude A. Greulich Oscar A. Berckemeyer
Miguel Robles F. Eichoff J. O. Cleemann
Santiago Muñoz Martin Mack F. Jaras
T. Meseuer T. Scriba Enrique Vortmann
Manuel Cruz Abelardo Hödar E. Boonen
C. Lag David Izquierdo Fco. N. Nebel
Carlos Lafrentz B. Ramírez Manuel Soruco
J. Schazmann Roberto Krause R. Masson
Tomás Leighton W. Name Felipe Gutiérrez
Teodoro Tesche D. St. Marie Juan J. Parodi
Edo. Sebikoh José J. Agacio Ramon Valenzuela
Gmo. Pfeiffer C. Jullián C. H. Ehleras
E. Decombe F. Matthaei C. Gacitúa
Ricardo C. Muchall Carlos Schultz Manuel De Lima
Fe. Schroeder Ernesto Harnier Edo. Bousset
M. del Rio Luis de Ferari P. Calmann
Rafael Suárez Leonardo Sther Fco. Leighton
E. Schaeffer C. Testzmann G. H. Rosemberg
T. G. Hagnauer H. Gubler John Thompson
Edo. Schollar Ernesto Baudrand Egidio Gatica
P. Soruco Damián Riobó Antonio Agacio
Federico Porro Eleodoro Lynch S. Hanel
T. Muhing Char. L. Rowsell Carlos Pini
R. von Hagel C. H. Ehlers Manuel Blanco
Sebastián Cruz F. M. Crosan C. le Quellec
J. Hünicken Adolfo Boehme M. Navarro
L. Stuven J. J. Ramondoux Gregorio Rubio
F. Diestel W. Lehmann M. Binge
Hugo Schuchard J. Grisar A. Müller
H. Osembrug A. Inghirami A.- Westphalen
John Mac Lean M. Gumbrecht Rafael Aristía
H. Flint Georg Paten Ebhd. Focke
A. Zahn C. J. Boye Emilio V. Ramos
Richard Busch John Sosat J. Leighton
Juan S. Collmann José Croce Th. Ebeling
Gustavo Prochelle Julius Grethe Carlos Ebbingshaus
P. Gudde Gmo. Whellwright Roberto Reineck
Fed. Geiger Guillermo Adelsdorfer Francisco Geo. Mohr
V. Cramer Rafael F. Orrego Ferdo. Hinrichsen
G. Friedrichsen A. Crudup A. Sattler
I. Rahausen F. A. Geiger Gmo. Seirte
Juan Billwiller Enrique P. Melhorst F. J. Liebich
E. Niemeyer A. Ried J. Errázuriz
Hartung Emilio Saniter Georg Lehmann
G. Rowe E. Bormann Luis Vives
Carlos Kleinschmidt H. Müller B. Nönchen
G. W. Keitel R. A. Camarer J. R. Claussen
F. Gerdtzen H. Lewens H. Rodatz
Alev. Bormann I. G. Billwiller T. Freudenburg
E. Becker A. Heineken José A. Márquez
Conrad Stotll C. W. Lüders F. W. Kuhlmann

Con este hecho, la Segunda Compañía de Bomberos inicia su vida bomberil con 181 bomberos fundadores.

PARTICIPACIÓN EN HECHOS HISTÓRICOS

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Una institución con tantos años y presencia en los momentos de mayor necesidad de la ciudadanía a través de la historia de un país, no puede estar ajena al desarrollo del los hechos, ya que es esta quien escribe la historia en cada una de las acciones que realiza con entereza, compromiso, arrojo y valor.

A continuación se presentan los hechos que de una u otra forma han sido hitos en la historia de Valparaíso, algunos trágicos y otros anecdóticos.

Primer Ejercicio (07/07/1851)

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El primer ejercicio de Compañía y primer ejercicio de la Asociación Contra Incendios fue efectuado por la Segunda Compañía de Agua el 7 de julio de 1851, a fin de interiorizarse en el manejo de una pequeña bomba de palanca que se había entregado a dicha compañía, bomba que anteriormente había pertenecido a los comerciantes y vecinos de la ciudad.

Primer Llamado (08/07/1851)

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La otrora antigua "Asociación contra Incendios de Valparaíso", recibe su primer llamado al servicio la mañana del 8 de julio de 1851. A ocho días de la fundación; las campanas de la vieja Bolsa Comercial tocarían a fuego, dando así inicio a una tradición de servicio que perdura hasta nuestros días. A diferencia de lo que pudiésemos pensar, el fuego no hubo de producirse en algún edificio del barrio del puerto, tampoco en alguno del almendral, y menos en sus cerros. El fuego, habría de ser arrojado a la playa por las bravas olas del Pacífico. El vapor “Perú” de la "Pacific Steam Navigation Company" perteneciente al bombero de la “2ª Cía. de Bombas”, marino y empresario William Wheelwright Coombs, zozobraba en la playa a raíz del fuerte temporal, provocándose más tarde un incendio al interior de las carboneras de la nave. Por vez primera se unía la adversidad, el fuego, el fuerte viento y el temporal, para dar una bienvenida sin treguas al nuevo Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. De la manera más adversa se enfrentarían los jóvenes bomberos a la que sería su primera emergencia.

