En los tiempos del descubrimiento la palabra caimán no existía como tal, este tipo de saurio era conocido como lagarto. Bestias en tierra no vide ninguna de ninguna manera, salvo papagayos y lagartos, así se escribió en el Diario de navegación. La palabreja no pertenece a la lengua aborigen ni siquiera a nuestra lengua madre, el castellano. El célebre Juan Ignacio de Armas, en su obra La zoología de Colón, pág 146, aprovechando el comentario del Cronista Mayor de Indias Antonio de Herrera y Tordesillas, al diferenciar al cocodrilo del caimán, donde expresa «Hay dos maneras de ellos, unos bambas y otros caimanes; unos verdes, y otros pardos, con pintas coloradas; los verdes son más fieros y mayores.» Y de aquí el insigne camagüeyano dedujo la etimología del nombre del lagarto que analizamos, donde se ve que el color de ambos géneros sirvió para darles nombre; llamándose al verde ó verdadero cocodrilo bamba, palabra griega que significa tintura, y al pardo con pintas encarnadas caimán, palabra que sin duda tiene el mismo origen de carmín, con lo cual no estamos de acuerdo y proponemos al lector la siguiente teoría. La palabra caimán podría ser la combinación de la sílaba ca, muy probable de cannibal (canibal) y de la pronunciación del verbo inglés eat que significa comer y el sustantivo man del mismo idioma que significa hombre, por lo que inferimos, que a eso se referían nuestros Naturales, a aquellos “comehombres” que los atacaban cada vez que se metían en el río o en el mar para empujar o enderezar sus canoas y que Cristóbal Colón, al describir a los aborígenes señalaba las cicatrices en las piernas y la falta de partes de sus cuerpos, además de llamarle la atención la azagaya con tizón en la punta o un hueso de pescado, la que utilizaban para defenderse, pinchándole los ojos. Colón en su delirio, entendía que se defendían de tribus de aborígenes antropófagos que venían de islas vecinas. En otras partes de su Diario de navegación o en las cartas que redactó, mencionaba hombres con un solo ojo en la frente, otros con cola y otros con cabezas de perros. Este animal, el caimán, fue quien alimentó la idea del Almirante, en crear en su mente un ejército de bárbaros que venían de otras regiones desolando las aldeas que encontraban a su paso como sucedía en Europa. Cristóbal Colón vivió un mundo real, seguro de sí mismo, pero con una imaginación fantasiosa desarrollada en el crepúsculo de una Edad Media, caracterizada por las grandes guerras y pandemia que desolaron al viejo continente. Un soñador con los pies sobre las olas. No se puede hablar de él, sino se menciona el mar y fue a través de la mar océano que descubrió las primeras islas que formaban parte de un continente, que en vida nunca supo, había descubierto. Cuando salió del estupor de lo que sus ojos veían por primera vez, describió a sus habitantes desnudos como las madres los trajeron al mundo. Fue aquí donde desparramó su imaginación alimentada por cuentos moriscos, africanos y asiáticos rodeados de fantasmas, brujas, sirenas y gigantes, estos últimos adquiridos de las aventuras de Marco Polo. Eran momentos de pura euforia, una mente delirante enfocada en encontrar reinados y reyes, abundantes vetas de oro y todo tipo de especias. Una mente frisando la locura quijotesca, que respondía a cualquier parecido con las palabras programadas en su cerebro, donde, si decían loro, entendía oro, si decían ley, entendía rey, si alguien exclamaba ¡Ay! Creía que decían Catay y así creyó en la historia de aquellos aborígenes, que ni idea tenemos de cómo se expresaban, a no ser lo que él mismo describió en su Diario de navegación, que lo hacían a través de señas y que indicaban que los imaginarios guerreros venían del este. Y fue así como erróneamente creó las tribus bárbaras, armadas, agresivas, que devoraban hombres a las que más tarde llamó Caribes. Los Caribes nunca existieron y quienes crean lo contrario, que lean y analicen de forma crítica La fábula de los Caribes, del escritor cubano Juan Ignacio de Armas. Los Caribes fueron creados por otro error de los mismos conquistadores, a los que más adelante le dedicaremos un artículo. Tengamos en cuenta que uno de los más afamados biógrafos de Colón, era el norteamericano Washington Irvin, pero se dice que con el Almirante viajó un irlandés, que de ser cierto, creemos que este dio origen a la palabra Caimán.