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Basílica del Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de la Paz de Antequera

La Basílica del Dulce Nombre de Jesús y María Santísima de la Paz, también conocida vulgarmente como Iglesia de la Paz o de Sto. Domingo, es un templo católico situado en la ciudad de Antequera, comunidad autónoma de Andalucía, España. Es sede de la Pontificia y Real Archicofradía del Dulcísimo Nombre de Jesús y Nuestra Señora de la Paz Coronada.

Vista de la capilla mayor de la Basílica.

Historia editar

El solar que actualmente ocupa el templo había venido teniendo un uso religioso desde comienzos del siglo XVI, cuando los arrabales de la ciudad, tras la caída del reino nazarí de Granada, comenzaron a extenderse por el primitivo ejido, que abarcaba dicha área. A comienzos del siglo XVI la Cofradía de Niños Expósitos de Ntra. Sra. de la Concepción estableció un hospicio en lo que entonces se conocía como placeta de las Escobas, y, en 1546, erigió una iglesia dedicada a la Limpia Concepción de Nuestra Señora.

En junio del año 1586, la Orden Dominica obtuvo licencia del Obispo de Málaga para establecerse en Antequera y, encabezados por el Provincial de Andalucía, Fr. Gerónimo Mendoza, se asientaron en el Hospital de la Concepción. Una vez instalados, y tras una breve discordia con la cofradía que venía regentándolo, firmaron con ésta convenio para fundar en el mismo un convento, bajo la condición de que la iglesia conservaría su título concepcionista, de tan poca veneración, por otra parte, en la orden dominicana; quizá por ello el cenobio pronto fue popularmente conocido como de santo Domingo, pese a que oficialmente el templo seguiría dedicado a la Concepción de la Virgen hasta el s. XIX.

Poco tardaron los frailes en conseguir los medios económicos necesarios para adquirir las casas y solares adyacentes al antiguo hospicio -que se trasladó a la acera de enfrente-, iniciando las obras de lo que años más tarde se convertiría en sus dependencias conventuales definitivas. Así fue en efecto, ampliándose la iglesia a partir de 1590 y hasta 1660, año en que se concluye la portada manierista y se coloca la puerta de clavazón que hoy permanecen; a este periodo pertenecen igualmente el artesonado mudéjar y el alfarje del sotocoro.

Fue también en esta época cuando la comunidad exigió el cumplimiento de una antigua bula papal que declaraba exclusivas de la Orden de Predicadores todas aquellas hermandades fundadas bajo las advocaciones del Rosario o del Nombre de Jesús. El traslado de la primera fue inmediato, pero en el caso de la de Jesús Nazareno, nacida a comienzos del s. XVI y recién ubicada en el Colegio de Franciscanos Terceros de Sta. María de Jesús, el requerimiento a tal efecto practicado por los Dominicos dio lugar a un enconado pleito con los Terceros, que se prolongaría por treinta años. Finalmente el Tribunal de la Rota de Roma despachó ejecutoria ordenando la mudanza al convento dominico de la primitiva cofradía nazarena; mas algunos de los hermanos no se resignaron a la traslación y resolvieron crear una nueva hermandad en Sta. María de Jesús bajo la advocación de la Santa Cruz en Jerusalén.

Pronto ambas cofradías logran un fuerte arraigo popular, siendo conocidas como “la de Arriba” y “la de Abajo”, en alusión a su lugar de residencia respecto del antiguo barrio alto de la ciudad, y su rivalidad llegaría a ser proverbial.

En efecto, el litigio vino a abonar un antagonismo que ha perdurado en la ciudad durante siglos, y que tiene su origen en la animosidad que desde tiempos de la reconquista enfrentaba a la familia Narváez -condes de Bobadilla y patronos de los Terceros-, con Rojas -marqueses de la Peña- y Chacones -condes de Mollina-, estas dos últimas familias protectoras de los Dominicos. Así nos describe el origen de la discordia un relato decimonónico: “La emulación que produjeron las proezas que en el cerco de Antequera hicieron los capitanes Rodrigo de Narváez y Hernán Chacón cuando la poseían los árabes y por las que en el mes de Octubre de 1410 el Infante D. Fernando antes de retirarse con su ejército los premió, dejando al primero por Alcayde de la Villa y Fortaleza y al segundo por Alguacil y Alférez mayor de ella, fue causa de cierta rivalidad que tuvo influjo en todos los negocios de esta Ciudad, transmitiéndose a sus descendientes y a aquella clase de personas que tenían más o menos relaciones con los de la una o la otra familia”.

La Cofradía se instaló en una capilla a los pies de la nave del Evangelio, que ampliaría cubriéndola con una magnífica cúpula de yeserías barrocas a comienzos del siglo XVIII, de la misma época datan el camarín de la Virgen del Rosario, en la nave de la Epístola, y el magnífico retablo de la Capilla Mayor.

El siglo XIX habría de ser crucial para el inmueble, si bien la invasión napoleónica supuso una acusada merma para el patrimonio artístico del convento, parece que el expolio se centró en la platería, la biblioteca y algún que otro cuadro. Pero lo realmente relevante es el inicio de un proceso de abandono que abocaría a su ruina a partir de 1835, cuando tiene lugar la exclaustración de los dominicos en aplicación de las leyes desamortizadoras. Precisamente la desamortización habría de determinar que el convento de predicadores, la iglesia y sus pertenencias, pasaran a poder del Estado. Las dependencias del cenobio fueron enajenadas en subasta pública; sin embargo el templo, capillas y sacristía, ya en avanzada ruina, quedaron pendientes de adjudicación a otros usos. No obstante, a partir de 1848, un giro en la política religiosa de los gobiernos de Isabel II permitió moderar el proceso desamortizador, tendencia que se vería confirmada en 1851 con la firma de un Concordato con la Santa Sede.