Eran las 10 de la mañana de un 8 de julio de 1851, cuando se declara la emergencia, siendo la Segunda Compañía la primera en llegar, tuvieron los bomberos que trabajar en su máquina de palanca con el agua hasta el pecho, hasta las 4 de la tarde, hora en que fue extinguido el primer incendio en que actuó nuestra Compañía y el Cuerpo. En esta ocasión tuvo un serio accidente nuestro Capitán fundador señor Uhde, a raíz de ser arrastrado por una fuerte ola, la cual lo hubiera estrellado fuertemente contra el casco del vapor, a no ser por la oportuna y valiente actuación de otro de nuestros compañeros, dando con esto el primer paso hacia una amistad pura y sincera, que perdura hasta estos días.

Canje con la Segunda Compañía de Bomberos "Esmeralda" del Cuerpo de Bomberos de Santiago

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El canje, entendido como la declaración formal de amistad y fraternidad entre Compañías, data desde el año 1873 entre la Segunda Compañía “Bomba Germania” del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso y la Segunda Compañía “Esmeralda” del Cuerpo de Bomberos de Santiago, siendo actualmente el Canje más antiguo entre bomberos, y el que se ha sabido llevar con verdadera entereza bomberil, y con una gallardía digna de corazones nobles y sinceros, como son los corazones Segundinos.

La protocolización de esta amistad queda representada en don documentos

históricos, con los cuales, se puede decir, que nace nuestra amistad Segundina, por tantos años llevada.

El 11 de diciembre de 1873, y con motivo de la inauguración por parte del Cuerpo de Bomberos de Santiago del monumento conmemorativo y en honor a las víctimas del incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús, ocurrido diez años antes, el cual dio origen a la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago; la una Segunda “Esmeralda” invitó a la Segunda “Boma Germania” a este acto; en vista que fueron tantas y magníficas las atenciones recibidas por los nuestros de parte de los Segundinos de Santiago, en reunión general de Compañía de fecha 9 de diciembre de 1873, se acordó enviar una carta agradeciendo las atenciones y los verdaderos gestos de amistad; además se enviaría a Santiago una fotografía reciente, de los miembros de la Germania, siendo aprobado por unanimidad, transcribiendo a continuación la carta indicada:

Valparaíso, 10 de Diciembre de 1873.

Señor Director:

Al tomarme la franqueza de dirigir la presente, cumplo con el honroso encargo que me ha sido confiado de dar a Ud. y a la Compañía de Bomberos N.°2 de Santiago, tan dignamente representada por Ud., en nombre de la Compañía de la cual tengo el honor de pertenecer, las más sinceras gracias por el modo tan franco y cordial con que ha sido recibida la comisión de su seno, que con el objeto de asistir a la inauguración del monumento de la Compañía, se dirigió a esa.

Suplicándole se sirva comunicar a sus compañeros esta resolución que se tomó unánimemente en la reunión de anoche, me cabe a más la satisfacción de remitirle adjunto una fotografía de esta Compañía, rogándole se digne aceptarla como recuerdo de ella y como muestra de simpatías para, con sus compañeros de armas.

Escusado será añadir que sería el honor y el gusto más grande por parte de esta Compañía de poder estrechar en ésta la mano fraternal a los miembros del N°2 de Santiago y que se cdebraría tal ocasión como una fiesta verdadera.

Aprovecho la presente para manifestar a Ud., señor Director, los sentimientos de mi más alta aprecio con que soy de Ud., muy atento y seguro servidor.

F. Thide

DIRECTOR.

AL SR. DIRECTOR

DE LA SEGUNDA COMPAÑIA DE ROMEAS

DON JUSTO ARTEAGA ALEMPARTE.

SANTIAGO.

A esta, carta, la Segunda de Santiago contestó de la siguiente manera:

Santiago, 18 de Diciembre de 1873.

Señor Director:

Envío a Ud. mis agradecimientos muy cordiales por la. amable nota que ha tenido Ud. la atención de dirigirme y los envío no menos cordiales y no menos expresivos tanto a Ud. como a mis compañeros de la 2ª de Valparaíso, que también representa Ud., por el precioso obsequio que ha hecho «a esta Compañía por el digno intermedio de Ud. y Compañía, a la que daré comunicación de la nota de Ud., en la oportunidad más próxima, apreciará en cuanto valen las manifestaciones de sus compañeros de la 2ª de Valparaíso, cuyo representantes en la inauguración del monumento de la Compañía han dejado en ella gratos recuerdos y vivas simpatías.

Reiterando a Ud y a sus distinguidos compañeros la seguridad de la entusiasta acogida que han hallado entre los míos las manifestaciones de Uds., tengo el honor de saludable a Ud., con sentimiento de alta consideración y de sincero aprecio, muy atento servidor de Ud.

Justo Arteaga Alemparte.

DIRECTOR.

AL SR. DIRECTOR

DE LA SEGUNDA COMPAÑIA DE BOMBAS

DON FERNANDO Thide.

VALPARAISO.

Estas dos cartas que hablan por sí solas de la amistad Segundillas, son un verdadero tratado de paz, amistad y camaradería.

El 31 de marzo de 1866, los porteños levantaban el pabellón nacional en sus casas y huían a los cerros en correcta evacuación con la ayuda de los bomberos quienes también preparaban sus bombas para resguardarse en sus puestos asignados por el Comandante.

Uno de los hechos que más nos llena de justo orgullo a los Segundinos y a los Voluntarios del Cuerpo en general, es la brillante y dantesca actuación que le cupo a los bomberos de Valparaíso, y muy en especial a los de nuestra Segunda, cuando minutos antes de las 9 de la mañana del 31 de marzo de 1866, dos tiros a pólvora del buque español Numancia, indicaban que en breves momentos más se iba a iniciar el azote más duro y desastroso que ha recibido nuestra ciudad desde la fecha de su fundación, y que debíamos afrontar con verdadero patriotismo y amor al terruño.

La ciudad no tenía otra defensa ni otra fortaleza, que el corazón de los porteños henchido de chilenidad y dispuesto a todo sacrificio, antes que doblegarse al opresor.

Debía, pues iniciarse el bombardeo de Valparaíso, por la escuadra española, el cual permitió a los voluntarios del-Cuerpo, ganarse una vez más a fuerza de sacrificio, su bien merecido cariño dentro de la ciudad entera y luego, de todo nuestro país.

La ciudad de Valparaíso, cual si fuera a recibir en su seno, los halagos de alguna magnífica visita protocolar, se encontraba totalmente embanderada; sus balcones y astas presentaban un espectáculo propio de las Fiestas Patrias.  Esas banderas agitadas por el viento porteño, semejaban pañuelos multicolores, despidiendo alegremente a los pobladores, que buscando amparo para sus vidas, en correcta evacuación, se dirigían a los cerros y quebradas, para presenciar la destrucción de sus bienes y de su querida ciudad.

Pero no todos los pobladores habían abandonado sus hogares. Hombres, con el corazón templado por el fuego y la lucha incesante por el bien de la humanidad, ahora más que nunca estaban frente a sus armas de combate; armas no de guerra, sino que para combatir al terrible enemigo común: el fuego; hombres que bajo la protección de un número en su pecho, estaban dispuestos a darlo todo por salvar la ciudad de los estragos de las bombas incendiarias. Esos eran los Bomberos Porteños, que siempre alertas al llamado de alarma, esta vez luchaban cara a cara con las granadas enemigas, que amenazaban más aún que las mismas llamas, sus abnegadas vidas.

En efecto. Todo estaba dispuesto para atacar los incendios que forzosamente iban a ocurrir aquel funesto día. Nuestra Compañía había sido citada el día 30 a las 5 de la tarde en el Cuartel, para efectuar, un ejercicio en el muelle, a fin de observar el estado de funcionamiento de las máquinas. Gran preocupación de nuestros oficiales, era en esos angustiosos momentos, el buen servicio del material. Por orden del Comandante de aquel entonces y connotado voluntario de nuestra Segunda, señor Aquinas Ried, el material fue trasladado al Hospicio, donde quedó a resguardo.

A nuestra. Compañía le tocó establecer su puesto de combate en. el convento de San Francisco, junto a varias compañías más. Su material fue acondicionado en los pasillos del citado convento, y previa citación del capitán para las ocho de la mañana del día siguiente, la compañía se dispersó, encontrándose en dicho lugar a la hora citada, 37 voluntarios y más o menos unos 60 auxiliares.

A las 10 de la mañana empezaron los incendios, siendo el más grande de ellos, el que estalló en la calle de La Planchada, hoy Serrano, en el edificio de los señores Templeman & Cía., siniestro que ya se había esparcido hacia las calles Cochrane y Blanco.

Sólo después de las 12 del día, salieron a cumplir su. misión, los voluntarios, y mientras nuestra Compañía concurría al sitio antes indicado, debido a los escombros en las calles, a nuestra Bomba se le quebró una rueda, daño que fue rápidamente reparado. En esta situación, había sólo una alternativa, contener el fuego, ya que. no era posible el dominarlo por completo, dado el poco personal para levantar presión con las máquinas a palanca.

Trabajando alternativamente por ambos costados, ya que no se podía trabajar a la vez por ambos lados del edificio, se logró dominar en parte el fuego, evitando así su propagación hacia los demás edificios de las calles Blanco y Cochrane.

Hasta la medianoche de aquel día nuestros voluntarios trabajaron sin cesar, siendo en la tarde, ayudados por tropas para achicar agua con las máquinas a palanca, tan rudimentarias y útiles en aquellos tiempos. Varios fueron los incendios en que actuó nuestra Compañía, siendo el sector de la Aduana, el

más afectado por el rigor del bombardeo.

Las tiras de mangueras quedaron armadas en sitios estratégicos, a fin de poder actuar rápidamente en cualquier momento.

Ya retiradas las Compañías a sus cuarteles, debían reunirse al día siguiente a las 9 de la mañana, en el muelle. Lo que quedaba por hacer ya no era trabajo para compañías de agua, pues votar murallas y remover escombros, era tarea propia de las Compañías de Hachas, y los Comandantes ordenaron retirar el material, y trasladarlo a sus cuarteles.

La tarea había sido dura, fatigosa y larga, pero a fuerza de entusiasmo y cariño por los demás, fue como los voluntarios de Valparaíso, unieron sus brillantes páginas de vida, junto a las de nuestra Historia Patria, y hacen vibrar con sus hazañas ejemplares, el corazón de todos los chilenos, y muy en especial de los porteños, que gracias a los abnegados bomberos de entonces, pudieron seguir contando con un Valparaíso siempre alerta a la civilización, sufrido, maltratado y siempre querido por todos nosotros.