La Archicofradía consiguió reorganizarse bajo la protección de D. Francisco de Paula Pareja-Obregón y Rojas Narváez, conde de la Camorra y de D. Diego Vicente Casasola y Stoppani, marqués de Fuente de Piedra. Por mediación del primero, figura muy destacada en la vida de la ciudad de aquellos años, gentilhombre de Cámara de Isabel II, y, entre otros cargos, alcalde de Antequera y, posteriormente, de Málaga, se obtuvo en enero de 1855 el Real Patronato y el título de Real para la Archicofradía, de forma que la soberana fue nombrada Hermana Mayor efectiva, actuando el conde de la Camorra como Teniente de Hermano Mayor en su nombre y representación.

Las influencias del Teniente de Hermano Mayor, y de otros destacados cofrades, como el ministro Romero Robledo, logran que la Reina cediera el templo a la Archicofradía, acometiendo ésta entre 1864 y 1865 un ambicioso programa de reconstrucción, bajo el impulso del conde de la Camorra y la dirección artística de José Carvajal y José Batún, profesores de la Escuela de Nobles Artes de Antequera, que comprendió, entre otros aspectos, la total policromía al temple de muros, bóvedas y artesonado, y la erección en el ábside de dos nuevos retablos neoclásicos destinados a alojar las imágenes titulares de la corporación. Con esta reforma la nave central, salvo el retablo mayor, se ve remodelada al modo romántico, adquiriendo el aire de gran salón decimonónico que aún hoy conserva.

Pero la labor de dichos cofrades no se agotaría aquí, pues igualmente logran la consagración del antiguo templo de la Concepción como Iglesia del Dulcísimo Nombre de Jesús y María Santísima de la Paz. La ceremonia fue llevada a cabo el 19 de enero de 1868, festividad del Dulce Nombre de Jesús, por Fr. Pablo Benigno de Carrión, Obispo de Puerto Rico. Otros destacados privilegios le fueron otorgados por la Santa Sede a cofradía y templo, entre ellos la elevación de éste último al rango de Basílica, labor a la que no serían ajenos otros ilustres antequeranos, Monseñor Benavides Checa en Roma y el Obispo Muñoz Herrera en la sede malacitana.

Desde entonces la Archicofradía, que realiza su estación penitencial en la tarde del Viernes Santo, se ha afanado en la conservación del inmueble, asumiendo obras de consideración, que no impidieron que en los años 80 de la pasada centuria la situación del mismo, principalmente de la cubierta, llegara a ser preocupante. Por ello la corporación emprendió a comienzos del presente siglo una rehabilitación integral del edificio, que, tras diversas vicisitudes y en colaboración con varias administraciones y entidades, logró devolver al templo su antiguo esplendor.


Patrimonio editar

En lo que toca su patrimonio mueble, cabe señalar el amplio número de obras pictóricas presente, que corresponden en su mayoría al siglo XVII o comienzos del XVIII, resaltándose por su valor histórico y etnográfico el gran exvoto situado en una capilla adyacente a la del Rosario, que representa la ciudad durante los días de la epidemia de peste del año 1679. Destacan igualmente el retablo de la capilla de Dulce Nombre, del s.XVII y el de la capilla mayor, del XVIII, así como el antiguo e interesante patrimonio procesional de las cofradías de Abajo y del Rosario, sobre todo las impresionantes peanas del s. XVII de la primera y el dieciochesco templete de plata de la segunda.

En el capítulo escultórico, en su mayoría obra de imagineros del círculo local, hay que destacar las efigies del Dulce Nombre de Jesús Nazareno y del Cristo de la Buena Muerte, fechadas ambas en 1581 y obras de Diego de Vega; la de la Virgen del Rosario, realizada por Juan Vázquez de Vega en 1587; la imagen del Niño Jesús Perdido, tallada en las postrimerías del s. XVII y atribuida a Antonio del Castillo, o una barroca Concepción de procedencia genovesa. Al escultor Andrés de Carvajal, que fue sepultado en el templo, cabe adjudicar los trasuntos de San Francisco y Santo Domingo situados en los interestípites del retablo mayor, la imagen de vestir de Sto. Tomás de Aquino, y los interesantes relieves de San José y San Rafael adosados a las jambas del arco formero de la capilla del Rosario.

No se puede finalizar este incompleto listado sin mencionar la espléndida y devota talla de la Virgen de la Paz, dolorosa que se encuentra en el camarín de la Capilla Mayor, atribuida a Miguel Márquez, datada en el año 1815 y que fue coronada canónicamente el 19 de junio de 1988.


Referencias editar

Pontificia y Real Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y Ntra Sra de la Paz, ed. (1998). Pontificia y Real Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y Ntra Sra de la Paz: Historia y Patrimonio.

Varios Autores (2015). Antequera, su Semana Santa. Agrupación de Cofradías de Antequera.

Enlaces externos editar