Con motivo de la Guerra de 1879, conocida en Chile como “La Guerra del Pacífico”, a nuestra Compañía le tocó actuar en la Guardia del Orden, siendo estos servicios ampliamente satisfactorios para las autoridades militares de aquel entonces.

El sábado 17 de mayo de 1879, le correspondía a la Compañía actuar en esta Guardia, desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana, horario en que los bomberos eran guardianes de la ciudad.

Este servicio estaba dividido en dos turnos, por decirlo así. El primero de ellos era de las seis de la tarde hasta la medianoche, y el otro, desde la medianoche hasta las seis de la mañana. Correspondía a los Auxiliares hacer guardia en las calles, y los voluntarios lo hacían en caballos y en patrullas.  Tenían el derecho de cargar armas de fuego o sables.  La asistencia para estos actos era obligatoria y los voluntarios debían concurrir correctamente uniformados.

A nuestros valerosos Segundinos también les correspondió ir a buscar heridos a bordo de los transportes, por lo cual en el cuartel se izaba la bandera sanitaria cuando, era necesario este menester.

Algunos de estos voluntarios que tan eficientemente colaboraron con la Patria en esta ocasión, fueron: Juan Bostelmann, entonces Teniente 1°.  Los voluntarios señores Winkelhagen, Welbrock, Hambrock, Lütjens, Soltan, Enlers, Hucke, L. Piza Y Gerken. Los comandaba en su calidad -de Capitán de la Compañía, el voluntario H. C. Sohst.

Una vez más queda demostrado aquello de que no puede haber historia de nuestro país, sin que figuren los Bomberos Voluntarios que no solo están alertas al llamado de incendio, sino que también saben defender a su Patria.

Corría el día 6 de agosto, mientras las familias porteñas terminaban de cenar, y otras se preparaban para su descanso nocturno, cuando la tierra comenzó a moverse… un fuerte terremoto remeció a Valparaíso con una duración aproximada de 1 minuto el cual al terminar produjo el pánico de la gente que atino a salir desesperada de sus hogares.

Sin embargo, los estragos del terremoto del año 1906 no lograron doblegar la entereza de los bravos voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso; es así como en esa fatídica fecha nuestros voluntarios, con más entusiasmo que nunca se entregaron de lleno a sus labores, sin escatimar esfuerzos, penalidades, hambrunas, ni nada que pudiera denigrar sus corazones valientes y desinteresados. Como dato altamente histórico transcribiremos a continuación el parte enviado por el Capitán M. Bertens al 2° Comandante señor E. Malfatti, con motivo de estos acontecimientos:

La Compañía salió inmediatamente el día 16 del Cuartel, con la Bomba y un Gallo con 12 mangueras, al mando del voluntario señor E. De Veer, para dirigirse al sitio amagado en la calle Bustamante, pero se tropezó con la fatalidad que la calle Serrano estaba llena de escombros, de tal manera que no pudo pasar con el material pesado; entonces con ayuda de algunos vecinos, se dio la vuelta, lo que demoró algún tiempo para llegar a la calle Bellavista, pues estaban ardiendo los almacenes de Jouve y Gordier, Nieto v. Bohlen, Cariola y otros; eran las 10 o 10:30 más o menos, pues las horas. exactas no se recuerdan. Y como la Bomba sostiene dos chorizos, no se pudo armar en el pozo de la Plaza Aníbal Pinto. Por consiguiente, mientras se caldeaba la bomba, se hizo un tajamar en el interior del cauce que por fortuna tenía agua y se armó la bomba con un chorizo y mangueras, conectando enseguida la 11ª Compañía con sus mangueras, gemelos y dos pitones para atacar el fuego de la casa Nieto y evitar que las llamas pasasen al almacén de Günther y Cía., lo que se consiguió también perfectamente, dejando este lado fuera de todo peligro. Se dirigió entonces, un chorro al otro lado de la calle Yerbas Buenas, por la misma avenida para, evitar que se propagara el fuego al almacén de Hörmann y Cía., lo que se consiguió también, y lo que nos agradeció uno de los señores jefes de la casa, el señor Reize, llegando a la Bomba con las palabras de: «Gracias a Dios y a Uds., estamos salvados». Se siguió después apagando los escombros con dos pitones, uno al lado de Hormann y Cía., y otro al lado de Günther y Cía., cuando al mismo tiempo comenzó a arder el 2° piso del almacén de Hormann y Cía. Atacamos otra vez el fuego, pero desgraciadamente esta tarea fue del todo inútil, porque al interior no se pudo entrar por escasez de gente, pues la. 11a Cía. tenía su personal repartido entre nosotros y la 7ª Compañía, que estaba con su bomba en la Plaza Aníbal Pinto.

Se dirigió entonces el chorro a la casa de Saavedra, Bénard y Cía.; pues la casa Fonck y Cía., estaba ardiendo también, logrando salvar el almacén de Saavedra, Bénard y Cía., con toda fuerza, pues se decía que había mucho material explosivo en el interior, lo que pudimos conseguir con un trabajo bien duro.

Seguimos otra vez apagando los escombros y rociando las murallas corta-fuego, y echando, lo más posible el agua .al techo- de la casa casi intacta, cuando de repente, entre las 5 y 6, pues luego se-declaró el día, principió a incendiarse, no se sabe como, con grandes detonaciones: que hizo correr a todo el pueblo hacía los cerros y una gran llamarada salió del interior del almacén, entonces se vio que toda la manzana estaba perdida; sin embargo, se echó más agua y cuando se notó que no se podía salvar nada en esta manzana, se llevó el chorro a la calle Blanco para evitar que se propagara el incendio a las casas del doctor Ramírez, mojando, el frente, ventanas y puertas con el agua, trabajando con la bomba hasta las 11 u 11:30, cuando se rompió uno o dos tubos del caldero, ocasionado por la arena del cauce que entró en el caldero; había que retirar el material. La bomba trabajó bastante, pudiendo salvar una manzana y media.

Los voluntarios presentes en esa ruda tarea eran M. Berten, Capitán; E. Lütjens, Teniente 4°, A. Faubbom, Ingeniero; E. de Verr, Häring, Fischer D., y cinco o seis de la 11ª cuyos, nombres ignoro. Los días siguientes, tan. pronto como tenían, agua del remolcador “Gálvez” o cañería, se siguieron en apagar los escombros; usando todo el material disponible con unos pocos voluntarios. En el se distinguieron los voluntarios Appel y Fischer, trabajando día y noche sin descanso, ni comida.

Más tarde; se retiró el material con bastante deterioro y falta de dos mangueras.  Hay que mencionar que las antorchas de la Compañía desaparecieron casi todas, pues el cuartel era casi asaltado por la gente en busca luz.  Fuera de este se prestarte a varios vecinos las llaves-grifos o mangueras y pitones para la calle Bustamante, y Cerro Cordillera, lo que se recuperó todo.

De Ud. su Aftmo. y S.S.,

M. Bertens.

CAPITAN.

Mártir Teniente 3°Julio E. Fenner Heitmann

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Julio Enrique Fenner Heitmann ingresó a la 2ª Compañía “Bomba Germania” de Valparaíso, el 5 de abril de 1923, teniendo a la fecha de su muerte 7 años 9 meses y 13 días de valiosos servicios en la Institución. A partir de 1928 fue distinguido por sus camaradas con el cargo de Ayudante de Compañía, cargo que desempeñó desde 1928 hasta fines de mayo de 1931, cuando en atención a sus relevantes méritos y la vacancia del cargo de Teniente 3º, es elegido para cumplir con esa nueva responsabilidad, lamentablemente dicho cargo lo desempeñó solo en el incendio en que se cubrió de gloria llevándolo al martirologio.

A las 14:20 horas del lunes 15 de junio de 1931, las sirenas alertaban a los bomberos haciendo sentir su lúgubre llamado, avisando del fuego y arrebatando a los voluntarios de sus hogares y familias. La Central de Alarmas indicaba que el lugar amagado por el fuego era en Avenida Los Placeres Nº595 frente al monolito que recuerda al comerciante, político, Ministro de Estado, Organizador de la República, don Diego Portales y Palazuelos, en el cerro de Los Placeres. Era una casa de dos pisos de material ligero, tabiquería con adobes de barro y cemento que, debido a la falta de agua de los primeros momentos del incendio, tomó gran incremento, haciendo peligrar las construcciones vecinas al propagarse el fuego con gran rapidez, alcanzando proporciones de gran tragedia.

Debido a las características dantescas del siniestro y las dificultades para llegar al lugar, la Central de Comunicaciones dio salida también a las Compañías del sector Puerto, raudamente la “Bomba Germania” llega al sitio del suceso; el incendio era de grandes proporciones y brindaba un espectáculo aterrador a los vecinos del lugar. Rápidamente toman un lugar a la vanguardia y el Capitán germano don Augusto Heitmann Lingue, dispone un pitón frente al foco de fuego principal de las casas amagadas; ese chorro estuvo dirigido en forma certera por el Teniente 3º don Julio E. Fenner Heitmann, y bajo sus órdenes los bomberos Kurt Stephan y Augusto Fellay Rettig.

Por más de una hora lucharon denodadamente contra el fuego destructor mas con el correr del tiempo fueron dominando al implacable y eterno enemigo. Por la materialidad dominante de las casas (adobes) y la gran cantidad de agua recibida, la posibilidad de un derrumbe alertó a los bomberos que desde afuera colaboraban con los pitoneros que ya trabajaban en el interior de la principal casa amagada. Al sentir el crujido que casi siempre antecede a un derrumbe, fuertes gritos de aviso alertaron a los bomberos que trabajaban en el interior de la casa, dando el Teniente Fenner instrucciones a los suyos para protegerse del inminente derrumbe y replegarse hacia el exterior de la construcción; Stephan y Fellay saltaron hacia un patio interior, resultando ilesos y siguieron trabajando en el lugar, sin embargo el Teniente Fenner en los momentos en que cruzaba el pórtico del inmueble buscando protección para él y los suyos, un pesado balcón de cemento se desprendió de un ventanal del segundo piso, cayendo sobre la espalda del malogrado bombero, golpeándolo gravemente, fracturando su columna. Los escombros y los restos de muralla lo taparon completamente, levantando una cortina de tierra a raíz del derrumbe.

Sus compañeros lo rescataron rápidamente de entre los escombros, su cuerpo estaba muy dañado y bañado en sangre, trasladándolo a la Asistencia Pública, lugar donde le dieron las primeras atenciones.

Tan mal herido se encontraba el Teniente Fenner que fue necesario trasladarlo a las 20:00 horas de ese trágico día al Hospital Alemán del Cerro Alegre, donde fue examinado y operado inmediatamente por el doctor Guillermo Münnich ayudado por los doctores Adolfo Reccius, Federico Ankelen y los Drs. Betzhold y Fonck, quienes fueron sus médicos de cabecera. Lamentablemente la magnitud y gravedad de las heridas recibidas por el joven Teniente, hicieron perder toda esperanza de recuperación auguraban un triste final.

El golpe recibido en su espalda fracturó su columna vertebral y le produjo parálisis en ambas piernas; sufrió también la fractura de la pierna izquierda. Aun así y gracias a su vitalidad y magnífica contextura física, soportó los más atroces sufrimientos, su lucidez la mantuvo hasta el momento de su muerte 23 días después del accidente en que fue acompañado solícitamente por su amante esposa que se transformó en su enfermera día y noche, como también asistido en todo momento por médicos, enfermeras, sus familiares, camaradas bomberos y las autoridades de Valparaíso.

Julio Fenner era hijo de una antigua familia alemana radicada en Valparaíso desde mediados del siglo XIX; al momento de su muerte tenía 38 años era casado y padre de dos pequeñas hijas.

Durante su permanencia en el Hospital Alemán, ubicado en lo que hoy corresponde a la calle Guillermo Munnich 203, Cerro Alegre, Valparaíso; haciendo un gran esfuerzo a causa de su deteriorado estado, el Teniente Fenner recibió al Intendente de la Provincia don ¿Octavio Señoret Silva o Joaquín Fernández?, y al Alcalde de Valparaíso don Enrique Costa Pellé. También fue visitado por un grupo de bomberos de la 3ª Compañía “Cousiño y A. Edwards” con quienes estuvo muy contento y animado señalándoles:

...Lo que más siento es, que haya sido yo el causante de que el Cuerpo no celebre el 80º aniversario de existencia.  Me siento orgulloso de pertenecer a él; tan leales compañeros, tan cariñosos han sido todos, que esto solo me ha compensado el sufrimiento de mis dolores”.

Al último grupo de sus compañeros “Segundinos” que lo visitó el día de su muerte les contó que sentía que lo perseguía la mala suerte, ya que en un incendio en la calle Victoria, estando con varios bomberos en el interior de un almacén en llamas, con un fuerte humo, de repente se les cerró la cortina metálica, dejándolos en una angustiosa situación, que hubiera sido fatal, a no mediar los esfuerzos de sus compañeros, por abrir la puerta, sarcásticamente cerrada.

A las 18:40 horas del miércoles 8 de julio de 1931 el Teniente 3º don Julio E. Fenner Heitmann, se lleva sus manos al pecho y murmura suavemente “Mi corazón, mi corazón”, cerrando acto seguido sus ojos para siempre, pasando a la eternidad ante el dolor de su esposa y la consternación de sus camaradas bomberos. De esta forma Julio Enrique Fenner Heitamann se convierte en el primer mártir de la Deutsche Feuerwehrkompagnie Nº2 “Bomba Germania” de Valparaíso y decimocuarto del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.  Como un homenaje a su cargo, el cargo de Teniente 3° no fue ocupado durante cierto tiempo, siendo reemplazado por el de dos Sargentos.

Don José Fabres Pinto, Vicesuperintendente del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso de la época, al enterarse del sensible fallecimiento de Fenner, en su calidad de Vicesuperintendente de la Institución se vio en la triste misión de llamar a Reunión Extraordinaria de Directorio e informar a Oficiales Generales y a los Directores de Compañía de la trágica noticia, dirigiéndose a ellos de la siguiente forma:

"Profundamente afectado doy cuenta a los señores Directores del sensible fallecimiento del Tte. 3° de la 2ª Cía. don Julio Fenner, acaecido ayer en el Hospital Alemán, a las 18:40 horas como consecuencia de las graves heridas que sufrió en el incendio en los Placeres, el 15 de junio último, desgracia que no sólo afecta a la 2ª Cía., sino que al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso en general".

Conocida la triste noticia, se hicieron presente en el Hospital Alemán, los bomberos germanos, que formaron la Guardia de Honor, ante sus restos mortuorios, delegaciones de las Compañías, y los Miembros del Directorio que, deseando unirse a los sentimientos de dolor de la Compañía, hacían llegar sus sentimientos de condolencia a la familia del mártir. Las flores, mudas testigos de la tragedia, empezaron a llegar para dar un digno marco a los restos de la nueva figura que decoraba desde ese momento, el Libro de Oro del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.

El jueves 9 de julio sus restos fueron trasladados al Salón de Honor de la “Bomba Germania” en Plaza Sotomayor, donde se levantó una capilla ardiente, montándose una guardia de honor permanente de sus camaradas bomberos.

Nota de gran emoción fue para los Segundinos y familiares del extinto, la visita que a la capilla ardiente hicieran los, moradores de la casa donde Fenner dejara para siempre su inquietud bomberil. Este hecho, de gran emoción, dejó de manifiesto una vez más, el gran amor que tiene por el Cuerpo de Bomberos, la ciudadanía en general.

Los funerales se efectuaron el viernes 10 de julio de 1931 con toda solemnidad y profundo recogimiento. La vieja paila (campana de alarma) que avisó los incendios durante los primeros tiempos de la Institución, ubicada en la torre del edificio de la Dirección General, tocó lúgubre su tañer de despedida al Teniente Mártir en el momento de ser llevado a su última morada. El cortejo ocupaba más de cinco cuadras de extensión, abriendo la columna Batidores montados y a continuación, en el mismo orden, formaban:

  • Banda de músicos de la Marina.
  • Delegaciones de las instituciones armadas.
  • Delegaciones de Cuerpos de Bomberos de otras ciudades por orden de antigüedad de fundación.
  • Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar
  • Banda de Músicos del Regimiento Maipo
  • Autoridades de la ciudad encabezadas por el señor Intendente de la Provincia don Octavio Señoret Silva y Directorio General del Cuerpo de Bomberos encabezado por el señor Vicesuperintendente don José Fabres Pinto
  • Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, en formación Reglamentaria
  • Carros con coronas
  • Banda de Músicos Orfeón Municipal
  • Segunda Compañía de Bomberos “Bomba Germania” de Valparaíso,
  • Carro con los restos del Mártir Teniente 3º don Julio Fenner Heitmann, tirado a mano por los Capitanes de las Compañías y dos bomberos de la Compañía doliente
  • Deudos, acompañantes y civiles.
  • Cerrando el cortejo las Instituciones Civiles.

Durante todo el transcurso del funeral, verdaderos mares humanos se encontraban en las diversas calles, con el fin de rendir su último homenaje al bombero mártir. No fueron pocas las lágrimas que se escapaban de las personas que miraban pasar los restos. Las antorchas encendidas de los bomberos daban un aspecto más impresionante aún al cortejo, que lentamente fue avanzando hasta el cementerio, mientras el lúgubre tronar de la vieja paila de incendio, con sus tañidos, marcaba el compás de los latidos de nuestros corazones, que en ese momento latían más agitados que nunca.

Magnífico y emocionantes fueron los discursos con que las autoridades bomberiles y civiles de la ciudad se asociaron a la tragedia “Segundina”.

En el cementerio hubo muchos oradores para despedir los restos del Teniente Fenner, entre ellos la Ilustre Municipalidad de Valparaíso, representada por el Alcalde don Enrique Costa Pellé, quien en representación de la ciudad hizo suya la desgracia del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, señalando con sentidas palabras en parte de su discurso:

"El Cuerpo de Bomberos de Valparaíso cuenta con una larga y gloriosa nómina de voluntarios que han rendido sus vidas en Actos de Servicio, nómina de mártires, que hoy agrega el nombre del Teniente 3º Sr. Julio Fenner Heitmann, caído en el cumplimiento de los más elevados deberes de humanidad y desinterés". 

A continuación, hizo uso de la palabra el Vicesuperintendente del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar don Luis Guillermo Puelma Nugget (1ª Cía. “José Francisco Vergara Etchevers”), quien en sentidas palabras a nombre de su Institución señaló en parte de su brillante intervención:

"El fatalismo hizo víctima a Julio Fenner, quien poseía cualidades sobresalientes que dentro de la moral y de lo justo lo hicieron en todos los instantes de su vida, un hombre superior y recto".

A nombre de sus camaradas “Segundinos” lo despidió el bombero de la 2ª Cía. don Gustavo Neckelmann Wenzel, quien con lágrimas en los ojos pronunció hermosas palabras, de las cuales insertamos las siguientes:

"Julio, si te es posible ver a través de la inmensidad, dirige tu vista hacia nosotros y verás que todos los que te rodeamos, viejos y jóvenes, participamos de los mismo sentimientos; todos daríamos parte de nuestra existencia por poder hacer latir de nuevo ese corazón grande, noble y generoso que la Providencia te había concedido...".

Luego fue el turno del Secretario General del Cuerpo de Bomberos de Santiago don Ernesto Roldán Lutjen (1ª Cía. “Mapocho”), que en parte de su intervención expresó:

Por eso es que nuestras instituciones lloran hoy la destrucción de los lazos materiales con que a ellas se hallaba ligado el señor Fenner; pero hoy también ofician ante el altar del dolor el culto del recuerdo de quien se hizo digno de no ser olvidado”.

El Vicesuperintendente don José Fabres Pinto (4ª Cía. “Blanco Encalada”), en representación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso despidió los restos del Teniente Mártir señalando en sentidas palabras:

"Al toque de las sirenas y dominado por el ímpetu irresistible que es innato en todo bombero, corrió presuroso al llamado que se le hacía a un siniestro y, al comenzar su actividades, cayó mortalmente herido, para no levantar, a pesar de habérsele prodigado con toda solicitud y cariño los recursos de la ciencia".

Finalmente, el Director de la “Bomba Germania” don Cesar Bargsted, con emocionantes palabras a nombre de la Compañía despidió los restos de Julio Fenner Heitmann:

"Teniente Fenner: tus compañeros de la Segunda guardarán con cariño tu memoria, y seguirán en la senda del deber, teniendo como emblema el recuerdo de tu sacrificio. Que la paz te acompañe y vele piadosa tu eterno sueño".

Desde ese fatídico día, con verdadera emoción y respeto los bomberos de la Germania de Valparaíso y también sus hermanos de ideal de la Segunda Compañía “Esmeralda” del Cuerpo de Bomberos de Santiago, en cada Acto de Servicio hacen recuerdo de su mártir al pasarle la lista eterna, y cuando el Ayudante de la Compañía dice: "Julio E. Fenner Heitmann, Teniente 3º, muerto en Acto de Servicio el 8 de julio de 1931". El capitán siempre con la emoción en los labios contesta en alemán: "Hier", lo cual significa “presente".

Sólo entonces los rígidos cuerpos de los voluntarios adoptan la posición de descanso para continuar la lista por orden de antigüedad.

En el Salón de Honor “Ernesto Gundlach” de la 2ª Compañía, el Teniente 3º don Julio E. Fenner Heitmann siempre ha tenido el sitial de preferencia, representado en un magnífico cuadro donde aparece vistiendo su guerrera prusiana de bombero segundino, ella es la más antigua tradición de los bomberos alemanes de Valparaíso.  En nuestro himno también se le recuerda, y por eso es que he dado título a estas, memorias con un párrafo de nuestra canción: Julio Fenner, ejemplo sublime.

A principios de la década de los años 40, la 2ª Compañía adquiere una magnífica bomba Ford modelo 1942 la que por acuerdo unánime de los bomberos germanos es bautizada con el nombre del Teniente Mártir. Este carro bomba luego de casi medio siglo de trabajo bomberil fue declarada “Reliquia Histórica” y perpetuará por siempre el recuerdo y memoria de este Héroe de la Paz, que la ciudad de Valparaíso, sus habitantes y las generaciones de bomberos germanos jamás olvidarán.

HOJA DE SERVICIOS DE JULIO FENNER HEITMANN
TIEMPO SERVIDO LLAMADAS ASISTENCIAS OBSERVACIONES
AÑOS MESES DIAS
1923 3 5 46 36
1924 1 0 0 138 100
1925 1 0 0 132 110
1926 1 0 0 133 104
1927 1 0 0 125 81
1928 1 0 0 140 92 Ayudante
1929 1 0 0 79 55 Ayudante
1930 1 0 0 77 40 Ayudante
1931 6 8 27 18 Teniente 3°
FALLECIDO EL 08 DE JULIO DE 1931

Cambio de Gobierno 1931

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No podemos dar una mirada al pasado, sin recordar a nuestros Segundinos, dando cumplimiento a un deber verdaderamente patriótico y de gran estirpe, tal como fue la actuación del Cuerpo en los sucesos acaecidos por motivo del cambio de Gobierno del 26 de julio de 1931.

Nuestros voluntarios fueron rápidamente acuartelados a fin de prever cualquier emergencia que ocurriera, dados los incidentes por los cuales atravesaba el país. Durante ocho días nuestros voluntarios, hábilmente dirigidos por los Comandantes, supieron reemplazar a las fuerzas de policía, dirigieron en magnífica forma el tránsito y velaron por el resguardo de la ciudad.

Nuestra condición de guardianes, una vez terminados los incidentes, fueron altamente respetados por las autoridades, que elevaron al Juzgado de Policía Local, el total de las infracciones denunciadas por el Cuerpo.

Gracias a la intervención bomberil se permitió el libre tránsito de vehículos y de peatones, evitando así toda clase de abusos por la falta de vigilancia.

Incendio de la Barraca Schulze 01/01/1953

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En momentos en que el 2° Comandante se encontraba en el interior de la barraca siniestrada a las 03:04h una chispa cayó sobre el polvorín produciéndose una gigantesca explosión que ilumino toda la bahía de Valparaíso ensordeciendo a los cientos de mirones que se encontraban en el bandejón central de la avenida Brasil.

Eran pasadas las doce de la noche del 1 de enero de 1953 y el espectáculo pirotécnico hacía gala en el borde costero, pues era la primera vez que Valparaíso contaba con un concierto de colores y sonidos de este tipo.

A las 2 de la mañana se recibe la alerta de un incendio en la esquina de Avenida Brasil con Calle Freire donde estaba la barraca de madera Schulze. Una bengala originó el siniestro. Fueron llamadas cerca de 10 compañías de bomberos para contener el avance del fuego que, tras una hora, estaba casi controlado, solo quedaba remover escombros y apagar algunas brasas.

Nadie se dio cuenta que las llamas habían avanzado silenciosamente por el interior del lugar, llegando hasta una bodega en calle Blanco 2064. Ahí, el almacén tenía escondido toneladas de pólvora, litros de petróleo y bencina, kilos de dinamita y decena de barriles con parafina.

Una gigantesca explosión arrasó con una cuadra a la redonda, destruyendo todo rastro de humanidad y dejando un panorama desolador para quienes aún recuerdan la cruda experiencia de ver el cielo iluminado por el fuego que quemaba como si de un soplete gigante se tratase.

Cuerpos esparcidos por cada rincón, restos humanos cercenados, mitades humanas sobre los techos de los edificios y palmeras, rostros cubiertos de petróleo ardiente, gritos agónicos de los que morían con dolor y heridos que no entendían lo que ocurría por el estado de shock.

Dejó un saldo de 350 heridos y provocó la muerte de 13 civiles, un carabinero y 36 bomberos voluntarios de la Sexta, Séptima, Octava, Decima y Undécima Compañía.